Esposo infiel -
Capítulo 106
Capítulo 106:
POV Kim.
“¿Qué este es mi sueño solamente?”, digo.
No sé de dónde sale tanta valentía, pero asiento, levantando la mirada.
“Sí, lo es”.
“¿Y qué sueño tienes tú? Porque que yo sepa, siempre quisimos lo mismo”, una risa cargada de burla, quizás incluso un poco de desconcierto, sale de su garganta.
“Desde el principio solo quería hacerlo una vez y después poder tener una familia contigo. Un pequeño puesto de víveres cerca de nuestra casa, donde nuestros hijos pudieran ir a vernos al salir de la escuela y…”, sacudo la cabeza.
Rueda los ojos. No es la primera vez en que le resta importancia a lo que yo quiero, aunque sí es la primera vez que me molesta que lo haga. En más de una década jamás me impuse. Nunca pregunté, nunca me negué. Le di todo de mí, incluso cosas que no debí de darle, y ¿Así es como me paga?
“Otra vez con ese cuento ¿Hasta cuándo tengo que explicarte esto? No podemos tener una familia si primero no tenemos dinero”, reniega.
“Tienes dinero. Hiciste tu carrera, tienes tu título, que por cierto ayudé a pagar, y…”.
Antes de poder decir otra cosa, me envía al suelo de un puño.
A este punto supongo que tendría que estar acostumbrada. Sus malos tratos siempre fueron acompañados de besos y abrazos, hasta que comprendí que si no quería que me golpeara tenía que hacer lo que él quisiera. Por esa razón le ayudé a embaucar a varios hombres a lo largo del país.
Nunca me interesó ninguno de ellos. Lo que conocía eran malos tratos, casi siempre golpes, hasta que le daba el dinero. Ahí todo era felicidad. Al menos lo fue hasta que alargué las cosas con Adam.
“Yo te di una familia, Kim. Te di amor, seguridad, confianza en ti misma. Te di el maldito cuerpo que tienes y ¿Quieres sacarme la cara un p%to título? ¡Se suponía que obtendrías el dinero hace años así que no juegues conmigo que si estamos en esta posición es por tu culpa!”, me grita.
Me levanto con la cabeza gacha. Sé exactamente cómo tratarlo y si llego a mirarlo a la cara ahora, me golpeará de nuevo y esta vez no podré contenerlo.
“¿Quieres culparme de la vida que tienes ahora? Porque es por mí que ahora tienes una vida, maldita malagradecida”, espeta.
“No dije eso”, susurro.
“¡Claro que sí!”, grita.
“No, solo dije que este no es mi sueño. No quiero quitarles el dinero, solo… quiero que esto se termine”, espeto.
“No me digas que de verdad te enamoraste de él”, Nick busca mi mirada.
“¿Qué?”, pregunto.
“No me digas que después de tantos años, tantos clientes, tantos hombres pasando por tu vida, te enamoraste de uno que está casado”, la burla en su voz es evidente, tan clara que me molesta además de que me hiere.
Para Nick, nunca fui una opción viable. Somos todo y nada al mismo tiempo, no le importó compartirme con muchos hombres a lo largo del camino recorrido que tenemos juntos, pero le molestó saber que Adam me quería para otra cosa.
Aproveché cierto tiempo que se obsesionó con Ava, porque quería internarse en la vida de los Byrne sin importar si la pr%stituta era yo o él mismo, para replantearme mi vida.
Adam solía prometer que tendríamos una vida juntos y por primera vez un hombre me demostró que podía llegar a ser más que una simple p%ta a la que entregaban a diestra y siniestra para que los hombres se enamoraran de mí y así poder sacarles dinero amenazando con que sacaría a la luz lo nuestro a sus esposas. No, con él fue diferente porque esta vez, la enamorada fui yo.
¿Cómo podría no enamorarme de él? Si me trataba bonito, me veía con ojos de enamorado y a la hora de c%ger no eran golpes y malas fuertes, sino todo lo contrario. El se%o era salvaje, demasiado voltaje para dos personas en una sola noche, pero era diferente.
El tinte de la relación no era igual y me hizo comprender que existen muchos tipos de amor, y el de Nick ni siquiera se podía titular de esa forma.
Accedí a ayudarlo en esto después de que Adam me diera la espalda. Estaba tan herida por sus palabras, tan triste al darme cuenta de que jamás sintió algo real por mí, que ni siquiera lo pensé, y así como en ese momento, tampoco estoy pensando ahora que busco en la maleta la carpeta con los papeles que le aviento.
“Adam no me miente. A diferencia de su ex esposa que no ha hecho más que fingir para tenerte como un idiota”, susurro, con el mentón en alto
Casi puedo sentir el chasquido de sus dientes. Veo que su mandíbula está tan apretada que corre riesgo de incluso quebrarse a sí mismo, pero ¿Cómo demonios no lo harían? Si acaba de darse cuenta de que Ava no es más que una mentirosa.
“Ya no son esposos, querido. ¿Ahora qué vas a hacer?”, espeta.
Con esto no solo su plan sale mal, sino también su tonta idea de vengarse. Está que explota, y el que vea en el reloj que el tiempo es casi nulo, es decir menos de dos minutos donde no podría ni siquiera encender la computadora, entra en un maldito estado de caos.
“¡Estos hijos de p%ta! Tú lo sabías. ¿Desde cuándo? grita, lanzando los papeles al suelo, me mira con toda la rabia que pueden destellar sus ojos en estos momentos, acercándose a mí peligrosamente.
Retrocedo lo más que puedo.
“Desde ayer ¿Te das cuenta? Adam me ama, Nick, y puedo tener una vida con él si tan solo tú…”, admito.
Me toma de los hombros, decidido a acabar conmigo, lanzándome contra un mueble con el que me golpeo la nuca al caer. Siento que estoy sobre vidrio, demasiado mareada para siquiera poder pensar, creo que, al borde de perder el conocimiento, cuando lo escucho susurrarme al oído.
“Nadie aquí tendrá una vida después de esto. Ni siquiera tú”.
POV Ava.
Siento a lo lejos una voz que murmura mi nombre. Es casi incomprensible al principio, casi como un susurro. Tan bajo que apenas puedo distinguirlo, pero a medida en que presto más y más atención, sé que aquella voz dice mi nombre.
Cada vez más fuerte, cada vez más cerca, y entonces… abro los ojos.
El suelo del barco es lo primero que veo. La posición en la que estoy es realmente incómoda y mi cuerpo me está pidiendo que me mueva. Intento tocarme el rostro que es lo que más me duele, no es como si hubiera perdido la memoria ya que recuerdo los golpes que me dio Nick, pero me quejo porque no puedo moverme bien.
Mis manos parecen estar atadas, intento mover la cabeza y de inmediato recibo un golpe interno que me obliga a mantenerme quieta por unos segundos hasta que pase.
Sé que estoy gravemente golpeada, incluso podría decir que estoy herida. Sé que no puedo abrir mi ojo izquierdo, que está tan inflamado que siento esa pesadez en mi rostro así que no me esfuerzo por verme, sino por salir a sabiendas de lo que está pasando.
Estoy inquieta y tan concentrada que hasta este momento no había notado que todavía siguen llamándome por mi nombre. Tengo que girar hacia el otro lado, desde donde proviene la voz, y la imagen de Adam completamente golpeado en su rostro, con la sangre seca al punto en que se ha oscurecido.
“¿Adam?”, susurro levemente.
Se emociona demasiado, hasta el punto en que se ríe nervioso. Intenta ponerse de pie, pero al igual que yo, está amarrado, solo que él tiene esposas que lo mantienen junto a la cama.
Observa hacia la puerta que permanece cerrada. Estamos lejos el uno del otro y el que no pueda moverme me está poniendo intranquila porque quiero estar cerca de él. Quiero tenerlo cerca, sentirme segura, así sea por lo menos segundos.
“¿Qué está pasando?”, pregunto.
“¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?”, pregunta preocupado.
No sé ni cómo me siento, pero veo que él está demasiado frustrado, intentando parecer tranquilo ante mí.
“Ava… respira”, dice.
“¿Cómo saldremos de aquí?”, sacudo la cabeza.
“Estaremos bien ¿De acuerdo? Tenemos que permanecer tranquilos y…”, susurra.
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