Capítulo 116:

Celia empezaba a inquietarse, y un mal presentimiento sacudió su corazón.

Al ver a Adrien actuar así, se dio cuenta de que tal vez no sería tan fácil para ella recuperar el anillo.

La criada le sirvió café, leche y zumo, así como exquisitos postres.

Tomando su mano de manera cariñosa, Adrien empujó los postres al frente y dijo con una sonrisa: «Cece, prueba estos postres. Están muy ricos. Luego hablaremos del anillo. Has perdido mucho peso, debes estarla pasando mal… lo siento mucho. Aunque sé que siempre has estado insatisfecha conmigo, y puede que no creas lo que digo, pero de verdad me importas».

Celia no se conmovió por estas palabras, ya que notó que él solo retrasaba las cosas Retiró la mano y preguntó, directo al grano y con frialdad: «Papá, ¿Cuándo me darás el anillo de zafiro?».

La boca de Adrien se torció y se quedó en silencio. No dijo nada por un buen rato.

Era cierto que algo andaba mal, pero la joven mantuvo la calma y decidió darle una oportunidad.

“Papá, ¿Olvidaste nuestro acuerdo?».

A pesar de que le preguntaba directamente por el anillo, Adrien seguía evitando hablar de él.

Celia estalló. Renunció a la cortesía y sacó el acuerdo.

“Está muy claro en el acuerdo, aquí: Si acepto casarme con Tyson en lugar de Cerissa, tienes que devolverme el anillo».

De verdad estaba enojada, pero, al mismo tiempo, temía que el otro se negara, por lo que controló su arrebato y trató de razonar.

“Papá, aunque hayan pasado tantas cosas y esté decepcionada contigo, te sigo respetando mucho, esa es la verdad; sin embargo, ¿Vas a romper tu promesa y decepcionarme de nuevo?».

Adrien miraba a todas partes, menos a ella. No obstante, Mabel, sentada a su lado, reaccionó con rapidez, agarró el acuerdo y lo rompió en pedazos en el acto.

Los trozos de papel volaron por todas partes, tomando a Celia por sorpresa, que abrió los ojos de par en par.

«Cariño, sabes que hablar con ella no tiene sentido… ahora, el acuerdo está roto, y su única prueba ha desaparecido. Como no tiene evidencias, no tenemos que temer que nos demanden ni nada por el estilo. Por otra parte, ¿Tiene siquiera el dinero para presentar una demanda?», comentó Mabel con complacencia.

Celia estaba totalmente furiosa. ¡No esperaba que esas dos personas fueran tan descaradas!

Se levantó y miró a Mabel con frialdad.

“¡Maldita sea! ¿Qué significa esto?».

La otra no la tomó para nada en serio, y solo la vio con condescendencia. Resopló y le dijo: «No lo sabes, ¿Verdad? Vendimos el anillo, y no puedes hacer nada al respecto, ya que este acuerdo no tiene validez. Ni siquiera pienses en recuperarlo».

Celia se enfureció tanto, que ya no pudo controlar sus emociones, y le preguntó a su padre en medio de un temblor: «¿Qué demonios está pasando?».

Con una mirada avergonzada, Adrien dijo: «Cece, no te enfades tanto. No pude evitarlo. El Grupo Kane está en una crisis muy grave, por lo que no tuve más remedio que vender el anillo de tu madre…».

Ella espetó enojada: «¿No invirtió la Familia Shaw en él?».

«Sí, la Familia Shaw me dio una suma de dinero para compensar el déficit. Pero seguimos necesitando mucho dinero para seguir funcionando. No podía pedir dinero en ningún otro sitio, así que tuve que vender el anillo».

Todo el cuerpo de Celia se estremeció, y sus ojos se enrojecieron.

“¡Pero si era la posesión más preciada para mi madre! ¿Cómo pudiste venderlo? ¿Cómo puedes tratarla así? ¿Acaso no tienes ningún respeto por ella?».

Aunque Adrien se sintiera un poco culpable, se consideró humillado ante la acusación de su propia hija, y le gritó con una expresión de aplomo: «¡Basta! Tu madre lleva muchos años muerta. ¿De qué sirve guardar sus pertenencias? ¡Es inútil! Además, el Grupo Kane también es fruto de su trabajo. ¡Debe estar contenta de que el Grupo Kane se salvara de la crisis con el valor de su anillo!».

La muchacha apretó los puños. Estaba tan furiosa que casi enloquecía.

No debió haber esperado que su padre cumpliera su promesa, sabiendo el tipo de persona que era. ¡Pero pensaba que todavía tenía un poco de conciencia!

«¿No sientes ni un poco de vergüenza o culpa?», preguntó ella, mirándolo con ojos fríos.

Cuando Adrien estaba a punto de defenderse, Mabel lo detuvo, vio a la muchacha con arrogancia y dijo: «¿Estás siendo tan agresiva por un simple anillo de mi$rda?

¿Cómo puedes hablarle a tu padre en ese tono?».

«Estoy hablando con mi padre. ¡No es asunto tuyo, rompehogares!», espetó, la dejó de lado y le preguntó a Adrien: «¿Dónde demonios lo vendiste? ¿Por cuánto?».

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