Exesposa voy a conquistarte -
Capítulo 7
Capítulo 7:
Kathia siempre fue atractiva siendo una joven universitaria, eso ni discutir, pero ahora, sabiéndola profesional de una carrera que sabía amaba, no podía simplemente describir cómo lucía, porque faltarían palabras.
Kathia se quedó pasmada durante un pequeño lapso de tiempo y pasó un trago, desconcertada.
“No comprendo, ¿Ustedes ya se conocían?” preguntó Gina, quien no pudo pasar desapercibida la forma en la que ese par se miraban las caras.
“Sí, en realidad, Kathia y yo…”
“Nos cruzamos en el ascensor” lo interrumpió ella, aclarándose la garganta con una sonrisa fingida.
“El Señor Garibaldi y yo nos cruzamos en el ascensor”
Cassio entornó los ojos y esbozó una mueca.
“Tiene razón, la Señorita Scuderi y yo ya nos conocimos gracias a un pequeño tropiezo en el ascensor”
“Oh, entiendo, bueno, los dejaré solos un par de minutos porque debo atender un asunto de la portada” se excusó la mujer.
“Señor Garibaldi, queda en buenas manos”
Cassio asintió y musitó un travieso:
“Lo sé”
Que erizó la piel sensible de Kathia e hizo que sintiera ganas de lanzarse a su yugular.
“¿Qué diablos estás haciendo aquí, Cassio?” preguntó, intentando contenerse.
¿Por qué la atormentaba de esa forma después de todo lo ocurrido con ellos?
Agh, no tenía derechos.
¡Los había perdido todos!
Y sí, él había representado demasiadas cosas en su vida: amor, pasión y la promesa de un futuro a su lado; después, tristeza, rabia y decepción. Por esos últimos motivos, ya no tenía espacio en su vida… ya no.
“¿Volvimos a tutearnos?” bromeó seductoramente. Tenía las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón y esa mirada felina que siempre le había atraído de él.
“Creí que…”
“No me importa lo que creas” le dijo con gesto serio, molesta, no, embravecida.
“Estás en mi lugar de trabajo y no voy a permitir que dañes esto, ya mucho hiciste en el pasado, demasiado, diría yo”
Cassio se humedeció los labios y la miró enternecido, y aunque de verdad le dolía aquel juego de palabras, sabía que lo tenía bastante merecido.
Lo había jodido con ella.
¡Jodido en grande!
“Kat…”
“Lo que sea que intentes”
Volvió a interrumpirlo, señalándolo, importándole poco ser presa de las miradas curiosas de todo el departamento de redacciones.
“Y escúchame bien, porque no tendré otra oportunidad para decírtelo: no vas a conseguirlo. ¿Quién diablos te crees? ¿Una biografía, eh?”
Cassio no era un hombre tan importante cuando se conocieron y formalizaron su relación, pues apenas y había heredado la dirección de la empresa de su padre y se estaba abriendo camino en los negocios. Con los años, sin poder evitarlo, sobre todo en su trabajo, había visto alguno que otro artículo donde lo nombraban, por cuatro años consecutivos, y escalando un puesto tras otro que lo posicionaba a tres escalones de la pirámide, uno de los empresarios más exitosos de la costa mediterránea.
“Mi equipo lo creyó interesante”
Ella negó y sonrió con amargura.
“Interesante” musitó irónica.
“Tú y tu equipo pueden decidir si te hacen una película si se les viene en gana, pero esto que estás haciendo es únicamente para fastidiarme. ¿No tuviste suficiente hace cinco años?”
Cassio tomó una respiración y dio un paso al frente. Ella retrocedió otro. Lo quería lejos, y si era mucho, al otro lado del continente, mucho mejor.
“No tengo la más mínima intención de dañarte, Kathia, ya no, mucho menos de fastidiarte”
“Entonces demuéstralo, te irás por donde viniste y desistirás de esta tontería” dijo con tono agrio.
Cassio suspiró.
“No puedo hacer eso”
Ella negó, mirándolo con decepción.
“Por supuesto que no. Siempre has sido un hombre déspota que no le importan los sentimientos de los demás más que los suyos propios”
“Lo dices porque estás herida, y te entiendo” asumió con voz tranquila.
“Pero sabes bien que contigo nunca lo fui, no hasta qué…”
“Hasta que creíste que te fui infiel” concluyó ella, volviendo al pasado, a ese momento oscuro en el que tuvo que abrirse la piel en dos para intentar sacarse a ese hombre del corazón.
Cassio asintió levemente.
“No estoy orgulloso de mi comportamiento, y de eso es de lo que he querido hablarte desde anoche, pero tú ni siquiera me has permitido hacerlo”
“No tengo por qué escucharte cuando tú no lo hiciste conmigo” murmuró con dignidad.
“Ahora apártate de mi camino porque voy a resolver esto”
La electricidad entre ellos volvió a emerger cuando Cassio la capturó delicado de la muñeca para impedir que se marchara.
Kathia sintió que el corazón iba a perforarle el pecho y que el aroma de su colonia masculina entorpecería todos sus sentidos si no hacía algo al respecto.
Se soltó de un pequeño tirón, mirándolo fríamente.
“¿Qué vas a hacer?” le preguntó él.
“Ya te lo dije, no pienso escribir una estúpida biografía sobre ti”
Cassio soltó una risa suave, aterciopelada.
Estar cerca de Kathia no solo seguía despertando los mismos sentimientos que llevaba años guardando, sino todo ese deseo contenido que no pudo jamás desfogar con otra mujer, ni siquiera intentándolo. Los últimos años solos sobrevivió gracias al alcohol, el gimnasio y el trabajo. De mujeres ni quería saber, sobre todo cuando estas se le insinuaban sin más cuando lo supieron divorciado.
“Puedes tomar esta oportunidad como una especie de venganza, Kathia”
Ella entornó los ojos.
“¿De qué estás hablando?”
“Escribe una biografía sobre mí con base a lo que tú quieras, incluso si no es bueno, te prometo que no interferiré y permitiré que me muestres al mundo como a ti mejor te parezca”
Ella resopló con fastidio.
“Te puedo odiar hasta lo impensable, Cassio, pero no pienso hacer eso, sería poco ético de mi parte, así que antes de que cometa una tontería y ponga en riesgo mi trabajo por tu culpa, solucionaré esto y te asignarán a otra persona. Fin”
Y antes de que él pudiese decir nada, salió de allí.
Tomó una bocanada de aire que había estado necesitando desde que vio a Cassio y no se detuvo hasta que dio con Gina. Estaba frente a la cartelera de ideas semanales para la revista, era viernes, así que estaban a full.
“Gina, ¿Podemos hablar?” preguntó con tono demandante.
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