La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 219
Capítulo 219:
La chica se encogió de hombros y dejó salir sus inquietudes: «Porque cada vez que aparece Brea, adoptas una actitud un poco extraña. Es como si la estuvieras evitando a propósito. Sin embargo, Brea no ha hecho nada malo, ¿Verdad? Entonces, ¿Por qué la tratas así?».
Tyson obviamente tenía que evitar encontrarse con Brea, ya que ella conocía su otra identidad; no podía imaginar qué pasaría si ella lo reconocía públicamente como Nolan. A Tyson realmente le preocupaba que Celia comenzara a sospechar si decía algo que no tuviera sentido, así que permaneció callado durante un rato mientras intentaba encontrar la respuesta perfecta.
De repente, al hombre se le ocurrió una idea. Él tosió levemente, y con una expresión avergonzada, dejó escapar un suspiro antes de pronunciar: «Cece, dado que ya te has dado cuenta, no te lo seguiré ocultando».
Esto captó de inmediato el interés de la chica: «¿Entonces sí hay algo que me has estado ocultando?».
Tyson asintió y volvió a suspirar mientras miraba a su esposa directo a los ojos.
Lamentablemente, él tenía que seguir mintiendo: «Sufro de ansiedad social.
Frecuentemente me da pavor encontrarme con personas que no conozco, por lo que suelo evitarlas inconscientemente».
«¿Eh? Espera… ¿Qué?», Celia no podía creerlo.
Ella frunció el ceño y miró a su esposo con una expresión vacía durante un rato bastante considerable. Solo después de unos minutos, ella logró decir: «¡Entonces de verdad tienes ansiedad social!».
Así de fácil, la chica terminó creyendo en las palabras de Tyson.
A decir verdad, Celia no tomó en serio a Brea cuando le dijo que sospechaba que Tyson pudiera tener alguna clase de ansiedad social, pero después de que el hombre lo confesara en persona, ella quedó atónita; resultó que su amiga tenía razón. ¡Tyson realmente sufría de ansiedad social!
Al ver la expresión de su esposa, el hombre pensó que no le había creído. Por suerte, justo cuando él estaba a punto de añadir algo para intentar convencerla, Celia de repente se echó a reír y lo besó tiernamente en los labios, algo que lo tomó por sorpresa.
«No puedo creer que tengas ansiedad social. ¡Mi esposo es tan lindo!».
Fue hasta ese momento que Tyson finalmente pudo respirar con alivio; nuevamente tuvo la fortuna de evitar que Cece lo descubriera. De hecho, él detestaba mentirle una y otra vez a su amada, pero tenía que continuar haciéndolo hasta vengar a su madre; mientras la Familia Shaw no recibiera su merecido, los secretos del hombre se mantendrían ocultos.
A lo largo de los últimos años y hasta la fecha, Tyson seguiría soportando las humillaciones y las burlas que recibía al hacerse pasar por un perdedor, esto con el propósito de ocultar su verdadero poder y provocar que Mack bajara la guardia. Cuando llegara el momento adecuado, ¡él sorprendería a los Shaw y les daría el castigo que merecían!
Los ojos de Tyson se oscurecieron, así que se estiró y abrazó a su esposa para evitar que esta última se diera cuenta de su estado de ánimo. Él no podía involucrarla en el conflicto entre él y la Familia Shaw; personalmente le confesaría su secreto una vez que se concretara su plan. Sosteniéndola entre sus brazos, el hombre se disculpó desesperadamente desde el fondo de su corazón.
Celia le devolvió el abrazo, ajena a todos los pensamientos que corrían por la mente de su esposo. De repente, ella recordó que en la ocasión que Tyson se encontró con Brea en la puerta de la empresa, le dijo a Celia que no podía quedarse a charlar porque estaba resfriado. Preocupada, la chica preguntó: «Cariño, ¿Ya te recuperaste de tu resfriado?».
Al ver la angustia escrita en el rostro de Celia, el hombre se sintió culpable y explicó a toda prisa: «Oh, no tengo ningún resfriado. Me dio un ataque de pánico cuando me encontré con Brea, y como me avergonzaba admitirlo, inventé lo del resfriado a propósito».
Acto seguido, Tyson tomó el rostro de su amada y la besó varias veces, como si esta fuera su manera de disculparse. Al terminar, él volvió a hablar, pero ahora con un tono más dulce: «Lamento haberte mentido en ese momento, ya que te hice pensar que estaba resfriado y por mi culpa te preocupaste por nada. Cariño, no te enojarás conmigo, ¿Verdad?».
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