La boda del heredero
Capítulo 94

Capítulo 94:

“No me digas”, respondí con sarcasmo.

“¿El magnate del whisky quiere darnos cátedra sobre vinos? ¿Sabe Hacienda que quiere cambiar de rubro?”

Damien puso los ojos en blanco y chasqueó la lengua.

“Vamos, Emmett… Eso es agua pasada, el hombre se está recuperando, su reputación está magullada y solo quiere recuperarla… Vino a mí a plantearme su idea, y creo que pudiera tomarla, sabes que la empresa familiar jamás ha sido lo mío… pudiera probar ir por mi cuenta”

Bajé la lista del inventario que tenía en las manos y frunciendo el ceño me giré hacia él.

“¿Y qué diablos se supone que significa eso?”, pregunté realmente cansado de aquella jodida conversación.

“Quiero venderle mis acciones a Moreau”

Arqueé una ceja para luego soltar una carcajada seca que retumbó en las paredes de la bodega.

“¿Bromeas?”

“No, y no veo qué te parece tan gracioso… es una transacción comercial perfectamente legal, y con eso te librarías de mí, ¿No es lo que siempre has querido?”

“En primer lugar: no digas estupideces, Damien… sabes que siempre traté de llevarme bien contigo y de que trabajáramos en armonía, pero ese trailer llevaba demasiada carga para cargarlo yo solo. En segundo lugar: me importa una m!erda lo que crees que es legal o no, jamás te permitiré darle esas acciones a Moreau; uno, porque el hombre es un imbécil, y dos, porque papá jamás hubiese aprobado eso… la empresa es patrimonio de la familia, no puedes venderle tantas acciones a un tercero”

“El viejo ya está muerto, Emmett; va siendo hora de que lo dejes ir”, resopló desdeñoso, haciéndome enfurecer al instante.

“Y Moreau no hará negocios conmigo si no le ofrezco todas mis acciones, pero tampoco es que necesite tu permiso, ¿O sí? Son mis acciones y puedo hacer con ellas lo que me plazca”

“Si vuelves a referirte a papá de esa forma te juro que te romperé los huesos”, le amenacé dando un paso hacia él.

“Y no, Damien, no son tus jodidas acciones, son mías, ¿Recuerdas? Papá me lo dejó todo a mí… lo que tienes es solo una ilusión”

“¿De qué hablas? Se acordó con la Junta Directiva otorgarnos esas acciones”, siseó mi hermano, podía ver la tensión en su mandíbula, no le había gustado nada mi comentario.

‘Y le gustará mucho menos este’, pensé con cierta satisfacción antes de hablar.

“Eso es cierto, pero dime, listín… ¿Has firmado algo que te asegure eso?”, le di un par de segundos para que entendiera cuál era su posición real.

“Los registros de la empresa aún no se han modificado, legalmente todo sigue estando a mi nombre, porque se debe esperar que se venzan los plazos antes de hacer modificaciones, solo autoricé a que ustedes pudieran empezar a cobrar las ganancias que les corresponderían desde que nos reunimos, y que bueno que es así… porque ahora puedo controlar tu locura”

Damien le dio una patada al barril que estaba junto a él en un infantil arranque de furia y luego me apuntó con el dedo mientras avanzaba hacia mí, deteniéndose a tan solo un paso.

“Eres un maldito infeliz, ¿Lo sabías? Todo el mundo te ama y te alaba, pero no eres más que un hijo de p%ta, ¡Soy tu hermano! ¡¿Cómo me haces esto?! ¿No te basta ya con toda la m!erda que has lanzado sobre mí?”

“¡¿Yo?! ¿De qué diablos hablas, Damien? Has sido tú el que siempre ha estado empeñado en dañarme, es un deseo tan profundo que ¡te tiene ciego!”

“El problema es que siempre te has creído superior”, gruñó.

“No, no es lo que yo crea, es que tú siempre has demostrado ser inferior”, sentencié finalmente, provocando que las venas de su frente brotaran visibles.

“Y la mayor muestra de eso siempre fue la forma de tratar a papá, siempre fuiste indiferente… un completo patán, al menos Paulette fue lo suficientemente lista y se comportó con decencia”

El rostro de Damien se contrajo al oírme y sus labios se fruncieron antes de hablar.

“¿Lo sabes?”

“¡Por supuesto que lo sé! Y he sido benevolente con mamá y he procurado mantener mi relación con Pau y tú fuera de todo esto, porque son mis hermanos, pero eso no significa que sea débil o estúpido… sé poner límites cuando hace falta, no venderás las acciones… primero te las quito antes que permitir algo así, es obvio que tu ambición es ciega y no piensas con claridad, ¿En serio crees que Moreau te dará algo de sus ganancias? ¡No seas idiota! Ese hombre es un tiburón y tú una jodida sardina… se está aprovechando de ti, de tu estupidez”

Esta vez fue Damien quien se carcajeó sacudiendo su cabeza en gesto burlón.

“¿Intentas decirme que todos estos años… ¿Eso eras tú intentando ser un buen hermano? No me mientras, Emmett. Da igual cuándo te enteraste, en el fondo siempre te gustó ser el favorito, te gustaba verme como la oveja descarrilada y sobre todo te gustaba venir a mí luego, tenderme tu mano y verte como un buen tipo… ¡Pura m!erda! ¿Que siempre has estado por encima? Eso no es un secreto para nadie, desde que naciste te pusieron allá arriba, y por eso lo disfruté tanto, ¿Sabes?”, dijo con una sonrisa perversa.

“¿Qué cosa?”

“Comérmela… ¡Dios! ¡Cómo lo disfruté!”, rió una vez más.

“Siempre la traía aquí cuando sabía que tú andabas por los viñedos; la comía fuerte y rogaba para que sus gritos y g$midos los escucharas donde fuera que estuvieses, maldito imbécil… que vieras que hubo algo en lo que fui mejor, algo en lo que llegué primero. Y sé que ella fue corriendo a contarte todo cuando me vio con Nadine, sé que aunque la amas estás con ella solo por no perder tu preciada empresa, por seguir en el poder, y también sé que en el fondo… No logras sacarte eso de la cabeza, ¿O sí? Saber que Irina un día fue mía, y lo hizo por placer, no por vengarse de alguien más”

Sentí que mi cuerpo se empezó a sacudir por la ira, odiaba tan siquiera que se atreviera a hablar de ella, pero odiaba mucho más que tuviera razón; su relación con mi esposa era algo que jamás me abandonaría por mucho que lo intentara…

Era esa nube gris sobre mi vida, Irina y yo aún no logramos ser una pareja real, y todo era por su culpa.

“¿Y sabes? Disfrútalo mientras te dure, porque Nadine está bien, pero no es Irina… aunque eso tú ya lo sabes”, comentó con malicia.

“No prometo no volver a poner mis manos ahí… y ambos sabemos que ella dirá que sí”

La visión se me nubló y se tornó roja mientras me abalanzaba sobre él. Le tomé del cuello y lo estampé contra la pared de roca con violencia.

“Saca su nombre de tu boca maldita y asquerosa”, siseé rechinando los dientes.

“Irina es mi mujer ahora… que no se te olvide”

“¿O qué? ¿Caerá su imagen de hombre poderoso si tu mujer se acuesta con tu hermano menor?”

Lo contemplé en silencio un buen rato pero finalmente lo solté…

Damien no valía ni mi tiempo, lo demostraba con cada respiración que daba, y yo ya había terminado con él.

“¿Sabes algo? Eres tú quien debería aprovechar el tiempo que le queda, porque acabas de perder las acciones que por piedad decidí otorgarte, ¿Entiendes eso? Mañana llamaré a una junta y lo anunciaré, les diré a todos que no eres hijo de papá realmente, seguro quedarán en shock”

“No te atreverías”, ladró rabioso.

“Oh, sí que puedo… y lo haré. Olvídate de Lefev’s, y te diría que busques un empleo, pero ambos sabemos que eres realmente un inútil”

“Me las vas a pagar por esto, Emmett. No voy a descansar hasta verte acabado”

Di nuevamente los dos pasos que había retrocedido hasta que mi rostro quedó casi pegado al suyo.

“¿Quieres apostar? ¿A ver quién de los dos termina acabado al final del duelo?”, le reté sin una pizca de miedo, Damien no llegaba a generar eso en mí.

“No creo que los resultados sean una sorpresa para nadie”

“Quizás te lleves una sorpresa”, murmuró sin apartar su mirada de la mía.

“Te estaré esperando”, respondí sin titubear, seguro de que nada de lo que intentara hacer él me tomaría por sorpresa, Damien no tenía cómo hacerme daño.

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