Capítulo 70:

“Me sentiría mucho mejor si estuvieras sana y salva en Rose Hills”, agregó él.

Shantelle se quedó callada.

“No lo sé, Evan. Mi vida está aquí. Quizá esto se me pase. Tal vez no era sobre el trasplante de corazón; puede que haya otra razón y que atrapen al culpable. Quizá todo vuelva a la normalidad para mí. Además, yo… yo no tengo casa en Rose Hills. Vendimos nuestra Casa, ¿Recuerdas?”, contestó luego.

“En realidad… sobre eso”. Evan reveló:

“Tu casa todavía está bien cuidada”.

Shantelle lo miró con una expresión confundida, así que él sacó su teléfono y le mostró fotos de la propiedad de los Scott en Rose Hills, incluyendo el contrato de compraventa.

“Le compré la propiedad a los Jones el mismo año que tú te fuiste. Quería devolvértela. Siempre tuve la esperanza de que volvieras”, le dijo.

Los ojos de Shantelle se abrieron de par en par. Se quedó sin palabras. Ojeó el teléfono de Evan y analizó las fotos de su antigua casa una por una.

“Solo para que sepas, Shanty, siempre tendrás un hogar en Rose Hills. Solo tienes que decirlo y haré que la antigua propiedad de tu familia se transfiera a tu nombre”, dijo Evan.

“Piénsalo”.

Pasó otro día. Era hora de que Evan y los Thompson volaran de vuelta a Rose Hills. Estaban despidiéndose en la pista de aterrizaje, en el área de los vuelos privados.

Shantelle y Lucas abrazaron a Clara, Erick y ala Señora Shaw antes de que los ayudaran a subir a la ambulancia aérea.

Aunque Erick estaba mejor, Evan no quería arriesgarse. Podía pasar cualquier cosa, teniendo en cuenta que su padre había sido operado a corazón abierto recientemente. Por lo tanto, decidió regresar a casa en ambulancia aérea.

Evan se quedó en la pista esperando a Lucas y Shantelle. Abrazó a su hijo con fuerza, le besó las mejillas.

“Te voy a extrañar, Lucas. Pórtate bien con tu mami”, le dijo.

Lucas ya estaba llorando. Lo había estado haciendo desde que se despidió de sus abuelos paternos.

“Yo también te extrañaré, papi. Te amo”, respondió.

“Yo te amo más, chiquitín”, respondió Evan.

“Te llamaré todos los días”.

Y llegó el momento de que Evan se despidiera de Shantelle.

“Regresaré en unos días. Solo voy a acomodar a mi madre y a mi padre. También tengo que ocuparme de un asunto muy importante de trabajo, pero luego volveré”, le dijo.

“Vale, gracias Evan, por todo. Por los guardaespaldas y por todo”, dijo Shantelle.

Su voz se volvió suave.

“Y emm… por supuesto, gracias de nuevo por salvarme de esa moto”, agregó.

“Shanty, no tienes que agradecérmelo. Si volviera al pasado, igual haría lo mismo: intervenir para salvarte sin pensarlo”.

La agarró del brazo.

“Eso es lo mucho que me importas”, agregó.

Shantelle no sabía por qué, pero acabó sonriendo mientras sacudía la cabeza. Evan soltó una risita ante su reacción, completamente complacido de verla sonreír.

“¿Qué?”, preguntó Shantelle.

“Agradece que sonreí”.

“Oh, sí que lo estoy. Eso es mucho mejor que tu expresión habitual de fastidio”, comentó él.

No lo dijo, pero, ¡Podía sentir que estaba entrando en su corazón! La sonrisa de Shantelle tardó unos segundos en desaparecer.

“Adiós, Evan. Cuídate”, dijo.

“igual, cuídate”, dijo Evan.

Extendió los brazos.

“¿Puedo al menos… recibir un abrazo?”, preguntó.

Shantelle dudó un momento, pero pronto se lo permitió. Se abrazaron y se separaron rápidamente.

“Nos vemos dentro de unos días, y piensa sobre lo de volver a Rose Hills”, le recordó Evan antes de subir al avión.

La madre e hijo observaron cómo la ambulancia aérea despegaba de la pista. Shantelle miró hacia atrás y vio que Andy y Mark le hacían señas para que volviera al coche. Estaba a punto de sugerirle lo mismo a su hijo.

“Mamá, quiero que vayamos a Rose Hills con papi”, dijo Lucas de repente.

‘Buenos días. Espero que hayas descansado. Mamá te manda saludos y te extraña’, dijo Evan en un mensaje.

Shantelle leyó el mensaje de Evan, incluía una foto de Clara y Erick desayunando en la vieja mansión de los Thompson. Esto la hizo sonreír, pensando en la cantidad de tiempo que había pasado en esa casa.

‘Por favor, dile a los tíos que yo también los extraño. Gracias por la foto’, respondió.

Después de enviar el mensaje, Shantelle volvió a revisar el expediente de un paciente. Sin embargo, justo cuando estaba en ello, le llegó otro mensaje.

‘Alguien más también te extraña’, continuó Evan.

Al leer el mensaje, Shantelle se quedó perpleja. Permaneció mirando el teléfono durante unos segundos, pensando sobre con quién estaba hablando realmente. ¿Realmente era Evan? No Iba con su carácter.

“Doctora Shant, sé que aún no ha desayunado, así que el jefe me dijo que le trajera esto”, interrumpiendo su hilo de pensamientos, Miguel entró en su oficina.

Le dio una bolsa de comida con una caja transparente, que contenía panqueques con crema batida. Shantelle no podía creer lo que veían sus ojos.

El paquete tenía el logotipo del Hotel Century, lo que significaba que Miguel había conducido una hora para conseguir los panqueques. En realidad, tenía que admitirlo. Evan conocía sus gustos. Al fin y al cabo, se conocían desde que eran jóvenes. Cada delicia que le había enviado hasta entonces era sublime.

Sin embargo, el panqueque era una nueva adición a su lista de placeres. Rara vez comía panqueques en Rose Hills, así que, ¿Cómo sabía él de los panqueques del Hotel Century?

Todo un misterio. A pesar de no saber la respuesta, Shantelle agradeció a Miguel por el desayuno. Habían pasado cuatro días desde que Evan abandonó Warlington.

Hasta el momento, no se habían encontrado ninguna amenaza. Aun así, Andy, su jefe de seguridad, aseguraba minuciosamente su ruta diaria.

Shantelle ya no llegaba y se iba por la entrada principal del hospital. Su coche entraba en una ruta vigilada, que originalmente era exclusiva para las ambulancias. El hospital tenía otras entradas para el personal y los proveedores, pero la administración permitió el acceso de Shantelle en la ruta de ambulancias al considerar el incidente de la motocicieta.

Por la noche, Shantelle se fue a casa con Miguel y Andy. Estaban en medio del tráfico cuando Evan la llamó.

“¿Si, Evan?”, contestó ella.

“Shanty, ¿Cómo estás?”, preguntó él.

“Estoy bien. No ha pasado nada malo. Otro día como de costumbre en el hospital”, informó Shantelle, con la vista fija en las calles concurridas.

“¿Quién está contigo?”, preguntó Evan.

“Debería ser el turno de Andy y Miguel para llevarte a casa. Yo asigné sus horarios. Mark y el Chófer de tu familia ya deberían haber llevado a Lucas a casa”.

“Ya está en casa. Llamé a casa hace un momento”, reveló Shantelle, refiriéndose a su hijo.

“Y sí, Andy y Miguel me están llevando a casa”.

“Déjame ver”, sugirió Evan.

“¿Qué?”, preguntó Shantelle.

“Ponme en video llamada y déjame ver si Andy y Miguel realmente están haciendo su trabajo”, dijo Evan.

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