Esposo infiel -
Capítulo 6
Capítulo 6:
“Busco a los dueños del apartamento 25”, digo.
“¿La Señorita Byrne la está esperando?”, me pregunta.
“¿Byrne? La dueña es Ava Dawson”, respondo.
“Oh, sí, la esposa del Señor Adam Byrne. Aquí tiene su apellido de casada, no el de soltera”, me dice.
“¿Y vio alguna vez a la Señora Ava?”.
“Ella baja todas las mañanas para ir a trabajar y regresa con su esposo todas las noches. Justo acaban de subir, ¿Desea que la anuncie?”, me pregunta.
“No, dígale que vino a verla una amiga, pero que no quería interrumpir. Muchas gracias”, digo.
El video se corta y toda esperanza de que Adam no sea un completo idiota también. Mi corazón acaba hecho mi%rda, casi destrozado por completo, pero supongo que para que eso suceda todavía quedan muchas cosas por descubrir.
Quiero llorar, de verdad que quiero tirarme a la cama y tener otros tres días de llanto puro, pero aquello no soluciona nada, ya me di cuenta de eso, por lo que me limpio las lágrimas entregando el móvil, repitiendo la realidad una y otra vez.
“¿Qué hacemos ahora?”, me pregunta.
“Vamos a tu casa”, le digo.
“¿Estás segura? Ava, están ahí arriba, puedes entrar y los tendrás justo donde quieres, ¿Para qué esperar?”, dice Janice.
“Vamos a tu casa, que necesito pensar. No quiero actuar por impulso”, niego con mí, cabeza.
“¿Impulso? Impulso sería si no supieras a ciencia cierta que está ahí arriba, pero lo está, ambas lo vimos subir y no bajar así que ve a confrontarlo, termina con esto de una vez”.
“No, necesito más”, vuelvo a negar.
“¿Más evidencia que esta? La tipa vive en el apartamento que él te ‘obsequió’, no sé qué más necesitas”.
“Pues necesito más, Janice, necesito más”, exijo.
“¿Para qué?”, pregunta.
“Para no sentir remordimiento cuando acabe con él”, digo.
Para cuando llegamos a su casa, mi mente está tan atontada que lo único que hago es sacar mi laptop y comenzar a revisar su correo electrónico pues tenemos su cuenta abierta, aunque desde hace tanto tiempo que de seguro ni siquiera lo recordará.
También pido los recibos de las cuentas del banco, extracciones, movimientos de dinero, compras en el exterior o interior del país, absolutamente todo, y sumado a eso, ingreso a la página de la empresa donde están los nombres de cada persona que trabaja ahí, incluida la asistente de mi esposo, una joven de veinte años, apenas una estudiante, con una pasantía la cual viene practicando en nuestra empresa desde que él me obsequió el apartamento, hace tres años.
Lleva tres años teniendo una amante. Tres p%tos años donde cada mentira pasa por mi mente como en una especie de película, como si no fuera suficiente, clavándome un puñal imaginario en el centro del pecho cuando pienso que fingió que quería formar una familia conmigo hace un año y solo fue para quitarme del medio.
Yo le estorbaba. Continúo estorbándole. Y como si eso no fuera suficiente, las cuentas del banco demuestran que ha estado moviendo dinero a otra cuenta a su nombre.
Pequeñas cantidades, casi invisibles para cualquiera, incluso para mí, porque jamás noté las pequeñas compras que hacía como los collares de Tiffany o los viajes al exterior en hoteles cinco estrellas.
Este hijo de p%ta, poco a poco, le fue entregando mi vida a esa mujer.
“Esto es demasiado jodido, Ava, podrías incluso llevarlo a prisión”, comenta Janice, preocupada por todo lo que encontramos.
Pero yo no quiero eso, no quiero verlo tras las rejas.
¿Cómo podría compararse la prisión a la justicia por mano propia? Con el dinero que tiene, seguro y ni siquiera pisa una prisión, ella tampoco, porque los movimientos fueron legales, yo fui la idiota que no se dio cuenta entonces, no tengo más alternativa, y si la tuviera, escogería mi alternativa.
“No quiero que vaya a prisión, quiero venganza. Janice, este hijo de p%ta viene engañándome desde hace tres años ¿Te das cuenta?”, admito, con la voz quebrada
Ni siquiera tres años en prisión me harán sentir mejor, solo… solo quiero que sufra.
“Cariño, tú no eres así. No eres el tipo de mujer que se rige por la venganza”, ella toma mi mano.
“Pues, quizás debería ¿No crees? Porque ahora mismo, lo único que quiero es verlo pidiendo perdón de rodillas por haberme herido tanto. Quiero causarle tanto daño, quitarle tantas cosas, que me suplique al final porque me detenga. Quiero… quiero verlo sin nada y saber que fui yo quien lo provocó”, espeto.
“Ava, eso es demasiado. Incluso para mí”, me dice.
“Pues para mí, verlo sufrir será solo el comienzo. Y lo mejor, es que no tiene idea de lo que se le viene encima”, le digo.
POV Adam.
Pocas veces en mi vida me he sentido enamorado de alguien. Sé bien, por mi padre quien se ha casado más de tres veces, que el amor va y viene y que probablemente, sea lo peor que pueda pasarle a un hombre.
En sus propias palabras, te conviertes en un blando que es capaz de desmoronarse si no tiene a esa mujer al lado y entonces comienzan los problemas, porque sea como sea, sin importar cuánto digan que se aman, el gran problema del enamoramiento es que siempre, uno ama más que el otro.
Es imposible que amen de la misma manera, con la misma intensidad y con la misma pasión, por eso la mayoría de los matrimonios fracasan, y el mío no fue la excepción.
Casarme con Ava fue de los pocos errores que he cometido en mi vida. Al menos mi padre se casó por amor las tres veces, yo me casé con apenas un poco de cariño por ella siendo un niño con muchas responsabilidades.
Conocerla de toda la vida hizo que la decisión no me pesara tanto porque sabía que era una buena chica, y necesitaba casarme con ella para darnos credibilidad a la hora de tomar las riendas de más de doscientos empleados.
Y ella siempre fue buena, quizás ese fue el problema.
Ava Dawson es la típica niña rica, que es demasiado buena con todo el mundo y quien cree que el exceso de dinero es para donarlo. Si por ella fuera todos tendrían una parte de lo que le ha costado toda la vida a su padre, pero para su suerte, nos casamos y quien lleva las cuentas de la casa soy yo.
No me malinterpreten, no está mal querer donar un poco.
La empresa que nos heredaron tiene una fundación a su nombre donde damos becas a niños de bajos recursos que tengan ganas de salir adelante, de progreso, además de que ofrecemos pasantías para quienes asisten a universidades públicas y privadas.
Creo que ponemos nuestro granito de arena para que el mundo sea un lugar mejor, aunque no ayude en mucho.
Pero esa es la cuestión. Para Ava, todo el mundo es bueno, todos deberían de ser felices y no existe nada más que el amor. De hecho, cuando nos casamos, le aseguré que no podría esperar mucho de mí.
Intenté por todos los medios enamorarme profundamente de ella, juro que incluso lo intenté los primeros años, pero no se puede mandar al corazón y mucho menos obligarte a amar a quien siempre viste como una niña demasiado frágil y es que ella es así, dulce, tierna, cariñosa, empalagosa, casi un dulce con ojos bonitos, pero nada más.
Los años que tenemos de matrimonio no fueron una tortura, pero tampoco un viaje sobre un camino de rosas.
Ella siempre quiere más, incluso tuve que fingir que quería tener hijos hace un año para sacarla de la empresa porque estaba tomando malas decisiones dejando que los empleados hicieran lo que querían y no lo que ella ordenaba. De no haberla sacado, nos hubiera llevado en picada, como con nuestro matrimonio, donde cada vez que se esforzaba, sacaba lo peor de mí porque yo no quería eso. No lo quiero todavía.
Por eso no me arrepiento de tener una relación a escondidas con una mujer que me complementa en todo. Una mujer que puede amar con la misma intensidad que un p%to volcán y la misma que es un fuego en todo lo que hace.
Quizás fue su pasión por los negocios, su hambre de experiencias y viajar o simplemente su forma de c%ger, pero me tiene en una caída que es sumamente peligrosa.
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