La exesposa muda del multimillonario -
Capítulo 307
Capítulo 307:
Junto con la carta se incluía una lista de empresas, nombres y entidades con los que Kallie nunca se había topado. Estas empresas, sorprendentemente, se las habían dejado sus padres.
Tras la muerte de Roderick y antes de que Jake pudiera ejercer ningún control, Shirley había reclamado rápidamente esos activos. A lo largo de los años, Jake había conseguido recuperar algunos, aunque ahora estaban llenos de complicaciones y enredos legales.
Tras su propia expulsión de la familia Reeves, Jake había vuelto a perder el control sobre estas empresas.
En su carta, Jake expresaba su profundo pesar por estas retorcidas circunstancias y añadía generosamente varios millones de dólares a la herencia como forma de compensación. Jake también ofreció su ayuda si Kallie decidía reclamar activamente sus bienes.
Al asimilar esta carta, Kallie fue golpeada por una oleada de melancolía. Los rumores de la ruina financiera de Jake habían llegado a sus oídos. Sin embargo, allí estaba él, contra todo pronóstico, decidiendo devolverle lo que era suyo por derecho e incluso más.
Conmovida por su gesto, Kallie aceptó el legado sin reservas, reconociendo el lugar que le correspondía. Kallie pensaba devolver los cheques que Jake le había enviado a través de Ewing como muestra de su nueva determinación. No necesitaba dinero. Su atención se centraría en la herencia más amplia, las empresas que sus padres le habían dejado.
Llena de una nueva determinación, Kallie buscó a Ewing. Era hora de arreglar las cosas, de recuperar lo perdido y de enfrentarse a quienes la habían agraviado. Kallie compartió sus intenciones con Ewing, con su determinación clara y su camino marcado.
Ewing respondió con un suspiro reacio. «Quiero ayudar, Kallie, pero Jake me ha dicho que se marcha hoy. Es probable que haya subido al avión».
La noticia pilló a Kallie desprevenida. ¿Jake se había ido? La idea la dejó perpleja. La marcha de Jake parecía fuera de lugar, un marcado contraste con la tenacidad que ella asociaba con él. Le pareció una concesión que no esperaba de él, que se marchara justo cuando ella pensaba que se atrincheraría y lucharía por sus legítimas reivindicaciones en Burmoos.
Tras reflexionar un poco, Kallie empezó a comprender las posibles razones de su decisión. El aguijón de la traición, especialmente de los más cercanos, podía ser abrumador.
Aunque una parte de Kallie se sentía inclinada a ver su marcha con desdén, la realidad de su decisión provocó una punzada de arrepentimiento, un ablandamiento de sus sentimientos hacia él.
Suspirando, Kallie se levantó con la intención de abandonar la habitación.
«Espera. La voz de Ewing detuvo su retirada, con el rostro marcado por la solemnidad. «Hay algo que tenemos que discutir. Es una conversación pendiente desde hace mucho tiempo».
El corazón de Kallie dio un vuelco, una mezcla de inquietud y curiosidad se agitó en su interior mientras se giraba para mirar a Ewing.
Mientras tanto, en el hospital, el ambiente era tenso. Klein entró en la sala de Bria con su séquito de sirvientes cargados de cajas de regalo adornadas.
Bria yacía consciente, con los ojos fijos en el mundo al otro lado de la ventana y una frágil cuerda que la unía a la vida mediante una máscara de oxígeno. Los médicos habían dejado claro que su estado era crítico y que cualquier complicación podría ser fatal para ella.
Cuando Klein se acercó a su cama, le habló con una ternura que contradecía la gravedad de su situación. «Bria, no te preocupes. Me he ocupado de todo. He encontrado a otra persona para que cargue con la culpa. Ya no tendrás que preocuparte por este incidente».
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