Capítulo 152:

Una vez que los labios de Celia tocaron los de Tyson, él sintió como si una corriente eléctrica se extendiera desde su boca hasta cada nervio de su cuerpo de manera placentera.

Él notó que ese tipo de sensación aparecía cada vez que los labios de ambos se juntaban. Era como si estuviera flotando en el aire lleno de placidez, como si hubiera bebido el vino más suave del mundo.

Con mayor pasión, Tyson la besó tan profundo que sentía como si tomara agua luego de permanecer sediento mucho tiempo. Luego, él se dio la vuelta y la apretó contra su cuerpo antes de deslizar gradualmente su lengua en su boca, tratando de saborearla al máximo.

Solo la soltó cuando se quedó sin aliento y tuvo que separarse para recuperar el aire. Segundos después, Tyson tomó su rostro entre sus manos y la miró profundamente a los ojos, disfrutando del cálido aliento femenino que abanicaba su rostro a pocos centímetros.

Los ojos del hombre, así como su corazón que latía con fuerza dentro de su pecho, estaban entregados a Celia. Anhelaba poder demostrarle cuanto antes sus abrumadores sentimientos hacia ella con su cuerpo excitado.

En ese momento, Celia sintió algo duro que chocaba contra su muslo.

Miró hacia abajo y descubrió que había un bulto que sobresalía de los pantalones de Tyson.

De repente, ella recordó lo que Brea le había dicho tiempo atrás.

Cuando Tyson envió a Celia a trabajar en el Grupo Semshy por primera vez, Brea evaluó su figura. Luego, ella dijo que a juzgar por su apariencia, su hombría debía ser muy grande.

En aquel entonces, Celia sintió vergüenza ante esa revelación. Y ahora que había recordado esas palabras, todo el rostro de la mujer se sonrojó como una manzana.

Inconscientemente, ella se quedó mirando la entrepierna abultada.

¿Era realmente tan grande?

Aunque no podía verlo con claridad a través de la ropa, aún podía sentir que su tamaño era en verdad considerable.

En ese momento, la voz de Tyson la sacó de sus pensamientos: «Cece, ¿En qué estás pensando?».

Sosteniendo su rostro entre sus manos, Tyson la miró con intensidad murmurando: «No te distraigas. Fuiste tú quien lo empezó primero, ¿No es así? ¿Cómo puedes distraerte cuando estamos en medio de esto? No es un buen beso si no te entregas por completo a él».

De repente, él le mordió la oreja con sensualidad y preguntó: «O… lo que querías hacer justo ahora no era besarme pero sí otra cosa, ¿Puede ser?».

Al escuchar esto, Celia se congeló. Rápidamente envolvió sus brazos alrededor del cuello de su esposo y le devolvió el beso con entusiasmo, tratando de distraerlo.

Tyson permanecía alerta, así que ella debía hacer todo lo posible para ocultar sus pensamientos. No quería que él se enterara de que quería desenmascararlo, para que no se sintiera presionado por su curiosidad.

De hecho, Tyson no tenía otra intención oculta con su pregunta. ¡Él solo quería persuadirla para que no dejara de besarlo!

Para su satisfacción, Celia le dio un beso muy profundo. El pecho de la mujer subía y bajaba debido a las emociones abrumadoras que la dominaban y su comportamiento aumentaba cada vez más en intensidad.

«Cece, estás muy entusiasmada hoy…».

Mientras ella interrumpía el beso para recuperar el aliento, Tyson exhaló un cálido suspiro en su oído, lo que le dificultó aún más mantener la calma. Incapaz de contener el ardiente deseo en su corazón, tan pronto como ella sintió que había suficiente oxígeno en sus pulmones, lo abrazó nuevamente y lo besó una vez más.

Poco a poco, Celia se cansó. Tuvo que pedir una pausa mientras intentaba separarse del abrazo de Tyson jadeando. Ella estaba tan comprometida en la sesión íntima de besos que ni siquiera se dio cuenta de que la manga de su camisa se había deslizado, revelando la delicada piel de su hombro y pecho.

Tyson vislumbró su exquisita piel expuesta y contuvo el aliento, atrayéndola a sus brazos nuevamente para saborearla.

Solo en ese momento ella notó lo que había ocurrido. Sorprendida, rápidamente se arregló el camisón para cubrir su pecho expuesto.

Al ver su repentina reacción, Tyson no sabía si llorar o reír. El hombre, ansioso, presionó sus labios contra su oído: «Ya he visto todo de ti con anterioridad. ¿Por qué sigues siendo tan tímida frente a mí?».

Celia explicó avergonzada: «No pretendía hacer eso. ¡No fue mi intención seducirte!».

Tyson soltó una carcajada y le besó tiernamente la mejilla: «Pero disfruto ser seducido por ti…».

Celia, impotente, no supo qué hacer cuando él la beso otra vez.

Esta vez, Tyson solo besó sus labios por un breve momento y luego comenzó a bajar por la piel de su cuerpo desde el cuello.

Además de los labios, el cálido aliento masculino le acariciaba la piel y la ahogaba con intensidad de fuego. Entonces, la boca de Tyson se detuvo en sus senos, enviando corrientes eléctricas por su espalda que la hicieron gemir entre escalofríos.

Al instante, un incendio de deseo y pasión ardió por todo el cuerpo de Celia y, a juzgar por la respiración agitada del hombre, él lo sentía aún con mayor intensidad.

«Tyson, Tyson…».

Sin saber cómo manejar una sensación tan abrumadora, ella solo podía gemir el nombre de Tyson repetidamente mientras caía impotente en una marea creciente de lujuria.

Tyson, por su parte, no pudo evitar bromear: «Cece, ¿No deberías saber ahora que no es bueno coquetear imprudentemente con un hombre tan temprano en la mañana?».

En ese instante, Celia se dio cuenta de que se había metido en un gran problema.

Sin embargo, las cosas se habían salido de control para ella misma y no podía salir del abismo de lujuria en el que había caído. Tyson ya la había excitado demasiado y la poca cordura que le quedaba estaba a punto de desaparecer por completo.

El hombre disfrutaba verla así, temblando sumisa bajo su cuerpo. No tenía prisa por continuar, mientras la excitaba un poco más. Luego, él le susurró al oído en voz muy baja: «Cece, dime, ¿Qué querías hacer antes? ¿Por qué me besaste de repente?».

Celia sintió como si hubiera caído a un lago de agua helada de repente. Ella trató de resistirse a la lujuria que la consumía y no le dijo la verdad. Solo se mordió el labio un poco antes de responder: «Te besé porque estaba obsesionada contigo. Si no te gusta, me controlaré la próxima vez para evitarlo».

Tyson no mostró ninguna duda en su rostro: «No es necesario. De hecho, tú puedes hacerme lo que quieras en el momento que desees».

El rostro de Celia se puso rojo como un tomate. Ella apretó el puño y lo golpeó suavemente en el pecho: «¿Por qué eres tan travieso?».

Su tono de voz, sin embargo, no sonaba como una queja en absoluto. Mientras tanto, disfrutaba de las caricias de Tyson contra su cuerpo.

Los dos se abrazaron amorosamente durante un rato más. Cuando Celia sintió que su lujuria amenazaba con dominarla una vez más, empujó al hombre hacia un lado y fingió tranquilidad: «Es hora de ir a trabajar. Debemos detener esto».

A Tyson no le importó el cambio repentino en su actitud. Él la conocía bien y sabía que ella solo se estaba controlando a sí misma. Sin embargo, él siempre la complacía en sus peticiones y nunca haría nada en contra de su deseo.

«Está bien, me levantaré y te prepararé el desayuno». Dejó de molestarla y estaba a punto de levantarse, pero de repente se detuvo y le pellizcó el trasero suavemente: «Te castigaré otro día».

Estas palabras lograron que el rostro completo de Celia se sonrojara otra vez.

Tyson ya se había levantado, pero ella todavía sentía que su cuerpo estaba envuelto por las llamas de una lujuria remanente, e incluso sus extremidades se sentían débiles y temblorosas como gelatina.

«¡Te estás volviendo cada vez más descarado!», Celia lo regañó tímidamente.

Observó a Tyson fijamente y descubrió que él la miraba con una suave sonrisa en el rostro.

Después de una breve pausa, ella le correspondió a la sonrisa y agregó: «Pero me gusta».

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