Esposo infiel -
Capítulo 102
Capítulo 102:
POV Adam.
“Porque él sí cumple su palabra”, me mira fijamente, plantándose frente a mí.
“¿Y yo no?”, bufo, sin creerlo, sonriendo de lado.
“Claramente no, porque no estaríamos en esta situación”
“¿De qué hablas? ¿Dices que estamos aquí porque te dejé por mi esposa? Hace una mueca de obviedad, enfatizando con sus manos. Casi y puedo ver la broma en sus gestos, como si mi decisión hubiera sido la errónea”, inquiero.
“Me dejaste apenas creíste que ibas a perderla. Hiciste juramentos que no cumpliste, en cambio Nick… Él siempre cumple con lo que promete”, responde.
No deja de tocarse la cabeza, seguramente le duele por el cansancio y este es el mejor momento para hacerla hablar. Kim tiene un defecto y es que estando agotada dice las cosas sin pensarlas. Las verdades solo salen de su boca como si nada.
“¿Y crees que no cumplí con lo que te prometí solo porque no supiste esperar?”, espeto.
“Cierra la boca, Adam”, masculla agotada.
“Kim, ¿Por qué no me dices la verdadera razón por la que haces esto? Porque no creo que sea por el dinero”, le pido.
“Tener dinero es lo único que me queda”, suelta un suspiro.
“¿Por qué no pudiste tenerme a mí?”, pregunto.
La mirada que me lanza me da las respuestas que estaba esperando. Kim no supera que la dejé por Ava, no puede salir adelante y aunque me provoque agruras admitirlo, jugar con su mente ahora mismo es la mejor opción. No tengo idea de qué le esté haciendo Nick a Ava en estos momentos, solo sé que no es, nada bueno.
Las cosas se pondrán difíciles si no tengo a esta mujer de mi lado, loca o no, porque la prioridad es deshacernos de Nick pues está claro que él es la cabeza de esto. Kim es solo… una pieza más.
“¿Por qué te uniste a Nick? ¿Qué razones tiene él para hacernos esto? Porque está claro que tú lo haces para vengarte de nosotros, ¿Pero él?”, pregunto.
“Kim, ¿Por qué no me dices eso? Ayúdame a entender a qué me enfrento, porque sé que tú no quieres hacerlo, sea lo que sea”, baja la mirada, continuando con su caminata.
“¿Cómo lo sabes? ¿Por qué crees que soy su peón? ¿Qué te hace creer que estoy aquí por él?”, dice, alzando una ceja hacia mí.
“Sé que no es por él, pero te uniste y fue por una razón. Dímela”, ordeno.
“Por algo que no tienes, Adam, y posiblemente jamás tengas. Lealtad”, se encoge de hombros, sacudiendo su cabeza levemente.
“¿C%ges con él unas cuantas veces y ya sientes lealtad?”, frunzo el ceño.
Aquello le saca una sonrisa, perfectamente sé que no se conocen hace meses sino años, que no y fueron amigos sino amantes mucho tiempo y que quizás su trabajo siempre fue embaucar a hombres casados, quitarles su dinero e incluso comienzo a pensar que Nick de cierta forma prostituyó a Kim para obtener lo que siempre quiso, dinero y poder, pero también sé que ella se enamoró de mí y más allá de lo que sea que tramaron juntos, su debilidad soy yo y las palabras que salen de mi boca.
“No tienes idea de lo que dices”, espeta.
“Quizás no, pero tengo una cosa clara, cariño y es que tú todavía me amas”, le digo.
La sonrisa se esfuma, la caminata se detiene y sus ojos clavados en mí me dan la respuesta que no sale de su boca.
“Repito, no tienes idea de lo que dices”, me dice.
Ruedo los ojos, sacando mi actitud de hijo de p%ta, la cual sé que le gusta demasiado.
“Vamos, se nota a leguas que todavía me amas y si tan solo hubieras esperado un poco más, te habrías llevado la sorpresa de tu vida”, comento, restándole importancia.
“¿De qué estás hablando?”, interesada, da un paso hacia mí.
“¿De verdad no puedes ver más allá de las cosas? No te ofendas, pero te tenía a mi lado porque creí que eras inteligente”, ironizo, con una ceja en alto.
Saca su arma apuntándome directo a la frente. Le quita el seguro incluso pues su estado de ánimo cambió en cuestión de segundos. Está nerviosa, noto que mis palabras la provocan hasta puntos inimaginables lo que la convierte en un arma poderosa, pero, a fin de cuentas, un arma para poder salir de aquí.
No le demuestro temor porque sé que no va a dispararme. No así, no sin escuchar lo que quiere oír.
“No juegues conmigo, Adam, estoy harta de eso. ¿Pretendes hacerme creer que nada de lo que dijiste fue cierto? ¡Me echaste como si fuera un maldito perro!”, grita.
“¿Y qué se suponía que debía de hacer después de cómo te comportabas? Te dije miles de veces que no podía saberse lo nuestro porque todo se iría al carajo y que no podía pedir el divorcio porque estaba haciendo un negocio ¿Cierto? Pues tus actitudes pusieron todo en riesgo, incluso mi negocio, y no podía decirte nada porque no habrías cambiado y habría perdido todo”, ruedo los ojos, soltando un suspiro.
“¿De qué estás hablando?”, confundida, niega con su cabeza.
“Mientras me exigías que dejara a Ava, no podía hacerlo porque mi padre fundió mi parte antes de retirarse. De haberla dejado en ese momento habríamos sido pobres en cuestión de meses porque mi infidelidad le habría dado la empresa completa y no tendría trabajo. Tenía que invertir mi dinero y mientras tanto, seguir con ella”, comento, admitiendo por primera vez a mí mismo la clase de mi%rda que fui con Ava.
Planeando dejarla a sus espaldas por una chica que claramente iba a perder la razón en cualquier momento y una a la que no conocí jamás.
“No me dijiste eso”, veo que traga grueso, parpadeando, confundida.
“¡No podía! Estabas como loca intentando que dejara a Ava como si nada. Tenía que hacerte a un lado si quería salirme con la mía, y lo sabes bien”, espeto.
“Mentira. Tú jamás la habrías dejado por mí, esto lo demuestra. Meses después y sigues con ella. ¿Crees que soy idiota?”, gruñe.
Sí, demasiado.
“No, claro que no. El proyecto de los Paulson era importante para la empresa y pusieron como condición que querían vernos juntos en la boda para otorgárnoslo. Ahora lo tenemos, y puedo separarme de ella cuando quiera porque el negocio fue bien”, miento.
“Deja de mentir”, pide.
“No lo hago. Tenía pensado buscarte apenas finalizara mi divorcio, pero tú no sabes esperar, y el que me tengas aquí solo demuestra que no fuiste más que mentiras todo este tiempo”, digo.
Se ríe levemente. Está decidida a no creerme y casi la mitad de lo que dije no es cierto. Jamás habría dejado a Ava, sin importar si mi negocio salía bien, jamás la habría dejado o al menos, no por ella.
Yo lo sé, conozco la verdad, pero necesito que Kim se crea esta mentira porque estamos en desventaja en medio del océano, donde nadie puede oírnos y nuestro rescate tardará demasiado si como dijo, el hombre no habla.
Kim es la única oportunidad que tenemos de salir con vida.
“¿Quieres que te crea que ahora vas a dejarla? Solo lo dices porque estás amarrado a una cama. No me jodas”, ironiza sonriendo.
“¿No me crees?”, alzo una ceja, desafiándola.
“No”, responde.
“¿Necesitas pruebas de que la dejaré?”, pregunto.
“No las tienes de todos modos”, se encoge de hombros.
“Busca en su maleta. Busca en su maleta, hay una carpeta marrón donde está nuestro divorcio ya firmado”, ordeno, lo que la hace fruncir el ceño.
Por unos segundos se queda pasmada, sin creerme, pero como su mente necesita pensar que alguien por fin la escogió por encima de Ava, hace lo que le digo. Busca la maleta afuera de la habitación, la arrastra hasta dónde estamos y en esos escasos segundos que vi hacia afuera, intenté buscar indicios de Ava, pero no estaba allí.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar