Capítulo 188:

Brea hablaba en voz alta, y los fanáticos que estaban a su alrededor no salían de su asombro.

De hecho, muchos de ellos incluso sacaron sus teléfonos con la intención de grabar. A fin de cuentas, Brea era una estrella, y acababa de abofetear en público al joven sucesor de Grupo Evans. Semejante incidente definitivamente daría de qué hablar.

Por su lado, aunque Wayne había recibido una bofetada, no estaba enojado, pues estaba convencido de que la mujer se había sonrojado por timidez y no por rabia.

En esa ocasión, además de la satisfacción de que su truco había funcionado, también se sentía inesperadamente contento.

Y ahora que había logrado su objetivo, era hora de marcharse.

Después de todo, Brea le había dicho que no quería verlo, ¿No?

Entonces, sacó un espejo para verse la marca roja de la bofetada en su cara, asegurándose de que los rasguños no afectaban su apariencia. Estaría bien en un par de días.

Con esto, le dedicó a Brea una sonrisa encantadora, suficiente para fascinar a miles de mujeres.

“Me voy. Por favor, no me extrañes demasiado. Ah, y piensa en lo que te acabo de decir. La próxima vez que nos encontremos, te mostraré mis habilidades», dijo el hombre, haciendo énfasis en esas últimas dos palabras con una pícara sonrisa.

Tras fastidiar a Brea, Wayne se apresuró a ir con Dilan al lugar en el que se encontrarían con su cliente.

Ella, por su parte, no reaccionó durante un buen rato. Es más, Wayne ya se había marchado cuando recuperó los sentidos. En ese caso, solo podía maldecirlo en silencio.

¿Le mostraría sus habilidades la próxima vez que se encontraran? ¿Qué demonios significaba eso? ¡Debía estar soñando!

«¡B$stardo! Espero que no te me vuelvas a atravesar o te partiré la boca. Oh, te daré una lección», pisoteó Brea con ira. Sin embargo, lo único que le quedaba era ver a Wayne irse.

Allí, recordando lo que acababa de suceder, se sentía enojada y avergonzada al mismo tiempo. Wayne se había aprovechado de ella frente a una multitud de personas. ¡No podía soportarlo!

Mirando la inquieta expresión de Brea por unos segundos, Foley caminó hacia ella con cautela, y preguntó: «Mmm… ¿A dónde vamos ahora? ¿Quieres ir al hospital para tratar las heridas en tus manos antes de pedirle a la compañía de seguros que las evalúe para que Wayne te pague una compensación?».

Apenas escuchó ese nombre, la chica volvió a enfurecerse.

“¡No necesito ninguna compensación por esto! Solo estaba tratando de asustar a ese imbécil. Usaré algún ungüento para asegurarme de que no queden cicatrices».

Al escucharla, Kelley inmediatamente apareció con la medicina y se la aplicó en las heridas. En ese punto la ira de Brea casi se había disipado. Por ende, soltó a la ligera: «Hemos terminado por hoy. Volvamos al Grupo Semshy y esperemos las fotos. Se las mostraré a Celia después».

Dicho eso, salieron del hotel Westin para dirigirse a la empresa.

Afuera, los fanáticos que acababan de experimentar la caótica escena volvieron a animarse. Gritaban y vitoreaban como locos, pero Brea no estaba de humor para entretenerlos, así que solo sonrió y se despidió de ellos mientras se subía a la camioneta.

«Brea, ¿De verdad no quieres que busquemos a alguien que se encargue de los reporteros que tomaron fotos de este incidente?», preguntó Foley.

«Eso no será necesario. Da igual, Foley, esos reporteros armarán un gran alboroto con esas fotos sin importar lo que hagamos. ¿Quién sabe? Tal vez pueda aparecer en las tapas de los diarios gracias a ellos».

Haciendo una mueca, Foley replicó: «¿Hablas en serio? Si esas imágenes llegan a los titulares, es posible que la opinión pública no sea nada favorable. Quizás tus detractores se aprovechen de la situación para tratar de hacerle creer a la gente que eres una mala persona».

«¡Bah! Lo que sea», resopló ella.

“Que digan lo que quieran, lo importante es que hablen de mí. Vamos, tú has sido agente durante muchos años, ¿Acaso no sabes cómo es esto?».

¿Cómo Foley podría no saberlo? El asunto era que él llevaba mucho tiempo trabajando con Brea, y veía cómo ella enloquecía por los comentarios negativos. Esa era la razón por la que no se atrevía a correr el riesgo de usar este método. Temía que esos molestos internautas la hicieran perder la cabeza.

Sin embargo, la actitud de Brea parecía haber cambiado. Hasta su temperamento había mejorado.

«Bueno, con tal de que seas feliz», puntualizó Foley, sin decir ni una palabra más.

Una vez que el auto llegó a Grupo Semshy, Brea fue directamente al departamento de diseño para buscar a Celia para contarle los detalles de la sesión de fotos.

Al llegar a su puesto de trabajo, vio a Celia bordando un vestido negro.

Brea había comprado muchas prendas con bordados hechos por grandes maestros de fama internacional. Y desde su punto de vista, la técnica de Celia era exquisita, no tenía nada que envidiarle a nadie.

Observarla en acción la convenció más de que contratarla había sido la decisión correcta. ¡Celia era la persona adecuada para ella!

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