Capítulo 262:

«No se preocupe, Señor Shaw. Haré lo que me pidió», contestó Doran de inmediato.

Al escuchar las palabras del hombre, Mabel casi se volvió loca, ya que no esperaba que Tyson conociera al gerente general del centro comercial, quien incluso podía prohibirles la entrada al lugar.

Pero como ella todavía estaba muy enojada, luchó contra los guardias de seguridad, y dijo: «¡Tyson, no eres más que un perdedor que fue expulsado de la Familia Shaw! Lo único que puedes hacer para mostrar tu poder es usar el apellido de tu familia, pero sin eso no eres nada».

Entonces Celia se levantó el dobladillo del vestido, caminó hacia Mabel y levantó una mano frente a su rostro.

Pero antes de que la palma de Celia pudiera siquiera tocar la cara de la mujer, esta gritó de miedo.

Ante eso, Celia agarró directamente el cabello de Mabel, y dijo: «Si vuelves a insultar a Tyson, no dudaré en darte otra bofetada. Me conoces bien, y sabes que cumplo lo que prometo».

Después de que Mabel escuchara eso, parecía como si le hubiera comido la lengua el ratón.

Entonces Doran miró a los guardias de seguridad, quienes inmediatamente entendieron lo que el hombre quiso decir. Y así, después de dar un paso adelante, los vigilantes agarraron a Mabel y a Cerissa, y las sacaron a rastras del centro comercial.

Como Mabel había sido inmovilizada, lo único que pudo hacer fue fulminar a Celia.

Dado que los guardias de seguridad iban arrastrando a la mujer con rudeza y que su falda se había rasgado momentos antes, la parte inferior de su cuerpo quedó expuesta a los espectadores, lo que la hizo sentirse muy avergonzada.

La mujer había gastado grandes sumas de dinero en su rostro y figura, de modo que aunque ya tenía más de cuarenta años, lucía de treinta. Como ese día traía puesta una mascarilla y gafas de sol, su rostro no podía verse con claridad. Sin embargo, estaba en muy buena forma.

Al ver la ropa interior de Mabel expuesta, algunos hombres frívolos le silbaron y le hicieron gestos obscenos de forma burlona y ofensiva, lo que provocó que la mujer sintiera mucha vergüenza.

En tales circunstancias lo único que Mabel pudo hacer fue apretar los dientes con ira, mientras se juraba a sí misma que en el futuro ajustaría cuentas con Celia.

Sin embargo, antes de que pudiera trazar algún plan, ella y Cerissa fueron llevadas a la salida del centro comercial.

Tan pronto como los guardias de seguridad soltaron a Mabel, esta volvió a caerse al suelo, lo que provocó que el desgarro de su falda se hiciera más grande. Su trasero abultado, el cual solo estaba cubierto con unas bragas, quedó totalmente expuesto.

Entre gritos, la mujer gritó y se agarró la falda para tratar de cubrir su cuerpo, lo que atrajo la atención de más curiosos. En ese momento Mabel era como un payaso.

Mientras tanto, Celia volvió a cambiarse de ropa y salió de la boutique con una bolsa de compras.

Después de que las dependientas de la tienda se pararan en fila, al unísono se despidieron de la pareja: «¡Gracias por su compra! Los esperamos pronto».

Acto seguido, volvieron a hacer una reverencia en señal de disculpa.

Sin embargo, Celia ni siquiera volteó a verlas. En cambio, ella y Tyson se marcharon de la boutique tomados del brazo.

Tan pronto como la pareja salió del centro comercial, vieron la situación embarazosa en la que Mabel y Cerissa se encontraban. Debido a eso, Celia no pudo evitar sentirse muy feliz, ya que la malvada madre y su hija por fin recibieron su merecido.

Cuando Mabel y Cerissa vieron a Celia, nuevamente se exasperaron. Sin embargo, lo único que pudieron hacer fue mirarla, tomar sus bolsas de compras todas desordenadas y abordar un taxi. En ese momento lo más importante para ellas era escapar cuanto antes del lugar donde habían sido humilladas. Después de todo, más adelante podrían ajustar cuentas con Celia.

Cuando Tyson vio que su esposa estaba de muy buen humor, pasó un brazo por sus hombros y, esbozando una sonrisa le preguntó: «¿Estás feliz?».

Asintiendo vigorosamente con la cabeza, la mujer respondió: «¡Mi amor, gracias por todo lo que has hecho por mí!».

En ese momento Doran se acercó a la pareja.

“Señor Shaw, ¿Hay algo más que pueda hacer por usted?», preguntó el hombre mirando a Tyson.

«No, gracias».

«De acuerdo. Entonces me retiro», dijo Doran respetuosamente.

Después de nuevamente estrechar la mano de Tyson, el gerente se dio la vuelta y se marchó. Tyson se quedó en la entrada del centro comercial durante un rato, antes de preguntarle a su esposa: «Cece, ¿Quieres comprar más ropa?».

Negando con la cabeza, la mujer contestó: «No es necesario. Ya hemos gastado mucho dinero hoy. Si gastamos más, tendremos que vivir de aire».

Luego, sosteniendo el brazo de su esposo con fuerza, Celia agregó: «Volvamos a casa. Hay algo que quiero preguntarte en el auto».

Después de lo ocurrido la mujer tenía muchas preguntas en mente.

¿Cómo pudo Tyson comprarle un vestido de ocho millones, y cómo era que conocía a Doran?

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