Capítulo 162:

«¿Qué intención podría tener yo? Solo estoy diciendo la verdad», Eileen puso los ojos en blanco y resopló.

Luego, ella se volvió hacia la multitud y continuó mientras extendía las manos: «En realidad, todos piensan lo mismo que yo. Simplemente no quieren culparte frente a Brea. Yo, en cambio, soy una persona franca. ¡No puedo evitar decirlo!».

Celia replicó con frialdad: «Es razonable que sospeches que arruiné el vestido, después de todo, fui yo quien lo eligió, pero también dijiste que intenté retrasar el progreso del rodaje a propósito. ¿Qué evidencia tienes para sustentar tal afirmación?».

Obviamente Eileen no contaba con ninguna evidencia, pero tampoco tenía la intención de retractarse. Con una voz llena de sarcasmo, ella preguntó: «¿Acaso necesito presentar evidencias? Las mujeres son complicadas, y tú no eres más que una simple novata. No hay manera de saber qué clase de ideas malvadas hay en tu mente. ¡Puede que estés celosa de Brea y por eso hayas intentado sabotear su trabajo!».

Estas desvergonzadas especulaciones casi hicieron reír a Celia de la ira.

De repente, se puso a reflexionar sobre un aspecto bastante particular de su vida; sin importar a dónde fuera, siempre tenía que encontrarse con personas problemáticas e irracionales. Esta situación ya rayaba en lo ridículo.

El corazón de Eileen se llenó de satisfacción al ver que su enemiga aparentemente se había quedado sin palabras. Entonces, ella decidió continuar con un tono confiado: «Todos saben que elegiste este vestido, y como eres la única que lo ha tocado, lo más probable es que seas la culpable».

Celia estaba a punto de defenderse, pero Brea la interrumpió hablando de manera encarnizada: «¿Y qué hay de mí? Acabo de tocar el vestido, justo cuando estaba a punto de probármelo. ¿Por qué no sospechas de mí también?».

Con una sonrisa halagadora en su rostro, Eileen restó importancia al comentario: «Brea, ¿Cómo puedes decir que tú dañaste el vestido? Todo el mundo sabe que tú no harías algo así. Solo una novata tan inmadura como Celia se atrevería a dañar una prenda de esa manera».

Celia se rio con incredulidad: «Bueno, ya que insistes en echarme la culpa, muéstranos la evidencia, ¿De acuerdo? ¿Acaso llevas alguna cámara oculta con la que grabas todo lo que ves? ¡Muéstranos lo que tienes y deja de decir tonterías!». Eileen no supo cómo replicar ante las firmes exigencias de la chica.

Como la parte acusadora no halló las palabras para decir más, Celia aprovechó y continuó defendiendo su inocencia: «No soy una persona irracional, y tampoco aceptaré fácilmente cualquier cosa que se diga de mí. Si tienen alguna prueba de que yo dañé el vestido, estoy dispuesta a compensar esa acción, pero si no pueden demostrarlo, ¡Más vale que se dejen de ridiculeces! ¡Los demandaré por calumnias!».

Tras esa declaración, la chica miró a Eileen con unos ojos llenos de determinación; su figura alta y esbelta, como la de una modelo, le añadía un aire de dignidad superior.

Una pizca de pánico brilló en los ojos de Eileen, pero rápidamente volvió en sí y replicó con un tono burlón: «A pesar de que eres una diseñadora desconocida, te atreves a ser así de arrogante. ¡Qué ridículo!».

Celia entrecerró los ojos y respondió con firmeza y confianza: «Solo estoy velando por mis derechos básicos».

Al ver que las dos mujeres se miraban fijamente y que su discusión no parecía llevarlas a ningún lado, Brea se sintió un poco cansada; aunque creía que Celia nunca haría tal cosa, y que Eileen era quien estaba creando un sinfín de problemas, no podía deshacerse de ella tan fácilmente después de tantos años trabajando a su lado.

La mujer tuvo que masajearse las sienes mientras decía con impotencia: «No discutan más. Compraré este vestido. No me importa quién lo dañó, lo pagaré. Dicho esto, sigamos adelante y no volvamos a mencionar este incidente, ¿De acuerdo?».

Ella estaba tratando de resolver el asunto de la mejor manera posible y ponerle punto final en ese momento.

Sin embargo, Eileen tenía sus propias intenciones. Ella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de destruir a Celia; si la chica no recibía un castigo, todo su esfuerzo sería en vano.

Tragándose su insatisfacción, la chica protestó: «Brea, eres demasiado amable. ¿Por qué vas a pagar por el error de otra persona? Si las cosas se quedan así, la gente no se lo tomará en serio la próxima vez que actúen de esa manera, ¿No crees? Y cuando llegue ese momento, no habrá nada que tú puedas hacer para evitarlo. ¿Realmente estás dispuesta a asumir la responsabilidad por los errores de todos?».

La mujer lo hizo sonar como si lo estuviera diciendo por el bien de Brea.

“Entiendo que no ha sido fácil para ti conseguir todo lo que tienes hoy. Al final del día, si Celia cometió un error, debería ser castigada. Si no recibe su merecido, ¿Qué pasará si la gente empieza a decir que no haces nada contra los malos empleados? Eso afectará tu reputación. No puedes desperdiciar dinero y perder tu reputación por alguien tan insignificante como Celia, ¿Verdad?».

Estas palabras molestaron tanto a Brea que no pudo evitar burlarse incontrolablemente: «Tengo mucho dinero y solo es mío. Nada de eso es asunto tuyo, así que deja de mencionarlo».

Eileen estaba a punto de continuar, pero Celia no pudo soportar más las calumnias en su contra y se defendió antes de que la mujer pudiera decir algo más: «Brea, ¿Podrías mostrarme el vestido dañado? Quiero revisarlo minuciosamente».

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