La boda del heredero -
Capítulo 102
Capítulo 102:
Intentando con eso dispersar el olor.
“Es solo té de Camellia, muchacha”
Reprochó al verme dejar la taza.
“Como sea… ¿Vas a decirme qué pasó?”
Insistió papá por segunda vez en la noche, pero tan pronto abrí la boca para decir algo… Emmett apareció ante nosotros bajando las escaleras.
“Una disputa familiar, Hugo” respondió él, deteniéndose frente a nosotros.
“Una muy fea”
“Pues… como ya dije, el té ayuda” dijo papá, pasándole una taza.
“Gracias”
Emmett se sentó en el sillón libre y empezó a beber su té.
Lo contemplé discretamente por un segundo.
Desde que nos habíamos casado, esa era quizás la primera vez que pasábamos ahí la noche; pero siempre se me había hecho increíble lo fácil que se le hacía adaptarse a la sencillez de la casa de mi padre. Emmett Lefebvre, el imponente presidente de las empresas Lefev’s, que tenía sirvientes y empleados para todo y vestía de Armani y Rolex de lujo…
Sentado en el viejo sofá de papá, tomando su té en esas tazas que debían llevar en mi familia toda la vida…
Jamás dejaría de ser increíble.
‘Igual de increíble que todo lo que ha tenido que soportar él en su vida de lujo’, pensé, recordando las asquerosas palabras de Gioconda esa tarde.
“Emmett… ¿Esa disputa tendrá algo que ver con lo que conversamos hace unos días?”
“Es en parte derivado de eso, pero descuida, ese tema lo manejé con cuidado” respondió Emmett.
“¿Por qué no me dijiste nada de eso, por cierto?” reclamé mirando a papá, que chasqueó la lengua y se reclinó en su asiento.
“Con todo el asunto de tener a Emmett postrado en cama… no quería darte más preocupaciones, hija. Para ninguno de los dos es un secreto que yo no estuve muy de acuerdo con su casamiento, pensé que… No sé qué pensé, pero cuando toda esta desgracia cayó sobre nosotros fue la primera vez que sentí que realmente lo amabas, decidí entonces tomar el golpe que me correspondía para evitártelo a ti… No es nada”
Hice una mueca y le miré conmovida por sus palabras.
“Nuevamente lamento que tuvieras que vivir eso, Hugo”
Se excusó Emmett.
“Descuida, muchacho… ¿Sabes algo más de las cosechas que no se usaron en Lefev’s?”
“Pues están en California, utilizadas por una compañía en crecimiento” respondió Emmett sonriendo con ironía.
“Ya veo… Damien ha estado haciendo trampa entonces” musitó mi padre con aire ausente, por lo visto aquello no le sorprendía.
“La verdad es que no lo sé, toda mi jodida familia parece culpable, pero al mismo tiempo saben hacerse los inocentes… lo hacen tan bien que es difícil saber quién dice la verdad”
“Emmett yo…”
Callé un momento, sin saber si realmente importaba mi opinión, pero él me miró con curiosidad.
“Yo creo que Gioconda no sabe nada… no sabía nada, es una corazonada, qué sé yo, tal vez sea como dices y solo saben actuar muy bien, pero… parecía realmente sorprendida de tus acusaciones”
Emmett asintió pensativo antes de darle el último sorbo al té.
“Lo noté, pero nada de eso la hace inocente; mi madre se ha enfrascado siempre en meterle la idea en la cabeza a Damien de que le puede pasar a cualquiera por encima… quizás terminó haciéndole más mal que bien, ¿No crees? Tanta prepotencia y vanidad en alguien tan estúpido es peligroso… ya lo hemos comprobado”
“Lo sé, supongo que en eso tienes razón”
Admití con una mueca.
“Emmett…”
Papá se aclaró la garganta antes de continuar.
“Sé que tú y yo no hemos sido nunca muy unidos, ninguno es tan extrovertido para llegar a ello; y tampoco voy a decir que entiendo lo que pasa con tu familia… también comprendo que no quieras decirlo, pero yo solo quiero que sepas que los Varane siempre estaremos para apoyarte y jamás traicionarte, y que con lo mucho o poco que hay aquí para ofrecerte… Esta siempre será tu casa, ¿De acuerdo? De los tres, no es la mansión Lefebvre pero…”
“Vale mucho más, Hugo… Te lo aseguro” respondió Emmett a media voz.
“Y te agradezco inmensamente eso… es un honor ser parte de tu familia”
Aparté el rostro para que ninguno viera las lágrimas deslizándose por mis mejillas.
Aquel momento me había tomado por sorpresa y me estaba conmoviendo hasta lo más profundo. Emmett y papá eran hombres de pocas palabras, verlos así era un sueño que no sabía que tenía.
Un rato después salí del baño y al pasar por la pequeña habitación que papá había acondicionado para Elliott, vi que Emmett estaba sentado junto a la cama.
Terminé de abrir la puerta y caminé hasta él.
“¿Todo en orden?” susurré al pararme junto a él.
“Sí, solo… me aseguraba que estuviera bien”
“¿Tú estás bien?”
“Hoy estoy hecho m!erda, pero lo estaré” dijo tomando mi mano y guiándome hasta el pasillo para finalmente llegar a la habitación.
Empezó a quitarse la camisa para quedarse solo con el pantalón de pijama que papá le había prestado, una prenda vieja que no combinaba con mi esposo y que de paso le quedaba corta en los tobillos, pero que aún así no disminuía su atractivo.
Me solté el cabello y hubiese podido quedarme ahí toda la noche mirándole, incluso luego del día que tuvimos parecía inquebrantable, pero entonces recordé que en realidad era tan frágil como cualquiera, recordé que un día estuve a punto de perderlo y todo por culpa de su maldita familia.
El peso de la realidad cayó sobre mí como plomo.
“Tengo tanto miedo de perderte” dije luego de correr hacia él y envolver su torso entre mis brazos.
“No lo harás”
Me abrazó con fuerza y besó mi frente.
“Antes me confié, pero no dejaré que vuelvan a tomarme por sorpresa. Ya sé de lo que son capaces y no bajaré la guardia”
“¿No crees que todo esto los pondrá paranoicos? Desesperados… ¿Que intentarán alguna locura?” pregunté asustada.
“No lo sé, en cualquier caso, Edmond y Nicolaj están con nosotros, se mantendrán vigilando por la noche”
“¿Y de verdad piensas decirle todo esto a la Junta Directiva?”
“Sí, ellos mismos se pusieron la soga al cuello… todos tendrán que responder por lo que está pasando”
Abrí la boca para responder, pero en ese momento el teléfono de Emmett empezó a sonar.
Eran pasadas las nueve de la noche, no era particularmente tarde, pero él no solía recibir llamadas a esa hora.
De pronto, la idea de que a Adrien le hubiese pasado algo me mortificó, pero al oírle decir el nombre de Caspian, respiré un poco más tranquilo.
“¿Cómo? ¿Ahora?” preguntó Emmett sorprendido.
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