Capítulo 704:

La expresión preocupada de Calvin se suavizó y le ofreció a Kallie una pequeña sonrisa tranquilizadora. Era un chico tan dulce. «De acuerdo», respondió obedientemente.

De repente, Kallie se dio cuenta de lo afortunada que era. Al menos, tenía hijos extraordinarios como Calvin y Sophie. Ellos lo eran todo para ella, un regalo del destino, su ancla en este mundo de locos. Aunque la habitación privada del hospital tenía una cama cómoda para los familiares que se quedaban, Kallie apenas pudo dormir.

La fiebre de Elma seguía subiendo y ella se despertaba llorando varias veces. Una y otra vez, Elma se despertaba y encontraba a Kallie junto a su cama. De repente, como salida de la nada, se echaba a llorar y su pequeño cuerpo se deshacía en sollozos. Nadie, ni siquiera la propia Elma, podía entender esas oleadas de emoción.

Kallie consolaba pacientemente a Elma, evitando que se agitara demasiado y reabriera las heridas.

Tras su arrebato emocional, Elma quedaba exhausta, con el cuerpo agotado. Se quedaba tumbada en silencio, con la mirada fija en Kallie y una súplica silenciosa de consuelo.

Sintiendo la necesidad de Elma de estar cerca, Kallie se tumbó a su lado. «¿Qué te pasa, cariño?», le preguntó en voz baja.

Elma se acurrucó junto a Kallie, enterró la cara en su pecho y aspiró su reconfortante aroma. «Nada», murmuró.

Tras un breve silencio, Elma añadió, con voz apenas por encima de un susurro: «Deberías irte mañana. No te preocupes por mí. No soy tu hija. Tú sólo… Sólo te estás entrometiendo».

Kallie suspiró. Elma era sólo una niña, pero ya comprendía el aguijón de aquellas palabras y la implicación de una intromisión no deseada.

Aunque Elma a menudo se mostraba testaruda, Kallie sabía que era una niña brillante, demasiado perspicaz para su propio bien. Era como si comprendiera el mundo con una claridad dolorosa que la mayoría de los niños de su edad ignoraban felizmente.

A Kallie le dolía Elma. Acarició suavemente la espalda de Elma, tratando de ofrecerle algo de consuelo. «No te preocupes, Elma», la tranquilizó. «Me quedaré hasta que te sientas mejor».

«Calvin también está aquí contigo y Sophie vendrá de visita mañana. ¿Quieres comer algo? ¿Algún juego al que quieras jugar para pasar el rato?».

Las lágrimas brotaron de los ojos de Elma, pero sus siguientes palabras fueron como puñales en el corazón de Kallie. «No necesito tu falsa amabilidad», le espetó. «Mi madre dice que eres una amante».

Kallie se congeló, su mirada se endureció.

El miedo se apoderó de Elma, que instintivamente levantó las manos para protegerse la cara. Pero el golpe esperado no llegó.

En su lugar, Kallie dejó escapar un suspiro cansado.

Kallie arropó a Elma con cuidado. «Te has despertado sudada, ¿eh?», preguntó en voz baja. «¿Tienes más calor ahora? Si es así, puedo ayudarte a ponerte ropa nueva y sábanas limpias en la cama».

Elma vaciló, con los ojos fijos en Kallie. «¿No estás enfadada conmigo?», preguntó, con un deje de desafío en la voz. «No quise decir lo que dije. Es sólo que… bueno, es lo que mi madre me dijo que dijera. Dijo que si no fuera por ti, no tendría tan mal carácter, siempre enfadada, y las cosas no estarían tan revueltas entre ella y mi padre».

Kallie mantuvo la compostura, su rostro no mostraba ningún indicio de enfado. La idea de enfadarse se le había pasado por la cabeza, pero no iba dirigida a Elma. La pobre niña estaba completamente libre de culpa en todo esto. ¿A qué estaba jugando Cara? Era una pelea entre adultos. ¿Por qué meter a una niña? Y honestamente, ¿eran las cosas realmente tan terribles entre Cara y Jake? Ella lo dudaba.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar