Capítulo 62:

Madison volvió a la cama y se apretó contra su esposo.

“¿Quieres hacer el amor o prefieres dormir?”, preguntó él alerta ante la oportunidad de hacerle el amor a Madison.

“¿Acaso no podemos hacer ambos?”, preguntó ella coqueta.

“Sus deseos son órdenes, señora”, respondió él sacándole el ca1 rapidez.

El video donde el alcalde se volvió viral en las redes, ciudadano respetable que lo envió a los principales noticieros del país.

“Después de lo de anoche, estoy seguro de que Simón querrá marcharse de inmediato del pueblo”, dijo Peter a Marga, era de madrugada, pronto amanecería y aunque durmieron poco porque pasaron la noche haciendo el amor, ninguno de los dos tenía sueño.

“Sí, me lo imagino, pero no sé si podrá dejar el país”, especuló Marga.

“Quizás deba quedarse un tiempo en Ciudad Victoria. Si es así me quedaré a acompañar a Madison el tiempo que pueda”.

“Simón no es el imputado, él podrá ir a los Estados Unidos y volver cuando se fije la audiencia. Así que no tendrás excusa para quedarte. ¿Y si vas conmigo a conocer el rancho? Quizás te sorprenda cuando lo veas”.

“No creo que pueda, Peter, en dos semanas me voy a París por unos meses y tengo muchas cosas que hacer antes de mi viaje, además no quiero que las cosas se compliquen entre nosotros, quedamos que lo nuestro sería sin compromiso”.

“Entiendo, entonces es mejor que no perdamos el tiempo, Marga, quizás está sea nuestra última vez por lo que quiero que sea inolvidable. Peter se acercó a Marga para cubrir sus labios con sus labios y dejarse llevar por la pasión una vez más”.

Marga sintió un momento de tristeza cuando pensó que la despedida estaba cerca, le gustaba Peter, mucho más de lo que le convenía, pero era mujer que podria superar las tentaciones y centrarse en su objetivo.

Y en ese momento su objetivo era ser una modelo famosa, no enamorarse de un vaquero por muy sexy que fuera y tirar su vida por la ventana para convertirse en un ama de casa aburrida, atada a una propiedad que nunca produciría lo suficiente para tener una vida tranquila,

Había vivido esa situación con la casa Fulton y no deseaba vivir una vida tan sacrificada como la vivió su madre.

Por eso no le molestaba para nada que Simón comprara la propiedad, era verdad lo que le dijo a su gemela, no quería heredar esa casa.

Y si no quería heredar la casa de su madre, mucho menos iba a querer ligar su vida a la de un hombre con un problema similar.

Sabía que si continuaba esos encuentros con Peter de seguro podría llegar a enamorarse, por eso había decidido que esa era la última vez que estaría en sus brazos.

Marga disfrutó de ese último encuentro, lo que más deseaba era dormirse de nuevo, pero se obligó a quedarse despierta y esperar que Peter se durmiera para levantarse con cuidado, vestirse e irse a su habitación a empacar.

Se iría con el primer helicóptero que saliera a Ciudad Victoria y de allí volaría a casa, era hora de dejar ir a Peter.

Simón se despertó por un toque en su puerta, se levantó y abrió una rendija para encontrarse al jefe de seguridad del otro lado.

“¿Qué ocurre?”

Se van a llevar al alcalde a Ciudad Victoria, el video se hizo viral en las redes y el fiscal del distrito iniciará una averiguación para imputarle cargos, y quiere que usted vaya a poner denuncia y declarar.

“Está bien, dile a la familia y a los empleados que empaquen todo y pide los helicópteros, salimos en una hora”.

“Si, señor”.

Cuando Simón cerró la puerta se giró hacia su esposa.

“Estoy despierta y escuché todo, en este momento prefiero irme de pueblo hasta que todo se esclarezca”, respondió ella sentándose en la cama.

“Quiero que vuelvas a casa, o si lo prefieres quédate en Corpus Christy con tu madre y con la abuela…”

“No, me quedaré contigo”.

Simón se sentó en la cama, frente a ella para mirarla y tratar de convencerla.

“Prefiero saber que estás segura, estás embarazada y tenemos una bebé de nueve meses, y yo sé que me tardaré un par de días en resolver esto, no quiero que te quedes en un hotel angustiada mientras declaro y hablo con el fiscal o con quien tenga que hablar. No te preocupes, no me pasará nada”.

“¿Y en casa no me angustiaré?”, preguntó ella retadora.

“Estoy siendo egoísta y el que no se quiere angustiar soy yo”.

Su argumento la desarmó, ella quería que él estuviese tranquilo cuando fuera a declarar.

“Esta bien, amor, me quedaré en Corpus Christy. Por favor, no tardes y cuídate mucho”.

“Además de mi equipo de seguridad me quedaré con Patrick y Peter. Estaré bien”

Tres días habían pasado desde que Madison llegó a Corpus Christy, Marga decidió quedarse con ella para acompañarla, por lo que las cuatro mujeres, incluyendo a Meredith y Lucía, seguían por la televisora mexicana y por las noticias en las redes lo sucedido en el caso del alcalde.

Simón la había llamado cada día, aunque él le decía que todo estaba bien y pronto regresaría a su lado.

Madison se abstuvo de preguntar, sabía que quizás alguien lo estuviera escuchando, aun así su voz era un bálsamo que calmaba su angustia.

La prensa se había volcado a seguir la noticia. Simón estuvo dos días rindiendo declaración, una y otra vez con distintos investigadores incluso con el que lo detuvo la primera vez.

Este en particular estaba empeñado en acusarlo en la desaparición de Los Zetas. Incluso se había atrevido a pedirle a un juez una orden para revisar su teléfono.

“Denegada, el señor Simón Barton es un ciudadano ejemplar que ha contribuido mucho al desarrollo de su pueblo y tiene muchas obras benéficas para los mexicanos, así que si no tiene nada en concreto con que acusarlo debe dejarlo ir”.

“Si, su señoría”.

Simón había firmado su declaración final y se había comprometido con el fiscal a volver para el juicio. A pesar de que los investigadores lo interrogaron implacablemente, él respondió de manera impecable las preguntas.

“Patrick tenía razón, era preferible que no supiese nada» pensó sintiéndose tranquilo por primera vez en mucho tiempo lo que hizo le pesaba, pero sentía que era una decisión donde había tenido que elegir entre Los Zetas y su familia. Se juró que nunca más volvería a hacer algo parecido, así tuviera que dejar de volver a sus raíces, ese sería su castigo, nunca más volver a pisar el pueblo. Aunque siempre velara por ellos en la distancia”.

Simón salió de la fiscalía con rumbo al aeropuerto, lo primero que hizo al subir al coche fue llamar a Madison. Al segundo repique ella contestó.

“¿Simón?”

“Si, amor, soy yo, voy camino al aeropuerto, voy a casa”.

Era de noche cuando Simón llegó a la casa Fulton, se bajó de la camioneta y entró corriendo a la casa, le había pedido a Madison que le esperara allí.

Fred el gerente de la posada estaba en el vestíbulo recibiendo a unos huéspedes que estaban llegando en ese momento.

“Madison está en el último piso”, dijo el gerente señalando el ascensor.

A Simón le extrañó que su esposa no saliera a recibirlo, se dirigió al ascensor y marcó el único botón que había en el tablero y que llevaba al último piso de la casa.

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