Infinitamente nuestra -
Capítulo 25
Capítulo 25:
“Wow eso no lo vi venir, que les puedo decir, felicidades”, dijo Tyson abrazándome y a Owen.
“Gracias Tyson, hay tanto por hacer, quiero que la ceremonia sea lo antes posible”, dijo Owen mirándonos.
“¿Por qué la prisa? ¿Crees que se te va a ir la paloma o que ella se va a arrepentir?”, dijo Tyson entendiendo que esta no había sido una decisión que pensé seriamente.
“Tyson, por favor, Owen no me está presionando esto fue idea mía, él estaba dispuesto a darme tiempo, solo te pido que me apoyes como siempre lo has hecho”, le dije tratando de que mi mejor amigo, me comprendiera.
“Felicidades entonces a ambos”, dijo Tyson y se fue sin decir más, sabía que está molesto, pero solo espero que entienda del porqué tome esta decisión.
“No te preocupes es normal que Tyson diga eso, cambiará de opinión ya lo veraz, ahora te dejo iré a hablar con tu padre y pedirle una disculpa, por no haber pedido su permiso antes, me tomaste por sorpresa ahora tendré que agachar mi cabeza y rezar para que mi Rey me deje conservarla”, dijo Owen riéndose.
“Owen lo siento, no pensé en eso, hablaré con él”, le dije preocupada
“Hey, déjame hacerlo ahora seré tu futuro esposo, puedo manejar a tu padre mejor que nadie, no te preocupes, ahora regreso”, dijo y se acercó para besarme y vi cómo se alejaba de mí.
De pronto alguien me tomo del brazo y me jalo hacia él, cuando miré esa Lanox, podía ver en su rostro que estaba furioso, el muy imbécil como si tuviera derecho alguno de estarlo.
“¿Qué te pasa? ¿Estás loco? ¿Quién demonios te crees, para tratarme así? Suéltame”, le dije tratando de no llamar la atención, pero a él no le importó, siguió arrastrándome sutilmente, hasta que estuvimos dentro del castillo en el área privada y fue donde finalmente me solté de su agarre.
“Estás loca si crees que permitiré que estés con Owen”, dijo furioso.
“Tú eres no nadie para impedirme nada ¿Crees que no escuché lo que le dijiste a Arya? Escuché como tratabas de asegurarte que ella estuviera tranquila, casi me entrego a ti, fui una estúpida al pensar que quizá me elegirías a mí y no a ella, pero se acabó tú sigue tu camino, quédate con Arya y yo haré los planes que ya tenía”, le expreso.
“No te casarás con Owen, ni siquiera lo amas, tú eres mía, mi mate, tengo todo el derecho de retarlo y lo haré, lo voy a matar porque no pienso perderte, que no lo entiendes, la Diosa de la luna nos ha unido por alguna razón a ti, Arya y a mí, tenemos que encontrar el motivo y debemos hacerlo juntos”, dice.
“Eres un enfermo y un idiota, si crees que aceptare le compartirte con ella, acaso pensabas tenernos a las dos, es una fantasía tuya, tener dos mujeres, hacernos el amor a las dos ¡No! No seré la segunda mujer de nadie, soy una reina, no la amante de un rey”, le dije furiosa por el simple hecho de que siquiera lo insinuara.
“Escúchame bien Faith, no lo voy a permitir, antes lo mato a él y te secuestro y te llevo conmigo, quieras o no, jamás volveré a perderte, te lo advierto no me conoces”, me dijo amenazando, como se atreve yo no nací para que me den órdenes.
“El que está equivocado eres tú, nadie me va a ordenar y decir lo que debo hacer, soy mi propia dueña, mate o no, tú no eres nadie para mí, no tengo por qué obedecerte, al contrario, tú eres el que debería temerme, no me conoces ni de lo que soy capaz”, respondo.
En eso Owen apareció, furioso y camino poniéndose adelante de mí, acaricio mi rostro y me miro con dulzura, se dio la vuelta y pude ver como su cuerpo se tensó al ver a Lanox frente a mí.
“Desde el momento que llevaste sabía que no eras de confiar, no me gusta tu presencia, será mejor que te vayas, mi prometida y yo estamos ocupados”, dijo Owen y se giró de nuevo para decirme algo cuando Lanox comenzó a provocarlo.
“Eres un imbécil si crees que ella te ama, cualquiera se puede dar cuenta que lo que hizo fue por despecho”, dijo con una sonrisa, mirándonos. Owen lo vio y sus manos se convirtieron en puños.
“Owen no le hagas caso, es un idiota”, le dije tratando de calmarlo.
“No deberías olvidar que aquí solo eres un invitado más y no olvidar tu lugar perro”, dijo Owen.
“¡Owen!”, dije desconociendo quien estaba frente a mí.
Ambos se empezaron acercar y temí lo peor.
“Aquí el único que no entiende nada eres tú, pregúntale a Faith quien soy y veamos si realmente te tiene confianza como para decirte la verdad”, dice Lanox.
“¿Cuál verdad, de que está hablando Faith?”, dijo Owen mirándome.
“Owen yo…”, dije sin poder decir las palabras correctas.
“Díselo Faith, que entienda que él jamás podrá separarnos, díselo”, me gritaba Lanox y me sentía entre la espada y la pared, como le iba a confesar eso a Owen, le partiría le alma, no podía hacer eso.
“¡Lanox, por favor!”, suplico.
“¡Díselo, dile que yo soy tu mate, díselo! ¡Quiero que lo escuche de tus labios!”, gritaba y yo me ponía cada vez más nerviosa.
“¿Faith? ¿De que está hablando?”, me preguntaba Owen y las lágrimas comenzaron a salir y no pude detenerlas más.
“Lo que dice es cierto… Owen… Lanox es mi mate”, le dije y agaché la mirada, Owen se puso furioso y lo miro como jamás pensé que alguna vez lo haría, como si un demonio lo hubiera poseído se lanzó sobre él.
“¡Nadie la alejará de mí, primero te mato!”, dijo Owen.
“Que así sea”, le contestó Lanox con una sonrisa demoniaca y solo vi como si fuera en cámara lenta, como ambos comenzaron a pelear.
Owen y Lanox están peleando rompiendo todo a su alrededor, parecen dos perros rabiosos, dándose golpes y hablando entre ellos sobre mí, como si yo fuera un objeto un premio un trofeo, que ellos pueden utilizar como mejor les parezca.
No soy un objeto y, no pueden jugar de esa manera con mis sentimientos, no lo voy a permitir, suficiente es lo que en estos momentos estoy sintiendo, las dudas las inseguridades, lo que necesito de ellos es amor y comprensión no a dos cavernícolas peleando por mí.
“¡Ya basta, no entienden lo único que hacen es hacerme sentir un objeto, solo piensan en lo que ustedes quieren y yo que, mis sentimientos no cuentan mi opinión no les importa!”, les grité con el alma en mi mano, estaba desesperada esto era demasiado para mí.
“Esto se termina aquí, Lanox quiero que te vayas, toma tus cosas tus guerreros y vete, quédate con Arya, hazla feliz y conviértete el hombre que de verdad la merezca”, le dije mirándole fijamente.
“Faith, no me pidas eso, no me voy a rendir no te voy a perder y jamás permitiré que esté idiota sea parte de tu vida, tú eres mi mate y eso está por sobre todas las cosas, ni siquiera tú puedes cambiar eso”, dijo Lanox con firmeza y en el fondo sabía que tenía razón.
“Tienes razón, la Diosa de la luna nos hizo mates, quizá no podré romper esta unión que nos une, pero en algo te equivocas, no puedes perder algo que nunca fue tuyo”, le dije mirándole seria sin dudas en mis palabras y sé que esas palabras, lo hirieron profundamente.
“Faith, no hagas esto aún hay posibilidad, por favor pelea por nosotros, danos una oportunidad”, dice Lanox.
“Ya la escuchaste Lanox, lárgate”, dijo Owen exigiéndole.
“Faith”, dijo Lanox como una súplica y mi corazón se rompió en mil pedazos al escucharlo, lo miré fijamente sabiendo que tenía que hacerlo, que tenía que alejarlo de mí.
“Lo nuestro pudo haber sido algo maravilloso Lanox, pero tú nunca regresaste, nunca me buscaste y cuando por fin lo hiciste elegiste a la persona que no era yo, porque Arya no soy yo, podrá ser mi gemela mi imagen, pero nunca será como yo, acepta tu vida y lo que tienes ahora y déjame ser feliz con la mía y lo que tengo antes de que llegaras”, le digo.
“Ya la escuchaste, ella es mía es mi futura esposa y no pienso dejarte arruinar nuestros planes, ya la escuchaste, lárgate o yo mismo te sacaré de nuestro Coven con tus guerreros y créeme que no seré amable, no me conoces Lanox, no querrás conocerme”, espeta.
Lanox se acercó a mí y me miró, pude ver en sus ojos que se sentía derrotado, esa mirada de un hombre que lo estaba perdiendo todo, verla en él era como ver un lobo herido suplicando porque terminarás con su vida, porque le dieras un poco de misericordia y terminaras su sufrimiento.
Levanto su mano y acaricio mi mejilla por última vez, lo miré esos ojos azules que me cautivaron y me hechizaron, había olvidado lo azul de sus ojos, el acero su frente a la mí.
“Hubiera dado el mundo por tenerte a mi lado, hubiera dado mi vida, por retroceder el tiempo y perdóname por no haber sido el hombre que tú te mereces, pero quiero que sepas, que tú si eres la mujer que yo quiero”, dijo y se quedó en silencio.
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