Esposo infiel
Capítulo 31

Capítulo 31:

“Puede que no quieras comprender lo que te dije sobre Nick y yo, pero te prometo que esto no quieres que nadie se entere. Tú y yo, tenemos algo pendiente”, dice con firmeza, a pesar de tener los ojos cristalizados.

“¿De qué hablas?”, frunzo el ceño.

“Estoy embarazada ¿Me oíste?” admite, dejándome sorprendido.

De inmediato mis ojos viajan a su vientre plano y no despierta nada en mí, ni siquiera le creo y eso bastante malo si de verdad está sucediendo.

Asiento.

“No quería decírtelo de esta forma, pero lo supe hace poco”, dice.

“¿Embarazada?”, sacudo la cabeza.

“Sí, tengo casi seis semanas, cariño. Estoy asustada, no sé qué hacer, pero tengo por seguro que quiero tenerlo”, sonríe entre las lágrimas.

“No puedo, yo…”, niego con mi cabeza.

Viene hacia mí, tomando mis. manos entre las suyas. Casi puedo sentir su desesperación recorriendo mi cuerpo.

“Podemos. Antes no teníamos un motivo para pelear, y tú no tenías un motivo para terminar tu matrimonio, pero ahora lo tienes. Puedes hablar con Ava, dejar todo coma está y comenzar una nueva relación conmigo, una de verdad, donde podrás ver a tu hijo crecer y…”, susurra.

“No puedo”, me alejo.

“¿Qué?”, me mira confundida.

“No puedo dejar a Ava, mucho menos porque tendré un hijo con otra. No puedo. Es imposible”, explico.

“Ni siquiera lo vas a intentar”, suelta un suspiro.

“No, porque sería una pérdida de tiempo”, aclaro con firmeza, dando a entender que no cambiaré de opinión.

“Tienes seis semanas, todavía puedes pedir por un aborto”, digo también.

Como si le hubiera pedido que fuera a la guerra, se aleja de mí estupefacta.

“¿Qué estás diciendo? ¿Cómo puedes pedirme algo semejante? ¡Yo quiero tenerlo!”, espeta.

“¿De verdad?”.

“Claro que sí, es nuestro hijo ¿Cómo puedes pedirme algo como eso, Adam? Creí… creí que te pondría feliz la noticia”, llora desesperada.

Trago grueso. En cierto sentido era lo que quería, aunque inconscientemente lo quería con mi esposa, con Ava, más no con mi amante con quien siempre me protegí. Algo debió fallar, algo salió mal.

“Pues, no lo estoy”, digo.

Asiente, poniéndose de pie.

“No lo estás porque apenas te enteras. Pero te daré unos días ¿De acuerdo? Piénsalo, que yo te esperaré. Llevo esperando tres años a que te decidas por mí, quizás puedas decidirte de una vez por lo que creamos juntos”, susurra acalorada.

Camina hacia la puerta, limpiándose las lágrimas.

“Piénsalo, Adam, porque en mi vientre crece lo que ella jamás pudo darte. Yo sí puedo darte lo que quieres, solo hace falta que me escojas”, dice con firmeza.

La puerta se cierra y por mi mente solo pasa un pensamiento.

‘Maldita sea’.

Tengo tantas cosas en la cabeza ahora mismo, que lo único que quiero es un momento de paz. He intentado pensar con claridad, ser la clase de hombre que puede tomar una decisión, así como así, pero tengo muchas opciones.

Principalmente, la de tener un hijo con Kimberly cuando yo… estoy seguro de que todas las veces en las que nosotros tuvimos relaciones, me protegí. El condón jamás se rompió, yo nunca me equivoqué y las preguntas rondan por mi cabeza ahora que tengo a Ava entre mis brazos.

Cuanto más lo pienso, más noto que le he fallado miserablemente a lo largo de los años, y no puedo continuar fallándole, mucho menos con algo tan delicado como un hijo con otra mujer cuando lo hemos intentado muchas veces, pero jamás pudimos y no entiendo el por qué. Sería… injusto.

La película que puso en nuestro cuarto, ilumina nuestros cuerpos en medio de la oscuridad que nos rodea.

Por primera vez fui yo quien le pidió un poco de su tiempo para pasarlo juntos, porque de alguna forma necesito sacar respuestas de algún lado y por ahora a la única conclusión que llegué, es que fui un hijo de p%ta con mi esposa.

No entiendo por qué me siento tal culpable ahora. Durante años no tuve ni una pizca por lo horrenda que era nuestra relación, sin embargo, ahora tengo en la punta de la lengua la verdad, la cual deseo decirle, pero no hablo por temor a las consecuencias.

Si de verdad viene un bebé en camino, tengo que ser responsable de mis acciones o… pagarle a Kim para que mantenga la boca cerrada, aunque sé que aquello sería imposible.

No sé cuánto tiempo lleva la película puesta, pero no la he mirado ni siquiera dos segundos porque estoy tan pensativo, que no tengo cabeza para nada más, y creo que Ava lo nota, porque cada tanto me da una mirada a ver si en verdad estoy viendo lo mismo que ella. Intento concentrarme, por si se le ocurre preguntarme.

La película es de romance, el típico romance lleno de drama y estamos en la parte en que se reconcilian. Ambos se piden perdón por no haberse hecho felices en su matrimonio, lo que creo despierta su curiosidad, pues clava su mirada en mí, sentándose en la cama.

“¿Eres feliz conmigo? Digo, llevamos años juntos, y…”, pregunta, dejándome en blanco.

Tomo su mano, acariciando su tersa piel, admitiendo a mí mismo que me fascina verla de esta forma, tan relajada en nuestro hogar, después de pasar casi un mes con su nueva versión la cual es demasiado… demasiado.

“Claro que soy feliz contigo, amor. ¿Por qué me preguntas eso?”.

“No lo sé, yo… pasamos tanto tiempo separados este último tiempo, que… nada, olvídalo”, baja la mirada, soltando un suspiro.

Aquello despierta mi curiosidad.

“Dime, cariño. Ava… soy tu esposo, tienes la libertad de decirme lo que sea que para eso estoy”, busco su mirada.

Levanta la cara, enseñando sus ojos cristalizados. Tiene las manos temblando y me preocupa su reacción porque nunca la había visto de esta forma. Conozco muchas de sus facetas, pero esta, tan sentimental, jamás.

“No tiene importancia”, dice.

“Pero te preocupa, entonces a mi igual. Dime qué va mal”, susurro.

“Creí… llegué a pensar que tenías una amante”, suelta en un suspiro.

Su confesión me deja de piedra. Intento no demostrar demasiadas emociones porque en su propio tono sé que no tiene pruebas, ni noción de que haya sido así en realidad, solo tiene dudas, aunque por alguna razón, siento que estoy sudando frío apenas ella siquiera lo menciona.

“¿Qué?”, pregunto.

“Llegabas tarde, a veces ni siquiera te veía en todo el día y los fines de semana siempre te salían reuniones en el extranjero, o fuera del Estado. No querías salir conmigo a ningún lado, no… dejaste de prestarme atención, Adam. Pasé a segundo plano estos años, y de verdad que quiero… quiero darte el espacio para que me digas ahora, lo que sea que me estés ocultando”, dice, terriblemente sentida.

“¿De qué hablas?”, sacudo la cabeza.

“Llevo días pensando en darte un espacio para que me digas la verdad. La que sea, solo quiero comprender por qué cambiaste tanto y por qué parece ser que la menor de tus preocupaciones, es nuestro matrimonio. Si tienes una amante, si de verdad tienes una aventura, tienes que decírmelo ahora, para que yo pueda…”, dice.

Me acerco a ella, tomándola en mis brazos. Está sudando, nerviosa, demasiado histérica y esto solo demuestra su temor a que yo pueda tener a alguien más en mi vida, lo que me pone peor porque siempre creí que sería la primera en ser infiel, aunque fallé. En todo fallé si de Ava hablamos.

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