La enfermera del CEO
Capítulo 136

Capítulo 136:

“¿Yo qué?”, pregunta él, perdido por completo en el tema que están conversando.

“Irás a Suiza con Alec a ponerse el tratamiento para que vuelva a caminar”.

“¿De verdad?”

“Todavía no lo sé”, responde Alec mirando a su abuelo con mala cara.

“Recuerda que el juicio contra los fabricantes es en una semana”.

“No tienes que estar ahí, con que esté tu abogado y yo es suficiente”.

Vuelven a casa, donde por fortuna, Alec no tiene que ver a Jennifer.

Al menos por un par de horas, hasta que llegue de su empresa.

Odia con todo su ser verla ahí, le dio demasiado poder y ahora no tiene idea de cómo va a hacer para recuperarlo, pero quizá el tratamiento funcione y por fin consiga tener algo de control de nuevo en su vida.

Esto lo hace por él, pero también por Madison.

Es lo que ella hubiese querido para él, de hecho, es lo que siempre le pidió que hiciera desde el día uno que lo conoció.

Verla con ese hombre lo motivó a hacerlo. Y a pesar de que ella se case con él y no sea para Alec, no importa, esto es algo que se debe a sí mismo.

Cuando llegan a la casa, le dice a su abuelo que le dé el número del doctor.

“Te contestará enseguida. Si le dices que es de mi parte, ya había hablado con él cuando viajé a averiguar sobre eso. Él tiene una agenda apretada, pero estoy seguro de que aceptará verte”.

Alec debe reconocer que le pone muy nervioso tener que llamarlo. Sus manos tiemblan mientras presiona las teclas en la pantalla.

El celular repica un par de veces hasta que el hombre al otro lado le contesta.

“Hola, ¿es el Doctor Gregorre Bloch?”

“Así es, ¿Quién habla?”

“Mi nombre es Alec Fairchild, soy nieto de Thomas Fairchild. Me dijo que usted podría ponerme un tratamiento para volver a caminar”.

Decir eso en voz alta hace que se le acelere el corazón. Había desechado esa posibilidad hace mucho, tiene miedo de ilusionarse en vano.

“Oh, sí, señor Fairchild, de hecho, es posible. Su abuelo me mostró toda su historia clínica. Creo que su lesión es tratable”.

“Entonces, ¿De verdad puede hacerlo?”

“Si viene a Suiza, podríamos hablar en persona, así le explicaré todo con detalle”.

“¿Puede recibirme esta semana?”

Se queda en silencio unos cuantos segundos antes de responder.

“Sí, claro, por ser familiar del señor Thomas, puedo hacer una excepción”.

“Bien, estaré ahí en dos días”.

Alec vuelve a la sala, donde su abuelo y Patrick conversan como si fuesen viejos amigos.

Antes de que noten su presencia se toma un momento para verlos.

Esta quizá sea la última vez que se sienta tan impotente e inútil, podría tener su vida de vuelta, al menos esa en la que se sentía normal, en la que podía moverse sin depender de otros, sin tener que necesitar ayuda hasta para cambiarse la ropa.

Ante esa posibilidad que se abre ante mí.

Me encantaría compartirlo con ella, pero sé que eso es imposible. Madison ya tomó su decisión, y tengo que aceptarlo.

«Ya está hecho. Espero que tengas tu pasaporte al día, Patrick», les digo mientras ambos voltean a mirarme con sorpresa.

«¿Iremos a Suiza?», pregunta Patrick.

«Sí, en dos días. Primero debo dejar todo listo para que mi abuelo siga haciéndose cargo de todos los problemas legales. Volveré pronto, no creo que me quede demasiado allá», explico.

Mi abuelo se pone de pie

Se le nota lo emocionado que está.

«Me alegra que al fin me estés haciendo caso, muchacho», tose un poco cuando trata de tomar aire.

«No te preocupes, si pasa algo importante, te lo haré saber. Me quedaré aquí para vigilar a esa mujercita».

Dos días después…

Sé que no estoy yéndome para siempre, sin embargo, al mirar atrás en el aeropuerto, es así como se siente.

Llevo mi celular en la mano y le he escrito un largo mensaje a Madison que todavía dudo si debo enviar o no.

Ella sigue siendo mi mundo, la mujer de la que me enamoré sin darme cuenta, y me cuesta aceptar que la perdí sin que siquiera fuese mía en realidad.

Tomo una gran inspiración y bloqueo la pantalla sin enviarlo.

«Cuando vuelva seré alguien diferente, un hombre que quizá sí sea merecedor de tu amor», digo para mí mismo.

Veo a Patrick correr hacia mí con un par de maletas.

«¡Alec, no pienso irme sin mí!», exclama.

El viento está bastante fuerte, su ropa se sacude de un lado a otro con intensidad.

«Por supuesto que no. Corre, dale esas maletas al encargado».

«Creí que nos iríamos en uno de esos», comenta, señalando los aviones de línea comercial.

Me echo a reír y giro los ojos:

«¿Por quién me tomas? Por supuesto que no iremos en uno de esos. ¿Para qué tengo mi propio avión privado entonces?»

«Te confesaré que es la primera vez que me subiré a un avión. Comercial o privado, me dan miedo las alturas».

«Descuida, puedes echarte a dormir y cuando lleguemos ni lo habrás notado».

Los encargados del aeropuerto ponen una rampa especial para que yo pueda abordar el avión. Por dentro todo se ve bastante bien.

Ajustan mi silla para que no se mueva durante el vuelo, y a mí me dejan en uno de esos cómodos sillones.

Patrick mira todo con asombro, cual niño en una dulcería por primera vez.

El avión comienza a despegar.

Observo a través de la ventanilla mientras nos alejamos.

POV Madison

Casi sin darme cuenta, ya solo quedan dos semanas y media para mi boda.

El mes ha pasado tan rápido que ni siquiera lo he notado. Solo cuando mi padre me recuerda que no he ido a ver lo de mi vestido de novia, caigo en cuenta de que el tiempo se me agota a cada segundo que pasa.

Liam y yo habíamos escogido casarnos el veintinueve de diciembre.

Es una fecha extraña, no muchos se casan faltando dos días para que acabe el año. Sin embargo, no me desagrada la idea de que sea ese día.

Hace tanto que no sé nada de Alec.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar