Capítulo 768:

Mi preocupación por ti es simplemente porque la familia Morgan aún te debe».

Al oír esto, Kallie sintió un pequeño alivio. «En ese caso, tienes tus propias obligaciones que cumplir. No te retendré. Tengo pensado llevar a los niños a volar cometas. Puedes saludar a Elma si quieres».

Sus palabras eran claras. Le estaba pidiendo educadamente que se marchara.

Clayton echó un vistazo al amplio jardín donde Elma reía alegremente, jugando con Calvin y Sophie. Sonrió, aunque no le llegó a los ojos. «Elma parece feliz», dijo, sacudiendo suavemente la cabeza. «No quisiera entrometerme. Al fin y al cabo, no soy su tío».

Kallie le devolvió la sonrisa amablemente. «No puedes decir eso. Para mí, eres como un hermano mayor. No pasa nada si Elma te llama ‘tío’».

El corazón de Clayton se hundió aún más ante sus palabras, una nueva oleada de amargura surgió en su interior. «Tengo otros asuntos que atender», dijo, dándose la vuelta para marcharse.

Pero cuando Clayton se alejaba, sus pasos vacilaron ligeramente, señal del dolor que intentaba disimular.

Kallie se dio cuenta del tropiezo, pero fingió no darse cuenta. Simplemente se volvió hacia los niños.

Sophie había estado de pie a un lado, observando todo el intercambio de Kallie con Clayton.

Mientras Calvin y Elma estaban ocupados volando una cometa y riendo sin ninguna preocupación, Sophie se deslizó más cerca de su madre. «Mamá», susurró, con una mezcla de tristeza y esperanza en la voz. «Echo de menos a mi padre. Pero… Sólo quiero que seas feliz».

Hubo una breve pausa antes de que Sophie añadiera tímidamente: «El señor Morgan es muy amable contigo. Creo que le gustas».

Kallie comprendió de inmediato lo que Sophie estaba insinuando, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro. «Sophie, no le des más vueltas. No lo rechacé por ti. Es que… No siento nada por él».

Hacía tiempo que Kallie había superado la etapa de su vida en la que una relación romántica era una necesidad. Aunque a veces pensaba en Jake durante las horas tranquilas de la noche, despertando tristeza, su pacífica vida actual con sus hijos era todo lo que necesitaba. No deseaba nada más.

Sophie inclinó la cabeza y miró a Kallie a la cara.

«¿En serio?», preguntó, con voz suave pero curiosa.

Kallie sonrió y apretó la mano de Sophie para tranquilizarla. «¡Sí! ¿Alguna vez te mentiría?».

Las palabras eran sencillas, pero Kallie sintió una oleada de emoción surgir en su interior. Sophie, siempre tan intuitiva y madura para su edad, nunca dejaba de conmoverla.

El amor de Kallie por Sophie nunca había flaqueado, pero últimamente no podía prestarle tanta atención. La frágil salud de Elma consumía gran parte de su tiempo, alejando su atención de Sophie. La culpa pesaba mucho sobre ella.

Sin embargo, Sophie nunca se había sentido agraviada o resentida. Aceptaba las cosas con la serena gracia y comprensión que hacían que Kallie la quisiera aún más. Kallie sentía que la llegada de Sophie a su vida era una bendición.

Independientemente de los retos que le esperaran, Kallie estaba decidida a proteger a sus tres hijos y a hacerlos felices.

Aquella tarde había sido un raro momento de alegría para toda la familia, un breve escape de la pesadez que los había rodeado últimamente.

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