La mejor venganza
Capítulo 322

Capítulo 322:

Después de lo que pareció una eternidad, Liam soltó de mala gana el cuerpo de Julie.

Cuando el calor de sus brazos empezó a desvanecerse, sintió un repentino deseo de abrazar a Julie así durante toda la eternidad.

Pensó en pasar el resto de su vida con ella en ese tierno abrazo.

Respirando hondo, Liam reunió fuerzas para serenarse y sus ojos volvieron a su estado habitual.

En el fondo, sabía que no era el momento adecuado para actuar según sus impulsos.

Liam extendió la mano y rozó ligeramente la gasa que todavía cubría el rostro de Julie. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. «Tus heridas sanarán pronto», dijo con voz suave. «En unos días te quitaré la gasa».

Julie asintió obedientemente y Liam la condujo al dormitorio.

Nada más entrar en el dormitorio, una tenue fragancia de mujer cosquilleó los sentidos de Liam.

Levantó con cuidado a Julie y la colocó con ternura sobre la cama.

«Ahora me voy, ¿de acuerdo?».

Pero justo cuando Liam estaba a punto de darse la vuelta, una mano suave y menuda agarró la suya, haciéndole cosquillas traviesas en la palma.

Acurrucada bajo el acogedor edredón, Julie le suplicó juguetonamente: «Cántame una nana antes de irte. Una vez cantaste para otra mujer en el Hollywood Pub, ¡pero nunca has cantado para mí!».

Había una pizca de celos en su voz.

Liam se encogió de hombros y la consoló: «¿En serio? Yo cantaba para mis fans. Y, bueno, había bastantes mujeres entre ellos».

Julie se limitó a mirarlo, prefiriendo no insistir más.

Preocupado de que pudiera ahondar en más preguntas, Liam regresó apresuradamente a la cama y comenzó a cantarle una canción de cuna.

A pesar de la letra un tanto infantil, la melodía sonaba encantadora con la cautivadora voz de Liam.

Julie hizo un mohín. «¿Me ves como un bebé?».

Con una suave sonrisa, Liam asintió y respondió: «Sí, eres mi bebé. ¿Hay algo malo en ello?».

Los dos intercambiaron sonrisas afectuosas y la habitación se llenó de un ambiente cálido y romántico.

Y así, Liam permaneció en la mansión durante una semana.

Un día, Liam mantuvo una videollamada con la doctora responsable de la reconstrucción facial de Julie.

Después de recibir una explicación detallada del proceso de retirada de las gasas y de lo que debía y no debía hacer en el tratamiento de seguimiento, se despidió de la doctora.

Después de hablar durante dos horas, la doctora sintió que se le secaban la boca y la lengua.

Dejó escapar un suspiro y exclamó con admiración: «Julie es verdaderamente afortunada de tener a alguien tan formidable como usted, señor Hoffman, para amarla y protegerla».

Liam respondió con una leve sonrisa: «Alguien le pagará más tarde. Es mejor que abandone Salem lo antes posible. Ahora mismo no puedo escoltarte personalmente».

Luego terminó rápidamente la llamada.

Después de asegurarse de que todos los preparativos necesarios estaban en orden, Liam se dirigió al dormitorio de Julie y se acercó a ella con palabras amables. «Julie, es hora de quitarte la gasa. ¿Estás preparada?»

Julie se tumbó en la cama. Tenía los ojos llenos de una mezcla de miedo y expectación y las palmas de las manos sudorosas.

Respiró hondo y declaró con firmeza: «¡Hagámoslo!».

Liam le cogió la mano y le dijo: «No tengas miedo. No importa lo fea que parezcas, ¡me gustas a pesar de todo!».

Julie pinchó juguetonamente el pecho de Liam al oír su comentario y exclamó burlonamente: «¿A quién llamas fea? ¿No puedes decir algo bonito?».

Con esa pequeña escena, el ambiente tenso se aligeró.

De pie frente al espejo, Liam contuvo la respiración. Su mano, normalmente firme incluso durante los procedimientos quirúrgicos, temblaba ligeramente.

Con cuidado, retiró una esquina de la gasa, desvelando las capas ocultas poco a poco. Cada movimiento era delicado y cauteloso.

Sentía como si cualquier fuerza adicional fuera a destrozar la delicada belleza que tenía ante él.

Haciendo acopio de valor, Julie miró fijamente a su reflejo en el espejo.

Pasaron diez minutos y sólo había retirado la mitad de la gasa.

Mientras Liam se preparaba para echar un vistazo a la cicatriz, los nervios le pudieron y se detuvo ansiosamente.

Inhalando profundamente, Liam continuó retirando el resto de la gasa.

Su mirada estaba fija en Julie, como si temiera un desastre inminente.

Cuando por fin retiró la gasa, descubrió que la cara de Julie no tenía ningún rastro de la cicatriz y que su piel estaba impecable, suave y delicada.

En un instante, ¡una oleada de alegría recorrió sus corazones, ondulando por sus cuerpos y saturando cada célula de su interior!

Julie no sólo había recuperado su belleza anterior, ¡sino que parecía aún más despampanante que nunca!

Liam estalló en carcajadas, experimentando una felicidad que superaba todos los límites anteriores.

Sin embargo, cuando bajó la mirada, con la intención de compartir este momento de alegría, notó que los ojos de la mujer se llenaban de lágrimas. Parecía asombrada y abrumada por las emociones.

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