Esposo infiel -
Capítulo 9
Capítulo 9:
“No creo que llegue a dormir. Tengo demasiado trabajo así que puede que haga largas horas extras de ahora en más, como tú”, me corta
Parpadeo. De solo pensar que hará ‘horas extras como yo’ algo dentro de mí se revuelve y no por celos, sino por asco porque no me imagino a mi esposa teniendo se%o con otro en la oficina, mucho menos en un lugar donde Kim y yo ya lo hemos hecho.
Inhalo profundo, se nota que está molesta así que me pongo en mente el averiguar qué demonios la dejó tan alterada como para. que tuviera un cambio tan drástico en cuestión de días.
Cierro la puerta de la oficina, Kim me está esperando y por lo cristalino de sus ojos, veo que está a punto de llorar.
“Entremos”, susurro.
Pasamos a la oficina, mi antiguo lugar de trabajo que, si bien no tiene nada de malo, no es tan grande como la principal, la cual tome cuando Ava decidió tomarse un tiempo libre en busca de ese bebé que no llegó.
Apenas cierro la puerta, Kim se lanza a mis brazos en busca de consuelo lo cual permito, siento su cuerpo temblar y es que no es para menos, sé que es completamente una mujer sentimental y el que Ava la hubiera tratado de esa forma no la hizo sentir bien por lo que le acaricio la espalda, dándole el consuelo que quiere.
“¿Por qué la gente dice que es buena cuando es una total p$rra?”, lloriquea.
La alejo de mi cuerpo.
“Cálmate y guarda silencio que estas paredes oyen”, susurro.
Me jode verla tan mal, me jode porque por más que quiera defenderla, no puedo hacerlo sin destapar nuestra aventura.
“Ella está teniendo un mal día, eso es seguro”.
Sorbe por su nariz.
“¿Pero va a quedarse? ¿Puede? Creí que la habías convencido de que se quedara en casa, y ahora…”.
“No te preocupes, se irá en poco tiempo, te lo aseguro ¿Estás mejor?”, tomo su rostro con ambas manos
“¡No! Me trató como si fuera basura, ¿De verdad tenía uno de estos? Me lo obsequiaste tú, ella…”, espeta.
Ruedo los ojos.
“Te lo compré para tu cumpleaños así que deberías disfrutarlo, no pensar en lo que una mujer enfadada dice ¿Entiendes? Y ahora, necesito que hagas algo por mí”, le digo.
Por el temor en sus ojos, comprende lo que quiero decirle y por eso se aleja, negando con su cabeza
“No, no trabajaré para ella, eso es…”, dice.
“Tienes qué. No puedo mostrar favoritismo contigo porque se dará cuenta de la verdad y no quieres ver a Troya arder, así que sé una buena chica y haz tu trabajo, verás que en poco tiempo se cansa de ti y hace que regreses a mi lado, además, será solo temporal en lo que le consigo una asistente nueva”, le corto.
“No puedes hablar en serio, no creo que me estés pidiendo que trabaje para tu esposa, ella es… ¡Me odia y me llama Cindy!”, abre la boca, completamente indignada.
Casi casi y dejo escapar una risa, pero logro contenerme a tiempo dado que noto su estado. Aunque no deja de ser divertido el asunto.
“Ava es una mujer completamente manipulable. Deja que crea que tiene el control ahora y verás en un mes, como máximo, se cansa y regresa a la casa. No hagas nada que pueda molestarla, Kim, porque así quiera tenerte aquí, si ella te echa, no podré hacer que regreses”, susurro, tomando su mano.
“¿No tienes el cincuenta por ciento?”, pregunta.
“Lo tengo, pero no dejaré que un montón de periodistas carroñeros se peleen por un poco de la historia de infidelidad que saldrá a la luz si ella descubre lo nuestro. No tendremos vida, yo no tendré lo que quiero y te aseguro que tú no estarás tranquila, así que respira, sal a hacer tu trabajo y trata de agradarle, quizás así regreses antes incluso”, inhalo profundo, sopesando el poder de mis palabras y la verdad que hay en ellas.
Es casi imposible salir bien librado de un lío de infidelidad. Con todo esto del empoderamiento femenino, la población femenina siempre apoyará a las suyas y buscarán hundirme, así que prefiero hacer las cosas bien, tal y como lo he planeado desde hace tiempo.
Kim abre la boca para responderme, cuando la alejo al sentir los pasos provenientes de afuera. Y no me equivoco, pues Ava ingresa a la oficina, sin tocar, buscando a mi novia.
“¿No sabes tocar?”.
“¿Interrumpo algo? Cindy, ¿Dónde está el café que te pedí? Tenemos trabajo y necesito que seas proactiva”, alza una ceja.
Observa a Kim.
Kim se mueve inquieta, observándome con total descaro.
“Señora White, su esposo me necesita. Él y yo tenemos años trabajando juntos y no es por faltarle ni nada, pero puedo conseguirle una asistente en cuestión de veinte minutos si gusta para…”, ella rueda los ojos.
“¿Acaso dije que quería contratar a alguien nuevo? Cuando te lo pida, lo harás, y justo porque llevas trabajando con mi esposo por años, es que te quiero a ti ¿Hay algún problema con eso? Porque él no hace ni el intento por retenerte”, responde, con una tosquedad que me deja incluso más sorprendido que todo lo anterior
Traga grueso, moviéndose incómoda, sintiéndose pequeña al lado de alguien con una seguridad tan arrasadora como la que está demostrando Ava por primera vez desde que la conozco.
“Y te quiero fuera de mi oficina, con un escritorio. Tomarás notas para mí, me acompañarás a cada reunión o salida que tenga, tendrás que estar disponible veinticuatro siete y te sugiero que compres mucho café, niña, porque lo vas a necesitar ahora queme reintegro ¿Qué estás esperando? Muévete que no tengo todo el día”, continúa.
Kim se apresura a tomar algunas cosas que tiene en su escritorio, en esta oficina, la cual fue designada para que estuviera más cómoda, antes de pasar por su costado.
Me duele verla así, doblegada ante su jefa porque yo jamás la traté como una empleada, y me estoy mordiendo la lengua por no soltarle algunas verdades a Ava, pero mis planes me lo impiden y mi mente me recuerda, que los negocios se dan mejor con la cabeza fría, sin dejar que las emociones nos controlen pues toda decisión basada en sentimientos, te lleva a la ruina.
“Y Cindy”, la llama.
“¿Si, Señora?”, dice.
“Si tienes un novio por algún lado, te sugiero que lo cortes de inmediato, porque a partir de hoy no te alejarás de mi lado. Serás mi maldita sombra”, Ava sonríe, descaradamente.
Mi%rda.
POV Ava.
Apenas cierro la puerta de mi oficina las manos me tiemblan tanto que siento que necesito romper algo y es que cuando vine no pensé jamás que este sería el día en que me enfrentaría a ambos.
¿Cómo pude contenerme? Esa es la pregunta, la gran pregunta a la que todavía no le encuentro una respuesta y es que tengo ganas de salir y darles unos buenos golpes a cada uno, pero sé que no se merecen eso. Sino algo peor, mucho peor.
Me tomo del escritorio. Inhalo profundo intentando que las ganas de mandar todo a la mi%rda no me ganen y me enfoco en los planos que tengo en frente.
Sé que dije que eran una porquería cuando estaba Adam aquí, pero la verdad es que están bien, no tengo mucho qué arreglar, sin embargo, llamo al cliente pidiéndole una cita privada para poder charlar sobre los planos y gracias a Dios que acepta, por lo que llamo a Cindy de un grito.
“¡Cindy! ¡Cindy!”, tarda en venir al menos dos minutos
Toda la ira que tengo hacia esa jovencita, una pequeña mi%rdilla que se creyó que un hombre casado le daría la vida que siempre soñó, sale a la luz cuando la veo cruzar mi puerta con una agitación que me provoca todavía más rabia.
“¿Dónde mi%rda te metes? Necesito que estés pendiente de mí”, le espeto.
“Lo siento, Señorita… Señora, estaba desayunando”, inhala profundo.
Alzo una ceja.
“Tienes un horario para eso y creo que ya se pasó”, aclaro, observando la planilla.
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