La enfermera del CEO -
Capítulo 155
Capítulo 155:
“Porque no es importante, Mads. Gibson puede esperar un poco más,» insiste Liam, tratando de minimizar la situación.
En eso, escuchamos los pasos de mi padre por el pasillo.
“Deberías irte, si tu padre te ve aquí, se enojará,» me advierte Liam, preocupado por las consecuencias.
Asiento, recogiendo mi pijama antes de salir de allí sin decirle nada más.
No estoy segura de querer quedarme solo con esa explicación; de repente, siento que estoy cometiendo un grave error, y no es solo por lo que me pasa con Alec.
…
POV Alec
Hoy es el día más aterrador de mi vida.
Estaba muy seguro de que ganaría el juicio después de la demanda contra Jennifer, sin embargo, al salir libre a las pocas horas, dio un giro a su favor.
He de admitir que ha sido muy astuta en todo esto.
Durante las dos semanas previas ha sido extremadamente precavida.
No ha vuelto a la empresa, porque yo se lo impedí, y me encargué de sacar a todos los directivos que se atrevieron a complotar contra mí.
Sin embargo, las cosas han estado lejos de calmarse.
Luego de sacarla, mi abuelo y yo descubrimos cosas horribles con los números de la empresa.
Lo que me ha estado sonando extraño desde hace tiempo, pero que por alguna extraña razón siempre terminaban cuadrando al final; todo había sido obra de ella y de Mason.
Han estado desviando fondos, haciendo presupuestos inflados para luego gastar poco dinero en materiales y quedarse con lo demás.
Industrias Fairchild está casi por llegar a las cifras rojas, y en mi propia cara.
Todavía me sigo sintiendo como un estúpido por no haberme dado cuenta antes.
Curiosamente, el único en quien no había querido confiar antes, Patterson, ha sido el único fiel que se mantuvo limpio de todo esto.
“Alec, ya estamos listos,» avisa mi abuelo.
“Ya voy,» respondo, sintiendo un nudo en el estómago.
Suspiro una última vez antes de salir de mi habitación.
Todavía voy en la silla de ruedas, aunque he tenido muchos avances significativos.
Por fortuna, volver de improvisto no afectó mi tratamiento.
Ahora soy capaz de dar varios pasos, aunque con apoyo. Según las previsiones de la Doctora Jocelyn, en un mes más estaré caminando de vuelta como una persona normal.
Salgo a la sala donde Patrick está esperándome para llevarme al auto. Lo veo revisando un pequeño pedazo de papel en sus manos.
Cuando me ve, lo guarda de inmediato.
“¿Ya está listo?», pregunto, notando su actitud extraña.
“Sí, ¿Qué era eso que escondiste?» inquiero, sintiendo curiosidad.
“Ah, nada. ¿Nos vamos?», responde Patrick, evadiendo mi pregunta.
Aunque me gustaría insistirle, no creo que sea apropiado.
Asiento y entonces Patrick me lleva hasta el auto, que al poco tiempo arranca directamente hacia el juzgado. Veo a mi abuelo con semblante de preocupación.
Hasta este momento todavía no me ha dicho qué es lo que tiene en contra de Jennifer, y no sé por qué, pero empiezo a pensar que no tiene nada.
Cuando llegamos allí, ya toda la prensa se encuentra reunida.
Creo que medio país está pendiente de lo que sucede entre nosotros.
Veo a Jennifer de pie afuera, la acompaña su abogado y, por supuesto, Mason.
Son incapaces de seguir fingiendo que no hay nada entre ellos.
Como saben que ya lo sé todo, simplemente se están dedicando a restregármelo en la cara.
Quisiera decir que los odio, pero ya ni siquiera eso puedo sentir por esos dos traidores.
«Buena suerte», me dice con una voz sínica.
Paso de largo e intento ignorar su burla obvia hacia mí.
«¿Dónde está? ¿Dónde está?», se pregunta mi abuelo en un susurro.
«¿Qué ocurre?»
«No ha llegado mi as bajo la manga.»
«Creo que es hora de que empieces a decirme de qué se trata todo eso, ¿No debería saberlo?»
«No, es mejor que tú también te sorprendas cuando llegue», le respondo, enarco una ceja con suspicacia, no me convence nada de lo que está planeando este hombre.
Estas dos semanas solo ha empeorado más con el tratamiento.
Ya casi no le queda cabello y se ve mucho más desmejorado.
Sé que lo perderé en poco tiempo, incluso está necesitando ayuda de un respirador, aunque todavía puede andar un poco, lo veo agotarse y quedarse sin oxígeno con tan solo agitarse levemente.
El guardia de afuera nos indica que ya es momento de pasar a la sala.
Trago en seco, la verdad es que tengo miedo del resultado de esto, podría perderlo todo solo con el veredicto del juez.
Jennifer pasa a la sala y se sienta del lado derecho.
Viktor, mi abuelo y yo, del lado izquierdo. Esperamos hasta que el juez entra en la sala y da inicio a la sesión.
No hay demasiado público, por fortuna.
«Bien, abogados, comiencen con su alegato», indica el juez.
Primero se levanta el de ella.
«Honorable juez, muchas gracias. Estamos hoy aquí porque el señor Alec Fairchild ha cometido un acto de infidelidad contra mi cliente, la señora Jennifer Martin. Por eso ella exige el divorcio, y además, que se le compense con el cincuenta por ciento de todos los bienes tanto inmuebles como no inmuebles del hombre que antes era su esposo, basándonos en la cláusula de contrato prenupcial que ambos firmaron donde él acepta darle esto si cometía un acto como ese. Además también demanda una pensión de veinte mil dólares al mes, que era el monto que se le pagaba a la enfermera del señor, y cuya mujer fue con la que le fue infiel; debido a los daños morales y porque mi cliente no tiene ningún tipo de ingreso económico ya que se dedicó a cuidar del señor Fairchild todos esos años de matrimonio e incluso después del accidente.»
Aprieto los puños con ira.
Es tan descarada que ni siquiera tiene la decencia de no pedir nada más.
No conforme con la mitad de mi dinero, también quiere una pensión.
Ahora es el turno de Viktor.
Afortunadamente para mí, Cristal, la mujer que ella había contratado, aceptó luego darnos una declaración jurada de lo que pasó aquella noche, pero eso es todo lo que pudimos conseguir.
“Su señoría, mi cliente niega rotundamente que esos actos de infidelidad se hayan dado a cabo. Esa es la razón por la que nosotros estamos respondiendo a la demanda. Alec Fairchild y la mujer que fue su enfermera durante un periodo poco menor a seis meses, Madison Jones, no han tenido ninguna relación afectiva más allá de lo profesional, enfermera y paciente. Mi cliente firmó esa cláusula prematrimonial estando muy seguro de que nunca haría tal cosa contra la señora Martin”, explica.
“De hecho, aquí tengo una declaración jurada de la señorita Vanessa Torres, alias ‘Cristal’, una trabajadora de un night club que la señora Martin contrató para que se metiera a su Casa y aprovechara el estado de inconsciencia de mi cliente para tomarse fotos desnuda con él. Lo que prueba que la señora Martin siempre ha buscado esa supuesta ‘infidelidad’ para quitarle la mitad del dinero a mi cliente”.
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