Capítulo 758:

Kallie sonrió suavemente. «Ya estoy bien. Además, no está lejos. Tengo que ir a buscarlo».

Clayton respondió de inmediato: «Cuando estés lista, podemos irnos mañana, ya que los meteorólogos han dicho que hará un día soleado. Hace días que llueve a cántaros y he oído que algunos pueblos de las afueras están sumergidos y las carreteras se han vuelto intransitables.»

Esta noticia provocó una oleada de inquietud en Kallie. Sintiendo su angustia, Clayton se apresuró a consolarla. «Estoy seguro de que Jake está bien. No hay por qué preocuparse».

Kallie sólo esbozó una media sonrisa y observó las líneas de cansancio que se dibujaban en el rostro de Clayton.

Cuando Clayton estaba a punto de salir, Kallie sintió el impulso de hablar. «¿Señor Morgan?»

Clayton hizo una pausa y se volvió, con el rostro iluminado por un destello de expectación.

Kallie tomó aire, haciendo una breve pausa. «Últimamente te estás exigiendo demasiado. Deja que te invite a cenar algún día. Yo invito».

Y añadió rápidamente: «Ah, y mis hijos también nos acompañarán». El brillo de los ojos de Clayton se atenuó mientras esbozaba una sonrisa. «Estamos más allá de las formalidades, ¿no? Bueno, ya que me has invitado, ¿cómo podría negarme? Busquemos un momento que nos venga bien».

Kallie observó a Clayton mientras se alejaba, sintiendo una mezcla de gratitud y preocupación.

Esa misma noche, Jake tuvo un sueño aterrador. Se despertó bañado en sudor, con la vieja herida del costado palpitándole a cada latido. Haciendo acopio de sus sentidos en medio del sonido de una lluvia incesante, sus pensamientos vagaron hacia Kallie, despertando una mezcla de preocupación y añoranza.

La última pesadilla de Jake se centraba en Kallie. En las inquietantes profundidades de su sueño, Kallie se veía obligada a colaborar con Clayton para seguirle la pista, pero éste conspiraba secretamente contra ella.

Durante todo el sueño, Kallie permaneció inconsciente del engaño. Sin saberlo, caminó directa hacia la trampa de Clayton, cada paso deliberado y calculado.

Jake, desesperado por advertirla, no podía pronunciar palabra. Por más que intentaba gritar, la voz le fallaba. Al final, sólo pudo ver cómo Clayton llevaba a Kallie cada vez más lejos.

Desde el momento en que recuperó la memoria, Jake había percibido algo inquietante en Clayton. Aunque Clayton no había participado directamente en los planes manipuladores de Cara, había desempeñado un papel en encubrirlos. Más condenatorio era el hecho de que cuando Jake había perdido la memoria, fue Clayton quien había presentado engañosamente a Kallie como Sarah. Clayton le había mentido. Estas revelaciones pintaron un cuadro claro: Clayton no era tan inocente como parecía.

Con esto en mente, Jake sabía que tenía que volver urgentemente a Burmoos. Había perdido su teléfono y no tenía los datos de contacto de Kallie. Aunque tenía el número de Clayton, no parecía prudente ponerse en contacto con él. Jake frunció el ceño, sumido en sus pensamientos, cuando de repente la luz se encendió con un chasquido agudo.

Jake miró cautelosamente hacia la puerta y preguntó: «¿Quién es?». Era Lacey, en camisón. Con un poco de vergüenza, explicó: «Oí tu voz y me preocupé de que algo fuera mal, así que vine a comprobarlo». La tensión en los ojos de Jake se suavizó. «Estoy bien. Siento haberla molestado. Señorita Payne, ya puede irse a descansar». Lacey se agarró con fuerza al marco de la puerta, pero la curiosidad pudo con ella. «Estaba teniendo una pesadilla, llamando a Kallie. ¿Es tu mujer?»

Jake no tenía muchas ganas de hablar del tema, pero respondió pacientemente con un movimiento de cabeza.

Lacey le devolvió el asentimiento y se detuvo antes de marcharse, aconsejándole que tuviera cuidado en los próximos días para no agravar su lesión.

La lluvia persistió ligeramente durante toda la noche, pero cesó por la mañana. No sólo había dejado de llover, sino que también había salido el sol, señal de una pausa en el tiempo. Los aldeanos, encantados por el cambio, lucieron sonrisas por doquier. Incluso la típicamente estoica Lacey sonreía mientras se afanaba en la cocina.

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