Capítulo 187:

“¿Qué tengo que hacer? ¿Qué hago?”

Mirando a Shantelle, Karise preguntó:

“Shanty, ¡Necesito operarme ya! Mis esperanzas de convertirme en la Señora Henderson están en tus manos”.

“¡Vayamos al hospital! ¡Papá! ¡Llévame al hospital!”, dijo Karise a su padre.

La mayoría de los presentes también entraron en pánico, pero Shantelle solo se rio.

De hecho, resopló por diversión.

“¡Shanty! Esto no tiene gracia. ¡Tengo un anillo de dos millones de dólares en el estómago! Por favor, ¡Dime que el anillo estará a salvo! ¿Cómo va a proponerme Keith ahora?”, dijo Karise, con los ojos llenos de lágrimas.

“¡Ayúdame a sacarlo!”

“No pasa nada. Podrás sacarlo más tarde, ¡Tal vez en uno o dos días! Entonces, Keith podrá proponértelo otra vez. Jaja”, reveló Shantelle.

“Solo cuidado con tu estómago”.

“¡Ayyyyy! ¡Eso no es nada divertido!”, gritó nuevamente Karise.

Se giró hacia Keith y le dijo:

“Bebé, ¿Por qué me lo pusiste en el batido? Deberías habérmelo dado como hace la gente normal”.

“Lo siento, bebé”.

Keith estaba perdiendo la esperanza.

Su plan de propuesta de matrimonio se convirtió en un fracaso total.

Cuando pensaba llevar a Karise al hospital para que le hicieran una radiografía, el personal de la cocina lo interrumpió.

Un joven dijo:

“Señor Henderson. Lo sentimos”.

Le dio una caja de terciopelo a Keith y dijo:

“¡Nos olvidamos de poner el anillo dentro del batido!”.

El silencio invadió nuevamente la sala.

Los hombros de todos se cayeron, aliviados de que, aparentemente, Karise no se había tragado el anillo con el batido.

Keith estuvo a punto de desmayarse.

Agradeció que el personal de cocina se hubiera olvidado de seguir sus instrucciones.

Agarró la caja de terciopelo y la abrió.

Allí estaba, el anillo de diamantes de dieciocho quilates, reluciente en aquella talla en forma de corazón.

Sacó el anillo y dejó escapar un suspiro.

Se arrodilló sobre una rodilla y luego, el personal de la cafetería dejó caer frenéticamente otro telón del techo.

Era un telón bien decorado que decía:

[Karise, ¿Quieres casarte conmigo?)

“Karise, bebé. Contigo, la vida nunca es aburrida. Hoy es un ejemplo de ello”.

Las risas resonaron entre los observadores.

Keith sonrió y siguió:

“Me encanta tu sentido de la aventura y cómo me animas a probar cosas nuevas. Quiero despertarme a tu lado todos los días de mi vida. ¿Me harías el hombre más feliz del mundo? ¿Te casarías conmigo?”.

Keith tragó saliva y agregó:

“Prometo tener más cuidado con los batidos la próxima vez”.

Las risas resonaron por toda la cafetería mientras Keith se liberaba del estrés de haber estado a punto de perder el anillo de compromiso.

Se rio brevemente con sus amigos antes de girarse hacia Karise y esperar su respuesta.

“Bebé, por favor”, dijo Keith.

“Bebé, me casaré contigo”, respondió Karise con los ojos llorosos.

Keith le puso alegremente el anillo a Karise.

Se levantó y la abrazó con fuerza.

Tras un beso, le dijo:

“Casémonos”.

“¿Qué?”, preguntó Karise con confusión.

Llegó el lunes y se celebró la boda.

Karise no podía creer lo que estaba viendo en el momento en que entró en el juzgado justamente la siguiente semana laboral.

Era un certificado de matrimonio y Keith ya había firmado con su nombre en el contrato.

El nombre de Karise también había sido impreso en el mismo documento.

Lo único que le faltaba era poner su firma.

“¿Bebé? ¿Necesitas ayuda para firmar el contrato?”, preguntó Keith detrás de ella.

Le ofreció su mano, señalando hacia donde debía firmar.

“Aquí, bebé. Aquí mismo. Déjame ayudarte”.

“Sólo quiero asegurarme de que nadie sea forzado a este matrimonio”, dijo el juez, mirando a Keith.

“No. No”.

Karise se dio cuenta de su error y sonrió al juez.

“Voy con todo en este matrimonio”.

Firmó el contrato y anunció felizmente:

“¡Ya está! Estoy casada”.

Detrás de Karise y Keith, Shantelle gritó:

“¡Felicidades!”.

Los amigos de Keith, incluyendo la familia de Karise, estaban allí como testigos.

Shantelle fue la primera en pasar al frente y abrazar a Karise.

“Me alegro mucho por ustedes, Señora Henderson. Espero con ansias que llegue la boda”. Keith insistía en firmar primero el contrato formal.

Era para evitar que su padre le diera la lata con lo de casarse con otra persona. Sin embargo, Keith y Karise habían acordado celebrar la boda oficial dentro de un mes.

“Felicidades, Keith”, dijo Evan tendiendo la mano a su amigo.

“Ya eres oficialmente un hombre casado”.

“¡Quién se hubiera imaginado que Keith se casaría antes que nosotros!”, dijo Sean, abrazando a Keith.

“Me hace preguntarme por qué no te has casado todavía”, le dijo Keith a su amigo.

“¡Podría decir lo mismo de Wendell!”.

Se hizo un silencio incómodo entre Wendell y Evan. Shantelle también levantó la ceja.

“¿Me estoy perdiendo de algo?”, preguntó Keith.

“Está claro que sí. ¿Wendell?”

“Salome y yo estamos un poco indecisos”, admitió Wendell.

“Ella ha estado distraída últimamente”.

“Deberías haberte casado con ella. Llevan cinco años juntos”, declaró Keith.

Él apoyaba la larga relación de Wendell con Salome, aunque nunca le había agradado.

Estaba bastante seguro de que a Sean y a Evan tampoco les caía bien.

“Espero que arregles las cosas con ella”, dijo Shantelle, palmeando la espalda de Wendell.

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