Esposo arrepentido -
Capítulo 99
Capítulo 99:
“¿Es normal que no tenga latido?”, pregunto.
“Sí, mayormente se lo puede oír alrededor de la semana seis. Ahora solo vamos a confirmar que esté en gestación y que los resultados sean correctos para comenzar con el cuidado natal ¿De acuerdo? Ava, introduciré el aparato”.
“De acuerdo”, dice mi esposa.
Hace unas muecas cuando lo tiene dentro suyo, seguramente es incómodo, pero después. de que me asegura que está bien presto atención a la pantalla de la máquina mientras la doctora comienza su búsqueda.
Siento los ojos de mi esposa sobre mí, quizás preguntándose miles de cosas como yo lo estoy haciendo en estos momentos, pero a fin de cuentas, ninguno dice nada, de nuevo.
No sé cuánto tiempo pasa, ni qué es lo que ve, solo sé que de un momento a otro ella apunta la pantalla.
“Aquí está”, dice.
“¿Estoy embarazada?”
“¿Lo confirma? ¿Vamos a ser padres?”, pregunto, cargado de emoción.
“Por favor, diga algo”.
Se queda callada y comienza a presionar teclas de las que no entiendo absolutamente nada, observando una pantalla que se queda quieta a pesar de que momentos antes se estaban moviendo con total normalidad.
“¿Qué está pasando?”
Ava comienza a asustarse.
“¿Qué tiene?”
“Pasa que… veo el saco gestacional aquí, lo que confirma el embarazo, pero…”
“¿Pero? ¿Cómo que pero?”
“Miren aquí”
Nos apunta a una pequeña bolsita.
“Puedo confirmar que está embarazada, pero ¿Ven aquí?”
Hay otra bolsa.
“No quiero darle falsas esperanzas, pero si todo marcha bien, parece que van a tener mellizos. Felicidades, parejita”.
De repente me falta el aire.
Mis ojos no dejan de mirar la pantalla y realmente no sé cómo reaccionar ante esto.
Frente a mí tengo una buena noticia, a mi esposa a mi lado, pero no soy capaz de decir absolutamente nada, por eso no me sorprende que ella me mire expectante.
Bajo la mirada encontrándome con la suya y veo lágrimas en sus ojos, así como siento el temblor que la toma por completo porque hasta su mano está temblando en la mía.
Veo miedo, incertidumbre, pánico e incluso una mezcla de confusión en ellos, pero… yo no me siento igual.
Un sentimiento grande, profundo y abrasador comienza a brotar desde lo más hondo de mi pecho, saliendo por cada uno de mis poros, cristalizando mis ojos y haciendo brotar gruesas lágrimas que caen por mis mejillas al mirar la pantalla y luego a mi esposa.
Entiendo de inmediato que lo que me está pasando, es el amor brotando de mi cuerpo.
Amor por ella, por mis hijos y por todo lo que me ha dado en este corto periodo de tiempo.
“¿Estás bien? Sé que no los planeamos y entenderé si…”
Niego con mi cabeza, reaccionando por fin, apoyando mi frente sobre la suya.
“Tú, amada mía, me has dado más de lo que alguna vez pude desear”, susurro, solo para nosotros.
“Te amo, amo a nuestra hija y amaré a todos los que vengan solo porque provienen de ti”.
“Adam…”
“Estoy tan orgulloso de ti, cariño, y tan asombrado de lo que me haces sentir porque nunca pensé que podría amarte de lo que ya lo hacía, pero vienes y me das dos partes más de ti. ¿Qué hice para merecerte?”
En medio de sus lágrimas, mi esposa me sonríe, tomando mi rostro entre sus manos.
“¿Estás feliz? ¿De verdad lo quieres? Será mucho trabajo, no dormiremos y…”
“Lo acepto todo”
Ava me besa y olvido por completo que la doctora está viendo absolutamente todo cuando la tomo del rostro besándola con vehemencia sin poder creer el tercer obsequio que me ha dado.
El primero. ella, el segundo mi hija y termino mis mellizos.
“Los amo tanto, cariño.
POV Ava:
Siempre supe que la ciudad de Nueva York era especial, pero jamás imaginé que lo fuera tanto.
En este lugar encontré todo lo que me hace feliz.
Encontré la carrera que amo, al hombre que amo y la familia tan hermosa que hemos creado juntos.
Sé que son las hormonas las que me ponen tan sentimental, pero a decir verdad poco me importa verme tan frágil y delicada.
Observándome al espejo con mi camisolín puesto, solo puedo sonreír como una idiota porque finalmente lo logramos.
Mis mellizos. Y yo llegamos juntos a las doce semanas de gestación.
Tengo tantas ganas de abrazarme a mí misma.
Tantas ganas de darme palmaditas en la espalda, aunque solo llego a acariciar mi v!entre que por ahora, apenas se ha comenzado a vislumbrar el embarazo.
Demasiadas cosas sucedieron desde el momento en que nos hicimos la primera ecografía.
Vivimos tres semanas con un temor terrible de que el embarazo no prosperara así que ninguno de los dos se emocionó demasiado ni contó nada al respecto.
Obviamente los amamos, pero fue ese mismo amor tan inmenso el que nos obligó a contenernos hasta que fuera algo seguro.
A las siete semanas y tres días pudimos oír sus latidos por primera vez.
El sonido, como un bamboleo, se convirtieron en el motor de nuestras vidas en ese preciso instante porque a pesar de tener a Brooklyn, la mera idea de volvernos una familia de cinco hizo de todo este asunto algo extremadamente especial.
“Adam…mi hermoso esposo. Recuerdo con demasiada realidad ese día en que pudimos asegurar el embarazo y. su buen curso”
Las lágrimas cayendo por sus mejillas, las palabras tan hermosas que me dijo y más que nada, el cuidado que tuvo conmigo después de eso.
Me convertí en un ser que solo come y respira, porque de ahí en más no me permite hacer nada por mi cuenta.
Está al pendiente de todo, trabajando el doble para darnos lo mejor a los cuatro y el esfuerzo que está haciendo no pasa desapercibido para nadie.
Ni siquiera para mi madre que comenzó a sospechar de mi falta de actividad y aunque no quisiera comportarme como una minusválida que necesita siempre de otro para poder hacer las cosas, al ser dos bebés, un embarazo múltiple y demás, prefiero tener los mejores cuidados.
Sobre todo, me propuse disfrutar de este embarazo mucho más de lo que disfruté el de Brooklyn.
Ahora no tengo que trabajar, ni esforzarme por conseguir el dinero necesario para subsistir, mucho menos preocuparme por ocultarla y demás, solo… tengo que mantenerlos dentro de mí hasta que quieran salir o los doctores autoricen una cesárea.
Sea como sea, este embarazo está siendo una nueva aventura completamente desconocida para mí.
El tener a Adam conmigo hace una tremenda diferencia.
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