La exesposa muda del multimillonario -
Capítulo 763
Capítulo 763:
Cuanto más pensaba Lacey en ello, más se le enfriaba el corazón. La ira hervía a fuego lento bajo su piel. Cómo podía alguien como Kallie merecer el amor de Jake? Después de todo el dolor que Kallie le había causado, ¿cómo podía seguir sintiéndose atraído por ella? Sin embargo, en cuanto Jake despertó, lo único que quería era volver corriendo con Kallie sin pensárselo dos veces.
Lacey apretó los puños, recordando la pequeña dosis que había puesto antes en la comida de Jake. Ahora estaba profundamente dormido, inconsciente del caos que se estaba desatando. Por ahora, al menos, estaba a salvo. Parecía que Clayton y Kallie no volverían pronto.
Mientras Lacey se alejaba, una extraña sensación la invadió. Se decía a sí misma que debía recompensar a Jake por protegerla a ella y a Jeanette, pero en el fondo, sabía que era más que eso. Se estaba enamorando de él.
Lacey inhaló profundamente, aferrándose a la verdad que no podía ignorar. No debía enamorarse de Jake. Tenía mujer e hijos. Aunque pensara que Kallie no se merecía a Jake, él tenía una familia.
Dejando a un lado sus emociones, Lacey sintió un extraño alivio, como si se hubiera quitado un peso de encima.
Cuando Lacey llegó a casa, apareció Jeanette, con voz suave pero urgente. «Lacey, no te preocupes. Jake ha estado dormido todo el rato. No se ha despertado».
«Buen trabajo, Jeanette», murmuró Lacey, alborotando suavemente el pelo del pequeño.
De repente, Lacey pensó en algo y se agachó para mirar a Jeanette a los ojos, con expresión seria. «Escucha con atención, Jeanette. Jake nunca puede saber lo que ha pasado hoy. Si se entera, se enfadará con nosotros dos. Podría marcharse y no volver jamás».
Los ojos de Jeanette se abrieron de par en par. «No quiero que Jake nos deje. Te prometo que no se lo diré a nadie».
Lacey sonrió y la besó en la frente. «Así me gusta. Ahora, vete a jugar. Yo estaré aquí».
Mientras tanto, en Burmoos, Kallie se despertó y el olor estéril del hospital llenó sus sentidos. Tenía la cara húmeda y, al secarse las lágrimas, se dio cuenta de que había estado llorando incluso estando inconsciente. ¿Se había ido Jake de verdad? No podía creerlo, pero su mente era una nebulosa de confusión y dolor. Por mucho que rebuscara en sus pensamientos, no había nada que demostrara que Jake seguía vivo.
Le temblaba la voz cuando intentó susurrar la verdad que tanto temía: que se había ido de verdad. Pero las palabras se quedaban atascadas en la garganta de Kallie, cada una más pesada que la anterior. Al final, lo único que consiguió fue susurrar su nombre. «Jake…»
Su determinación se hizo añicos. Abrazándose las rodillas contra el pecho, se derrumbó, sollozando en la oscuridad.
La noche transcurrió en una niebla de dolor. Por la mañana, Kallie había recuperado la compostura. Tenía mejor aspecto, aunque el pálido cansancio persistía en su rostro mientras se obligaba a levantarse.
Clayton llegó y se quedó helado al verla. «Kallie», dijo en voz baja, con la preocupación grabada en el rostro. «El médico ha dicho que necesitas descansar. No has dormido, ¿verdad?».
Evitando su mirada preocupada, Kallie volvió la cara, no quería que la viera en un estado tan vulnerable. Pero su voz ronca la traicionó. «Clayton… ¿Ha encontrado algo la policía?»
Aún se aferraba a un frágil hilo de esperanza. Había enviado el ADN de sus hijos a la policía, esperando un resultado oficial, esperando que tal vez el cuerpo no fuera el de Jake. Sin mediar palabra, Clayton le entregó un documento sellado. «No lo he leído», murmuró. «Deberías verlo antes».
Las manos de Kallie temblaron cuando cogió la carpeta, con el corazón acelerado. Lentamente, la abrió.
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