La exesposa del CEO es una cirujana -
Capítulo 96
Capítulo 96:
Cuando el avión despegó de la pista, Shantelle dijo:
“SI vamos a salir del país, más te vale que hayas traído mi pasaporte”.
“No, no. Vamos a dar una vuelta por el aire y haremos paracaidismo”, dijo Evan de la nada.
Inmediatamente, los ojos de Shantelle se abrieron de par en par.
“¿Estás intentando matarme, Evan? No puedo hacer paracaidismo. Me dan miedo las alturas”, respondió ella.
Evan se echó a reir y la rodeó con el brazo.
“No te preocupes, yo saltaré primero y te atraparé cuando te toque”, bromeó.
“¿Qué clase de idea de cita es ésta, Evan?”.
Shantelle golpeó a Evan en el brazo.
“¡Te juro que si me llevas a hacer paracaidismo, te visitaré en la villa y pondré una cucaracha en tu habitación!”, dijo enfadada.
“¿Qué? ¿Qué clase de respuesta es ésa?”, preguntó
Evan, riéndose incontrolablemente.
“Me conmueve, que tengas la intención de visitarme en nuestra casa marital, independientemente de tu intención”.
Efectivamente, Shantelle lo conocía bien. No es que tuviera miedo de las cucarachas, pero le daban demasiado asco.
En los siguientes minutos, Evan y Shantelle conversaron. Finalmente, Evan admitió que irían a un lugar especial, y no, no iban a hacer paracaidismo.
Pero aun así, no reveló su destino final. Pronto, una azafata sirvió a la pareja vino tinto con nueces, uvas y queso. Solo después de tomar cuatro copas de vino, Shantelle se quedó dormida en su asiento, con la cabeza apoyada en el hombro de Evan.
Pasaron las horas y Shantelle se despertó con un gruñido en el estómago. Tenía una manta a su alrededor y sentía el brazo de Evan rodeándole la cintura. Shantelle dedujo cómo terminó apoyada sobre el pecho de Evan.
“¿Evan? ¿Seguimos volando? ¿Qué hora es?”, preguntó.
Cuando revisó su reloj, se alarmó al darse cuenta de que llevaban cinco horas volando. Con razón tenía hambre.
A pesar de su pánico, Evan ordenó con calma que le sirvieran la comida.
“Come poco. Llegaremos dentro de dos horas y allí tendremos nuestra cena especial”, dijo.
Shantelle se quedó perpleja. ¿Faltaban todavía dos horas? ¿Adónde la llevaba ese hombre? Lamentablemente, Evan no le daba ninguna pista. Así que siguió sus órdenes y comió lo que parecía comida de cinco estrellas. Evan también comió.
“Puedes descansar una hora más o, si quieres, puedes prepararte para nuestra cita. Hay un estilista a bordo para peinarte y maquillarte. También tengo un vestido para que te pongas”, le dijo después de terminar.
Shantelle optó por la segunda opción. Después de dormir cinco horas seguidas, no tenía más sueño, ni siquiera después de otra copa de vino.
El vestido que Evan le compró era de color añil, Le cubría los brazos hasta los codos. Tenía un top de satén con piedras de Swarovski adornadas en el escote. La falda del vestido era de un tono añil más oscuro, con dos capas de tela.
La capa exterior era de encaje, donde el dobladillo estaba bordado con flores y decorado con más piedras preciosas.
Evan también le había preparado un conjunto de joyas doradas, un bolso dorado y unos tacones del mismo color.
Una estilista la peinó y maquilló desde un asiento en la parte trasera mientras Evan se cambiaba en el cuarto de baño. Una hora más tarde, ambos terminaron de alistarse.
Shantelle pensó que Evan estaba guapísimo, vestido con un esmoquin del mismo tono que su vestido.
Como de costumbre, llevaba el cabello peinado hacia arriba con gel y siempre llevaba la barba crecida solo dos milímetros. Olía a perfume lujoso y tenía esa sonrisa se%y que había lucido con confianza durante las últimas semanas.
Shantelle solo podía suponer que era porque había permitido que su relación se desarrollara así.
‘Más vale que sea así’, pensó ella.
“Un tono azul te hace destacar, Shanty”, sugirió Evan.
“Estás muy hermosa”.
La azafata le dio a Evan un ramo de girasoles y él se lo pasó a Shantelle.
“Escuché que la Tía Eleanor ha estado plantando semillas, así que no creas que es un desperdicio”, le dijo.
Shantelle sólo soltó una risita. Sujetó la flor con cuidado.
“Sí, pronto tendremos una plantación de girasoles. La próxima vez que me regales tulipanes, incluye los bulbos para que podamos plantarlos”, contestó.
“Mamá está pensando en dedicarse al negocio de las flores, gracias a ti”.
“Tulipanes más bulbos, entendido”, reconoció Evan.
Acompañó a Shantelle a sus asientos, y desde allí, sacó una venda para los ojos.
“Lo siento, pero ya casi estamos llegando. Es hora de tapar tus bonitos ojos”.
Pronto, Evan y Shantelle llegaron al lugar de su cita. Shantelle no tenía ni idea. El piloto tampoco anunció dónde aterrizaron. Después del vuelo, Evan la guió hasta la pista, indicándole que posara para una foto con él.
“Sonríe a la cámara. Miguel nos está tomando una foto… y no, no te quites la venda de los ojos”, dijo Evan, sujetando a Shantelle por la cintura.
“Primer recuerdo de nuestra segunda cita, capturado”, afirmó.
Shantelle se quejó de que le taparan los ojos, pero Evan le aseguró que tomarían otra foto en su regreso a Rose Hills, con los ojos mirando directamente a la cámara.
De momento, tendría que aguantarse. Subieron a un coche alquilado y estuvieron en la carretera solo diez minutos.
“Ya llegamos ¿Estás preparada para quedar impresionada?”, dijo Evan.
Se inclinó hacia Shantelle.
“¿Me das un beso muy largo si te quedas sorprendida?”, le susurró al oído.
Shantelle se rio y lo apartó.
“Aún no estoy impresionada”, dijo.
Evan sonreía de oreja a oreja mientras que el coche se detenía. Andy y Miguel los acompañaron a una famosa estructura de la ciudad. Ya era tarde cuando llegaron, así que solo había unas pocas personas alrededor.
Además, Evan pagó por tiempo privado en dicho lugar turístico, incluyendo una cena exclusiva. El lugar estaba prácticamente cerrado solo para su cita.
“Hace frío”, comentó Shantelle.
“¿Por qué no dejamos las flores en el coche?”
“Porque, tenemos que capturar cada recuerdo, incluyendo la manera en que sostienes las flores”, sugirió Evan.
“¿Estás lista para ver dónde estamos?”.
“Tengo mucha curiosidad”, dijo Shantelle.
Después de todo, ¡Habían estado en el avión durante siete largas horas!
“Miguel, prepárate para grabar la reacción de Shanty”, ordenó Evan.
Puso a Shantelle frente a él. No pudo contener la sonrisa mientras le quitaba lentamente la venda de los ojos.
Cuando Shantelle abrió los ojos, miró a Evan curiosamente. Sonrió ante su emoción.
“Date la vuelta, Shanty. Este es el viaje al que no logré llevarte en el pasado”, lo escuchó decir.
Shantelle aún no reconocía su entorno. Sus cejas se fruncieron ante las palabras de Evan. Pronto, se dio la vuelta calmadamente y en el momento en que vio dónde estaba parada, las lágrimas rodaron por su cara, su corazón se aceleró y sus mandíbulas se abrieron.
“¡Cielos! ¡Evan! No puedo creerlo”.
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