Capítulo 110:

Flavia estaba profundamente conmovida por las palabras de Celia, pero al mismo tiempo se sintió mal por ella.

«Ya te he causado demasiados problemas. No estás en el mejor lugar ahora económicamente hablando, pero aun así has tenido que gastar dinero en mí. Lo siento mucho…».

«Oye, no hay necesidad de que te sientas mal ni nada. Yo hago todas estas cosas porque te veo como mi propia madre. ¿Y acaso no es el deber de una hija ayudar a su madre en todas y cada una de las dificultades?».

«Pero…».

Justo cuando la anciana estaba a punto de protestar un poco más, Celia le acercó una manzana pelada a la boca, indicándole que se la comiera.

Sonriendo, Flavia le dio un mordisco a la fruta, y la chica aprovechó la oportunidad para agregar: «Mira, ya sé lo que quieres decir. Crees que como no estamos relacionadas por sangre, no puedes recibir mi dinero, pero me has cuidado bien a lo largo de los años, y siempre he sentido que me tratas como si fuera tu propia hija. ¿Podemos simplemente seguir siendo así sin poner peros, por favor?». Parpadeando lenta y repetidamente con sus grandes ojos grandes, Celia puso su mejor cara de cachorrito.

Eso hizo reír a la anciana, y la ayudó a olvidar las preocupaciones que le causaron las acciones de Abbott.

Durante un largo rato, ellas dos hablaron y rieron alegremente recordando cosas del pasado. Celia mantuvo a Flavia entretenida con sus historias hasta que esta se cansó.

Después de un ataque de risa, la anciana recuperó la compostura y de pronto miró a la pareja.

“¿Por qué no fueron a trabajar hoy? ¿Están faltando por mi culpa? Si ese es el caso, quiero que dejen de ignorar sus trabajos por mí, o tendré más cosas por las cuales disculparme», murmuró con la mirada brillando con confusión y preocupación.

«No te preocupes. Hoy tenemos el día libre», dijo Celia apresuradamente para tranquilizarla.

«¿Y por qué no van a descansar? Quiero decir, ustedes son jóvenes y están recién casados, así que deberían estar allí afuera disfrutando de la vida, no encerrados aquí haciéndome compañía. El personal se ocupará de mi bienestar, de modo que no tienen de qué preocuparse. Cuando traigan un bebé al mundo, estaré encantada de ayudarlos a cuidarlo».

Eso hizo que Celia se pusiera roja al instante.

“¡Flavia!», chilló al tiempo que daba un pisotón.

Estaba a punto de soltar otra queja cuando una cálida mano le agarró la cintura mientras la abrazaba por detrás. Luego una voz agradable murmuró junto a su oído:

«Flavia, no te preocupes. Cumpliremos tu deseo lo antes posible».

Entonces el rostro de Celia se puso más rojo. Ella se sentía tímida, feliz y hasta expectante.

La verdad era que había soñado con tener se%o con Tyson y dar a luz a un bebé suyo, pero no sabía cuándo llegaría ese día.

«Bueno, ya pueden volver. No se preocupen por mí».

Aunque Flavia los quería, no quería quitarles mucho tiempo, y los animó a que se fueran. Celia no tuvo más remedio que acceder, pero antes de eso, abrazó a la anciana por un rato.

Tan pronto como salieron de la sala, Tyson preguntó: «¿Quién llamó a Flavia? ¿Por qué estaba tan enojada?».

Enseguida Celia le explicó cosas sobre Abbott brevemente y le recordó: «No te involucres en este asunto. Flavia y yo no queremos ayudarlo más, pues su deuda es un pozo sin fondo, y él nunca cambiará. Está en un terrible círculo vicioso, y cualquiera que lo ayude solo se meterá en problemas».

Los ojos de Tyson se oscurecieron.

“¿Fue Abbott quien te acosó se%ualmente en la casa de Flavia aquel día?».

Ella asintió sin dudarlo.

“Es un canalla, y no se merece la simpatía ni la lástima de nadie».

«Tranquila. No lo ayudaré».

Dicho eso, él le agarró la mano con fuerza y agregó: «Solo me preocupa que pueda causarle problemas a Flavia si sabe dónde vive».

Celia le dio un asentimiento al caer en cuenta de eso, pues era un buen punto.

“Entonces Flavia no puede volver a su propia casa una vez que sea dada de alta del hospital».

«Tú solo encuentra un nuevo lugar para ella», la instó Tyson.

De repente Celia recordó el lugar donde había vivido después de que los Kane la echaran, y soltó: «Yo alquilé un apartamento hace algún tiempo, y el contrato de arrendamiento aún no ha vencido. Flavia podría vivir allí por ahora».

Tyson fingió estar confundido.

“Si eres la Señorita Kane, ¿Por qué alquilaste un apartamento? ¿Tus padres no te heredaron una casa?».

Atónita, Celia lo miró boquiabierta cuando se dio cuenta de su error. Y es que estaba tan enfocada en asegurarse de que Flavia estuviera segura que había dejado escapar una información importante, y ahora no tenía idea de cómo explicárselo a su esposo.

A pesar de que él ya la había investigado y sabía todo sobre su vida, todavía quería que ella misma se lo dijera voluntariamente.

No obstante, no tenía idea de cuándo ella finalmente tomaría la decisión de abrirse a él y decirle toda la verdad.

Al ver que no podía decir una palabra después de varios segundos, la presionó deliberadamente contra la pared y se inclinó sobre ella para besarle la oreja. Con su aliento caliente sobre su oído, le murmuró en un susurro ronco: «Cece, ¿Por qué no me respondes?».

Aunque el pasillo estaba vacío excepto ellos dos, Celia todavía estaba muy avergonzada y trató de liberarse de sus brazos.

La pregunta de Tyson había dejado su mente en blanco, y no supo cómo responderla, pero de algo si era muy consciente, y era que no podía decirle la verdad.

¿Cómo iba a explicarle que se había casado con él en lugar de Cerissa? ¿Podría decirle que la habían echado de la Familia Kane y había tenido que alquilar un apartamento?

Incapaz de pensar en una buena idea, se puso de puntillas, rodeó el cuello de Tyson con sus brazos y lo besó; fue lo único que se le ocurrió para silenciarlo.

Ni bien ella presionó su boca sobre la de él, su cuerpo rápidamente se calentó. Los labios de Tyson estaban húmedos y calientes.

Después de quedar atónito por un momento, él tomó la batuta, y tras unas suaves chupadas a los labios de la mujer, le abrió paso a su legua hacia el interior de su boca.

Aunque había sido Celia quien inició el beso, rápidamente se sintió abrumada por él.

De todos modos, se sentía llena de alegría y se entregó a su ternura.

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