La exesposa del CEO es una cirujana
Capítulo 250

Capítulo 250:

“Mi clienta aceptó un divorcio de mutuo acuerdo. También accedió a no recibir ninguna manutención y a la retirada de las inversiones de los Ross y del Señor Franco, siempre y cuando se cumpla lo siguiente”, los abogados empezaron a enumerar sus exigencias:

“Que no se filtre nada sobre el asunto de nuestra clienta, ni dentro de la firma ni fuera de ella, y que el Grupo de Empresas Thompson no imponga una sanción comercial contra la firma, ni contra ningún negocio perteneciente a la familia de nuestra clienta”.

Sean miró a sus amigos y, con el asentimiento de todos ellos, aceptó los términos.

Al final se firmó el acuerdo de divorcio.

Las inversiones pertenecientes a Sean y su familia fueron devueltas en forma de cheque, incluyendo la de Wendell.

Entonces, Sean cedió todos los derechos de la empresa a Brooklyn sin vacilar.

Dos días antes de su operación, Sean ahora ya estaba libre de Brooklyn. Aún así, solo faltaba que el tribunal formalizara el divorcio.

“¿Cuándo se aprobará el divorcio?”, le preguntó Sean a Wendell.

“Mi padre dijo que habló con el juez. Tardará por lo menos un mes”, respondió Wendell.

“La mayoría de los procesos de divorcio duran hasta un año, pero para uno de mutuo acuerdo, un mes es lo más rápido. No te preocupes. Me mantendré al tanto”.

“Te juro que después de que se apruebe el divorcio, ella va a caer”, prometió Sean.

Los amigos discutieron el resto de sus planes en la oficina de Evan.

Las condiciones del acuerdo de divorcio hacían parecer que Brooklyn se libró fácilmente, pero esa solo era la primera fase de sus planes.

Primero, tenían que hacer que Brooklyn aceptara un divorcio de mutuo acuerdo sin manutención para no dilatar el proceso.

Sin embargo, una vez que el juez aprobara el divorcio, irían con todo contra ella.

Todos estaban tomando un refresco en la oficina del hombre.

Luego, Evan le preguntó a su amigo:

“¿Anna dijo que va a cooperar?”.

Sean asintió y dijo:

“Sí, ella aceptó”.

“¿Y el Ministerio de Trabajo? ¿Cómo va nuestra solicitud?”, preguntó Sean.

Sean vio en los libros de contabilidad cómo Brooklyn lo nombró a él como la persona que autorizó una auditoria para el Ministerio de Trabajo.

Sin embargo, eso era imposible porque en ese momento, él estaba en coma. Le pareció sumamente sospechoso que solicitara una investigación.

Evan asintió y respondió:

“Se pondrán en contacto con nosotros en una semana”.

“Vamos a preocuparnos de eso más tarde. Lo más importante ahora es tu operación”, propuso Keith.

Se giró hacia Sean y le preguntó:

“¿Estás listo?”.

Sean asintió y respondió:

“Sí, Reese me está ayudando para que pueda volver a estar en forma lo más rápido posible. Si todo sale bien, en una semana podré volver a caminar con normalidad”.

“De nuevo, siento mucho todo esto, Sean”, dijo Evan.

“No habrías necesitado la operación de no ser por mi Director Financiero”.

“Sí, pues, si no fuera por lo que me pasó, Brooklyn no habría mostrado su verdadera cara”, respondió Sean.

“Creo que habría sido más devastador si hubiéramos estado casados un año o dos y me hubiera enterado de su verdadera forma de ser. Si fuera así, hubiera sido más difícil terminar nuestro matrimonio”.

Todos asintieron en ese momento.

De repente, Evan se dirigió a su escritorio.

Sacó un documento de su cajón y dijo:

“Sé que conocer a tu hija es motivación suficiente para que te mejores, pero quizá esto te anime aún más”.

De la nada, Evan se arrodilló frente a Sean.

Sacudió la cabeza y dijo:

“Te juro que esto fue idea de Shanty, pero ella pensó que sería divertido y que te animaría, así que aquí va”.

“¿Qué demonios estás haciendo, hermano?” le preguntó Sean, totalmente desconcertado.

“¿Te estás divorciando de Shanty por Sean?”, preguntó Wendell antes de soltar una carcajada.

“Juro que desde que Evan regresó con Shanty, se convirtió en un hombre divertido”, dijo Keith.

“No sé, hermano. Tú también te volviste más divertido ¿No crees? ¿Recuerdas tu propuesta del batido?”, le recordó Wendell a Keith.

Evan seguía arrodillado, con el documento en la mano.

Mientras sus amigos se reían de sus acciones, Evan dijo:

“Señor Sean Ross…”.

“¡Maldición, Evan se volvió loco!”, declaró Sean.

Wendell se tapó los ojos y dijo:

“No sé lo que está pasando, hermano”.

“Mi buen amigo, Señor Sean Ross, ¿Me harías el Director Ejecutivo más feliz de la tierra aceptando ser mi Director Financiero, para bien o para mal, hasta que la muerte nos separe?”, finalmente le propuso Evan.

Entonces, fue ahí cuando sus amigos empezaron a reír a carcajadas.

“¡Maldición! ¡Pensé que Evan se volvió loco de verdad!”, gritó Sean.

“Invierte el dinero de tu familia en mí y cuidémoslo juntos”, dijo Evan, refiriéndose a la inversión que Sean retiró de su empresa.

“Entonces, Sean, ¿Aceptas mi oferta?”.

“¡Acepta, hermano!”, dijo Keith, riendo a carcajadas.

“Es una oferta de trabajo y un matrimonio de negocios”.

“Me recuerda a los votos de mis abuelos”, comentó Wendell.

El tono de voz de Evan se tornó serio y reveló:

“La verdad es que te necesito más a ti. Necesito a alguien en quien pueda confiar para que me ayude a dirigir mi grupo de empresas, Sean. Si pudiera, invitaría también a Keith y a Wendell, pero ellos tienen sus propias empresas. Ahora que estás libre, pensé que era el momento perfecto para contratarte”.

La risa de Sean se transformó en una sonrisa mientras sostenía el documento.

Lo leyó brevemente y, tras pasar de una página a otra, respondió:

“Sí, Evan. Seré tu Director Financiero”.

“¡Dijo que sí!”, dijo Evan, levantándose y aplaudiendo con fuerza.

“¡Ahora soy el Director Ejecutivo más feliz de la tierra!”.

Las risas volvieron a llenar el aire de la oficina de Evan, pero pronto se silenciaron cuando Sean dijo:

“Gracias, Evan”.

Se giró hacía sus amigos y les dijo:

“Ustedes son como unos c%ndones”.

“¿Qué? ¿Qué demonios, Sean?”, le preguntó Wendell.

“Los amigos son como los c%ndones. Nos protegemos cuando las cosas se ponen duras”, dijo Sean antes de reirse.

“Ese es el Sean que conozco”, dijo Keith antes de reírse entre dientes.

“Esa fue buena”.

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