Capítulo 150:

“Es Scarlett, Nayla ha llamado. Scarlett no ha regresado a casa desde hace dos noches. ¡No sabe nada de ella!” exclamó Sienna, invadida por el pánico.

Jahir, sintiendo un dolor agudo en su pecho, se puso de pie y miró a Sienna, preguntando con miedo:

“¿Cómo que desapareció?”

Sienna, cada vez más desesperada, explicó que Nayla estaba incomunicada, que Scarlett había perdido su móvil.

En un arrebato de ira y desesperación, Sienna se lanzó sobre Jahir, culpándolo por enamorar a Scarlett cuando no podía ser solo para ella, pero Hassan la detuvo antes de que pudiera alcanzarlo.

En ese instante crítico, el teléfono celular de Jahir sonó con el tono que le había puesto especialmente a Scarlett.

Él atendió la llamada, haciendo un gesto para que reinaran el silencio y la calma.

“¡Ayúdame, Jahir!”

Se escuchó el grito desesperado de Scarlett, helando la sangre de los presentes.

Scarlett, con la voz llena de desesperación, gritó por ayuda al reconocer la voz de Jahir.

“¡Scarlett!” respondió él, pero en ese instante, el móvil le fue arrancado de las manos. Ella luchaba por liberarse, sus muñecas atadas tan fuertemente que comenzaba a lastimarse la piel.

“¿Por qué hacen esto? ¿Qué es lo que quieren?” gritó Scarlett, tratando de entender qué le había sucedido.

Su vida había cambiado en un segundo, un error, un taxi.

Una voz que le sonaba conocida pero ronca le ordenó que dejara de moverse para no hacerse más daño.

“¡Déjame ir!”

Volvió a gritar, pataleando en busca de la seguridad de lo conocido, aunque ni siquiera sabía dónde estaba.

Vendada de los ojos y con la boca recién liberada, comprendió que todo era parte de un plan premeditado.

Scarlett sintió un terror profundo, el miedo de que las cosas terminaran muy mal.

“Por favor, no me hagan daño. Ellos van a pagar…” dijo, intentando negociar por su seguridad. Los pasos en la baldosa anunciaban que alguien se acercaba.

“Abre la boca”

Ordenó la voz fingida.

Ella se negó, pero la insistencia y la amenaza que siguieron le hicieron entender que la situación era crítica.

Con la garganta seca y el estómago vacío, Scarlett se vio forzada a obedecer, sin saber qué le depararía el próximo momento a manos de su secuestrador.

“Te faltó mano dura para que aprendas a obedecer, te aseguro que no tengo ningún jodido problema con enseñarte” gruñó otra voz, que venía de una dirección diferente.

Scarlett, presa del pánico, presionó los dientes, negándose a ceder, pero la mano que se cerró sobre sus mejillas lo hizo con tal fuerza que no tenía opción.

A pesar de su resistencia, no quería… no podía abrir la boca.

La mano al fin la liberó, y ella sintió un breve alivio que fue reemplazado rápidamente por el miedo cuando la mano enguantada se deslizó por su cuello, apretándolo con fuerza, cortándole la respiración y obligándola a abrir la boca en busca de aire.

Solo cuando fue amordazada, la presión en su cuello cesó.

La náusea subió por su garganta, pero no tenía forma de expulsarla. Las lágrimas mojaron la venda de sus ojos y la mordaza en su boca.

Se acurrucó sobre el cartón que la separaba del frío piso, intentando calmarse.

“Dijiste que no le harías daño” gruñó una voz, sonando distante y cada vez más clara a medida que el llanto de Scarlett cesaba.

“No tengo la culpa de que no coopere, además, ya no está en mis manos, ellos son los que ahora deciden” refutó la segunda voz.

“No debí aceptarlo, no debí involucrarme con todo esto”

Se lamentó la primera voz.

“Muy tarde para lamentarte, deja que él termine de negociar. Tendrás tu parte y podrás largarte a donde te plazca” contestó la otra.

La conversación cesó y Scarlett quiso gritar, pero la mordaza lo impedía.

Su cuerpo entumecido y su cabeza daban vueltas.

Cerró los ojos esperando que Jahir viniera por ella o, en el peor de los casos, esperaba morir antes de ser utilizada para algo peor.

Mientras tanto, el secuestrador había cortado la llamada varias veces, jugando con las mentes de Jahir, Hassan y Sienna.

“¿Qué es lo que quieren? ¿Por qué no lo dicen de una vez?” preguntó Sienna, en los brazos de Hassan después de haber estado a punto de desmayarse.

Jahir dedujo que estaban jugando con sus mentes, aguardando para tener la certeza de que pagarían lo que pidan por Scarlett.

Sienna, con enojo y dolor, preguntó quién podría ser tan ruin para hacerle esto a Scarlett.

Jahir sugirió que era alguien cercano, ya que el secuestrador tenía el celular de Scarlett.

Todo estaba planeado.

“¡No lo sé, Jahir! ¡Todo lo que quiero es saber a mi hermana sana y salva! ¡Por favor, Hassan, Jahir hagan algo!” suplicó Sienna.

Jahir, Hassan y Sienna se movilizaron rápidamente al aeropuerto.

Habían solicitado que el avión estuviera listo lo antes posible, con destino a Nueva York y la misión de rescatar a Scarlett.

“Tranquila, Sienna. Haremos todo lo que sea necesario para localizar a Scarlett” aseguró Hassan. El teléfono volvió a sonar.

“Ahmad” dijo Jahir con tono serio al responder.

El secuestrador le indicó que estuviera atento a sus llamadas y le dio tiempo para aterrizar.

Jahir, apretando el móvil entre sus manos con rabia, negoció trece horas para conseguir el dinero en efectivo para el rescate antes de que el secuestrador colgara.

El piloto avisó que el avión estaba listo y todos subieron a bordo.

Jahir hizo una última llamada y envió unos mensajes antes de subir.

“¿Ahmed?” preguntó a Hassan, quien le informó que Ahmed ya había volado a Nueva York y estaría con Nayla antes de que ellos llegaran.

Nayla, sintiendo un dolor agudo en su corazón, buscaba desesperadamente a Scarlett en los lugares que conocían, sin encontrar ninguna pista.

En el hotel, todo lo que encontraron fue el auto de Scarlett con las llantas desinfladas a propósito. Nayla se culpaba por no haber seguido a Scarlett aquel día, por pensar erróneamente que necesitaba tiempo y espacio.

La angustia la consumía mientras esperaba noticias de Scarlett.

Nayla, abrumada por la desesperación y el miedo, se derrumbó en el sillón, ocultando su rostro entre las manos mientras las lágrimas fluían sin control. Se sentía culpable, como si estuviera pagando con mal la ayuda que había recibido.

Perdida en su angustia, no notó el paso del tiempo hasta que el insistente timbre la sacó de su trance.

Se levantó de un salto, con la esperanza de que fuera Scarlett regresando a casa, pero en lugar de eso, se encontró con Ahmed.

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