La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 131
Capítulo 131:
Celia abrió el mensaje y lo leyó con indiferencia.
Como era de esperarse, lo que decía era totalmente ridículo: «Cece, todo lo que pasó ayer fue culpa mía. Espero que no nos guardes rencor, por favor. Además, no te enojes con Mabel. Después de todo, ella es tu madrastra, y todo lo que hace es pensando en el bienestar del Grupo Kane».
Una mueca de desdén apareció en las comisuras de la boca de Celia. ¡No creía en ninguna palabra enviada por Adrien!
Al parecer, él realmente se preocupaba por Mabel y solo buscaba excusar el comportamiento de ella para que Celia no la culpara ni la perjudicara.
Durante unos minutos, Celia calmó su ira controlando el impulso de responderle lo que verdaderamente sentía su corazón. En cambio, le dijo: «No me importa Mabel en absoluto. Lo único que me interesa es recuperar el anillo de zafiro. ¡Espero que puedas canjear el anillo lo antes posible, o iré a la corte con la copia original del acuerdo! ¡No creas que no me atreveré a demandarte!».
Su respuesta, de palabras firmes, era de una determinación incuestionable.
Esa actitud de su parte afectó un poco a Adrien, quien respondió algo preocupado: «¿Puedes darme más tiempo para recuperar el anillo? Por los momentos no tengo mucho dinero disponible para conseguirlo y, como te expliqué, vendí el anillo solo para salvar al Grupo Kane. La compañía es el fruto no solo de mis años de arduo trabajo, sino también de los arduos esfuerzos de tu propia madre. ¡No puedo permitir que la empresa se destruya y caiga en la quiebra! Si hubiera tenido otra opción, no habría vendido el anillo. Te lo juro. Cece, confía en mí, ¡Realmente no tengo dinero para canjear el anillo ahora!».
Sin duda, sus palabras sonaron bastante sinceras. Pero quien leía el mensaje no era otra que Celia, quien había sufrido por sus mentiras una y otra vez. ¡Ya no podía confiar en él!
Sospechando que él solo quería retrasar las cosas a propósito, ella no se dejó convencer. Con frialdad, preguntó: «Entonces, ¿Cuánto tiempo pretendes demorarte? Tienes que darme una fecha límite. No puedo esperar para siempre solo creyendo en tus palabras». Celia no tenía intención de dejarse engañar nuevamente.
En un tono de humildad, Adrien propuso: «¿Podrías darme una semana más? Haré todo lo posible para ahorrar dinero y canjear el anillo. ¡Te daré mi respuesta en siete días!».
Una semana, realmente, no era demasiado tiempo; pero Tyson informó que el tío de Wayne pronto conseguiría el reemplazo de riñón para Flavia, por lo que ahorrar dinero para la cirugía no podía demorarse más.
Pensando en lo anterior, Celia decidió aprovechar la oportunidad para negociar: «Una semana está bien, pero quiero que me prestes quinientos mil dólares mientras tanto para salvar a Flavia. Te pagaré mensualmente y liquidaré la deuda en dos años.
El interés se calculará de acuerdo con el préstamo bancario. ¿De acuerdo?».
Adrien no quería acceder a su solicitud y solo preguntó: «¿Flavia no tiene un hijo? ¿Por qué eres tú quien recauda el dinero para la operación? ¡Ni siquiera tienes ninguna relación de sangre con ella! ¿Por qué, entonces, te preocupas tanto?».
Tras esas palabras, a Celia ya se le estaba acabando la poca paciencia que le quedaba, y en ese punto, su tono se volvió irritable y breve.
«No es asunto tuyo. Solo dime si me prestarás el dinero o no».
Después de pensarlo un buen tiempo, Adrien finalmente respondió: «No es que no quiera prestártelo, pero estoy muy corto de dinero. ¡No estoy seguro de poder transferirte ese alto monto de inmediato! Te daré mi respuesta más tarde luego de revisar bien las finanzas, ¿Te parece?».
A pesar de que Adrien había adoptado una actitud humilde e inofensiva al negociar con ella, Celia no se dejaba manipular y se mantenía indiferente y distante. Después de todos los padecimientos de los que fue víctima, el corazón de la mujer era de hielo en todo lo referente a personas pretenciosas como la Familia Kane.
«Será mejor que no me juegues una mala pasada esta vez. Esperaré tu respuesta.
¡Piénsalo rápidamente o prepárate para enfrentarnos en la corte!».
«¡Cece, eres demasiado agresiva! ¿No puedes tener una buena actitud hacia tu padre?».
Frustrado, Adrien no pudo evitar replicar.
A Celia no podía importarle menos su descarada solicitud de comprensión y le dio un ultimátum.
“Bueno, esperaré hasta mañana por la noche a más tardar. ¡Si no recibo tu respuesta en ese momento, te demandaré!».
Dicho eso, Celia tiró su teléfono a un lado y volvió a sumergirse en el trabajo.
No importaba lo que respondiera Adrien, a ella ya no le importaba leer nada más.
Ya conocía a Adrien demasiado bien. ¡Era un hombre de lengua melosa pero despiadado! Se escondía con una máscara de humildad, pero nadie podía saber qué maldad tramaba debajo de esa fachada. Si ella no demostraba una actitud inflexible, sería difícil obtener el dinero que necesitaba para salvar a Flavia, ¡Y mucho menos recuperar el anillo de su madre!
Celia estaba tan absorta en su trabajo que no se dio cuenta de que Alick pasaba por delante del departamento de diseño sin dejar de vigilarla.
Como él no se atrevía a acercarse a ella directamente, se paró en la puerta y la miró fijamente con un brillo obsesivo en sus ojos antes de irse de mala gana.
Alick debía salir por algo de trabajo y aprovecharía esa oportunidad para ver cómo estaba Kiley en el hospital, pues tenía algo importante que discutir con ella.
El hombre tomó un taxi al hospital tan pronto como terminó su trabajo.
Con una gasa envuelta alrededor de sus piernas, Kiley yacía desanimada en la cama con una expresión de evidente desolación. Sin embargo, apenas lo vio entrar, sus ojos vacíos de repente se animaron como si hubiera encontrado a su salvador. Ella de inmediato se arrojó hacia él mientras gritaba dramáticamente como si padeciera un dolor extremo.
«¡Señor Juárez, por fin viene a verme! No tiene idea de cuánto tiempo he estado esperándolo. ¡He caído en la miseria atrapada en este hospital por culpa de esa p%rra, Celia!», exclamó la Kiley con exagerado dramatismo.
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