La exesposa muda del multimillonario -
Capítulo 306
Capítulo 306:
Mientras la multitud empezaba a diluirse, los susurros de cotilleos seguían llegando a los oídos de Kallie.
«Si yo fuera Jake, me mortificaría siquiera poner un pie aquí. Es francamente vergonzoso».
«¿Por qué se molestó en venir? ¿Era realmente sólo para defender a Kallie? ¿Pero no estaban en malos términos?»
«No estás viendo el panorama general. Con la creciente influencia de Kallie, obviamente está tratando de arreglar las cosas, con la esperanza de que ella pueda ofrecerle algunas oportunidades».
«Es irónico, ¿no? Siempre se llevó a sí mismo con tanta arrogancia, y ahora aquí está, humillado. Me encantaría ver cómo maneja este giro».
En medio de estas conversaciones, una oleada de desconcierto inundó a Kallie. Jake también debía de haber oído esos susurros. Sin embargo, a pesar de todo, su expresión permaneció estoica e inquebrantable, como si las agudas palabras fueran mero ruido de fondo, irrelevantes para su presencia. Ese comportamiento inquebrantable era tan característico de él.
Kallie conocía a Jake mejor de lo que la mayoría podría afirmar. Su orgullo no era de los que se doblegaban fácilmente, y menos para ganarse el favor de ella, como sugerían las habladurías. Kallie no estaba segura de por qué Jake había salido en su defensa, pero intuía que, bajo su exterior indiferente, debía de estar agitándose un torrente de emociones.
Kallie mantuvo la distancia, observando a Jake desde lejos. El pasado que compartían era ahora un gran abismo. No había tenido el valor de superarlo. A través de sus pruebas, Kallie había aprendido la lección crucial de priorizar su propia vida por encima de todo.
Cuando Jake terminó su conversación con Ewing, se volvió y miró fijamente a Kallie. En ese breve instante, Kallie creyó vislumbrar un torbellino de emociones en la mirada de Jake, pero desaparecieron tan rápido como habían aparecido.
Jake se dio la vuelta, lanzando una última mirada al aire antes de marcharse, dejando a Kallie con una repentina y aguda punzada de tristeza. Kallie no podía deshacerse de la sensación de que ésta podría ser la última vez que se vieran.
De vuelta en la soledad de su habitación, llevada por un impulso, Kallie abrió la caja enviada por Jake. En su interior, para su asombro, había una tarjeta negra, de las que se asocian con una riqueza considerable.
Además, unos asombrosos diez millones de dólares representados en libretas de ahorro y cheques yacían junto a una colección de cartas personales de Roderick, su abuelo e, inesperadamente, Jake.
Las cartas de Roderick y de su abuelo eran reliquias familiares de su pasado, anclas emocionales preciadas que había dejado en la finca Reeves.
La agitación en el seno de la familia Reeves le había impedido recuperarlas, pero recordaba íntimamente su contenido, líneas que la habían reconfortado en momentos solitarios y difíciles. Se las sabía todas de memoria.
La carta de Jake, sin embargo, fue una sorpresa. Kallie no había esperado que él se comunicara con ella, dada su tensa historia. Sus dedos temblaron ligeramente al desdoblar el papel, revelando un mensaje que comenzaba con una distancia formal, pero que poco a poco revelaba profundas ideas personales.
La carta explicaba la presencia de los objetos en la caja: «Roderick siempre decía que eras demasiado blanda de corazón, demasiado fácil de influenciar e intimidar por los demás. Quería armarte cuando estuvieras preparada para defenderte por ti misma.
Consideró la posibilidad de dártelas antes, pensando que podrías necesitar algo en lo que apoyarte, pero sabía que aún no habías llegado a ese punto. Pensé que te quedarías con los Reeves, al abrigo de la familiaridad y los lazos familiares.
Ahora, veo que es hora de que reclames lo que siempre ha sido tuyo. He guardado esto para ti durante años. Es hora de devolvértelos».
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