La boda del heredero -
Capítulo 72
Capítulo 72:
“Sí, yo… Estaba confundido y frustrado por la situación, yo…”
Resopló.
“Estaba abrumado por la noticia, por lo que dije, me arrepiento”
“No quiero sonar brusca, Emmett, no pretendo ser problemática, pero…”
“¿Te valen m!erda mis disculpas?”
“Sí, básicamente”, concedí sonriendo, al igual que hacía él.
“No es eso lo que me preocupa realmente”
“¿Qué te preocupa entonces?”
“¿Ya no tienes dudas al respecto? ¿Qué pasa con la prueba de paternidad? ¿Ya no crees que me acosté con Damien mientras estuviste en coma? ¿O con otro hombre?”
Él torció el gesto ante mis palabras, y yo estaba más exasperada de lo que pretendía mostrar en un principio, pero no podía evitarlo.
“Primero: no creo que te acostaras con Damien mientras yo estuve en coma… al menos ya no, comprendo que te ofendí y por eso pido disculpas. Segundo: no necesito una prueba de paternidad, solo necesitaba ver todo sin la nube de la rabia y la confusión. Elliott es mi hijo, lo sé… Quiero arreglar las cosas, recuperar el tiempo que perdimos. Quiero tener una buena relación con él, como mi padre lo intentó conmigo… lo necesito”
Escucharle decir aquello era hermoso, pero no podía pasar por alto la desesperación que parecía resplandecer bajo la superficie en su tono.
“¿Lo necesitas?”
“Mi familia se desintegra ante mis ojos, Irina, si no es que ya lo está y solo estoy en negación; siento que mientras más profundice en todo el asunto de D’vine… más se resquebrajará. Mi padre está muerto… Tengo que hacer lo correcto y cuando lo haga tú y Elliott son lo único que me quedará… Necesito hacerlo bien con ustedes”
“Lo estás haciendo bien, Emmett”, le aseguré poniendo mi mano sobre su brazo.
“Al menos ahora, tú no eres culpable por el tiempo que estuviste en coma, ¿De acuerdo?”
La voz se me quebró al hablar, ver ese grado de vulnerabilidad en Emmett era algo que no sabía manejar, mi mente me llevó años atrás, a aquel momento en que le vi llorar la muerte de su padre, y cómo quise consolarlo entonces.
Antes no podía, pero esta vez era diferente.
Me acerqué a él y apoyé mi cabeza sobre su hombro mientras lo envolvía con un brazo. Sentí que se relajó un poco, pero supe que aún no era suficiente.
“¿Actué bien cuando me enteré?”, preguntó de pronto, tomándome por sorpresa.
“¿Cuándo te enteraste?”
“De que estabas embarazada”
“Ah”
Sonreí entonces.
“La verdad es que sí, yo estaba tan asustada… No sabía cómo iba a decírtelo, o cómo te lo tomarías, pero antes de que pudiera pensar en algo… Entraste de repente y me encontraste con las pruebas de embarazo en las manos. Te tomó un par de minutos hablar, pero me dijiste que era algo bueno, que quizás fuese cosa del destino”
“Es algo que lleva días atormentándome, ¿Sabes? Sé que no se justifica, pero al menos ahora tenía todo el tema de despertar desorientado ante una realidad distinta, la amnesia… para excusar mi desconfianza y mi mala reacción; pero pensar que ni siquiera cuando estaba consciente de todo lo había hecho bien… No tener esa certeza es frustrante”
“¿Te preocupa no saber si actuaste bien hace dos años?”
Sonreí con ironía.
“Recuerdo que la única vez que pudiste acompañarme a un chequeo con el obstetra fue la única vez que se pudo ver el se%o del bebé en la ecografía… Jamás se dejó ver, pero ese día abrió sus piernas para que no quedara duda”
Reí ante la expresión emocionada de Emmett.
“¿En serio?”
“¿Por qué te mentiría? Fue un momento gracioso y de regreso a casa no parabas de sonreír, querías ocultarlo, querías aparentar que no te importaba si era una niña, pero no cabías en ti de la alegría… Fue conmovedor verte así, fue de las veces que más segura me sentí de tener un hijo contigo”
“Es que… Siempre soñé con tener un hijo”, dijo Emmett sonriendo, y me sorprendió ver el brillo lagrimoso en sus ojos.
“Quizás por eso me dolió tanto pensar que el hijo que tuviste… no era mío, eso…”
“Te entiendo, pero ya no hablemos de eso, ¿Sí? Ya superamos esas desconfianzas y no quiero perder ni un segundo más con ellas. Ahora solo somos tú, Elliott y yo, y aunque todo lo demás se venga abajo… siempre seremos nosotros tres”
Emmett me miró en silencio unos segundos, parecía querer decirme algo, pero se contenía, y una parte soñadora de mí se ilusionó pensando si quizás él no estaría sintiendo lo mismo que yo.
“¿Por qué te casaste conmigo?” preguntó en un susurro ronco y contenido que hizo temblar mi corazón.
“No lo sé, solo doy gracias a lo que sea que me hizo decir que sí… Fue la mejor decisión que he tomado en mi vida, yo…”
Abrí la boca y la cerré otra vez, sentía las palabras acumularse tras mis dientes, atascándose ahí…
Sofocándome, quería decírselo, quería sincerarme y liberarme de ese peso opresor, algo dentro de mí me decía que era el momento, que sí obtendría respuesta, pero los segundos que tardé en tomar la decisión…
Fueron demasiado.
Elliott despertó sobresaltado y nos miró a uno y luego a otro, y para mi total sorpresa y absoluto deleite, decidió irse a brazos de Emmett.
“Bueno, campeón… Creo que es hora de ir a la piscina”, dijo Emmett con una sonrisa mientras se ponía de pie.
Los miré en silencio y me sentí feliz de ver que sí lo estaba consiguiendo, estaba recuperando el tiempo perdido, aunque no era sorpresa…
Emmett podía hacer cualquier cosa que se propusiera. Ese no era mi momento, era el de ellos, y no se los iba a quitar.
“¿Nos acompañas?” preguntó Emmett tendiendo su mano hacia mí.
“Iré hasta el fin del mundo con ustedes”, respondí tomando su mano y poniéndome de pie, feliz de estar en su compañía y decidí que volvería mis palabras una realidad… seríamos una familia unida, incluso si el mundo se tambaleaba a nuestro alrededor.
El fin de semana estaba transcurriendo como un sueño, y de una ensoñación a otra anocheció el domingo, y mis ansias estaban disparándose a niveles peligrosos mientras me alistaba para nuestra tan esperada cita.
No podía dejar de preguntarme cuál sería el plan de Emmett, pues él seguía en silencio como una tumba. Había optado por una falda larga sedosa en color perla y una blusa negra ajustada de escote recto, y unos tacones a juego, intenté verme elegante pero al mismo tiempo que no pareciera que me lo pensé demasiado, cuando en realidad sí me lo estaba pensando demasiado… la lencería de encaje negro que llevaba debajo de la ropa era prueba de eso.
Le di un último vistazo a mi cabello suelto, retoqué el carmín de mis labios y caminé hasta el salón para encontrarme con Emmett y Paulette, que había llegado un poco antes.
“Vaya… Pero parece que no eres el único que va con todo esta noche”, exclamó mi cuñada al verme aparecer, y al mirar a Emmett supe a lo que se refería.
La garganta se me secó al ver a Emmett en un elegante traje color nude que le quedaba de maravilla. Se veía deslumbrante, como recién salido de la ducha y la sonrisa que me dedicó al verme… solo lo hizo ver más apetecible.
“¿Lista?” preguntó tendiéndome su mano.
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