Esposo arrepentido
Capítulo 65

Capítulo 65:

«¿Cómo que no? ¿Quién te dijo eso?»

Se encoge de hombros.

«Brooklyn, toda persona puede llorar sin importar cuántos años tenga. Si hieres sus sentimientos, ten por seguro que va a llorar. Así sea mamá o cualquier otra persona, no debes gritarle a nadie. Ahora discúlpate”

Con ojitos de perrito regañado, observa a su madre, quien tiene lágrimas en los ojos.

Eso me duele.

La idea de entrar en sus vidas de nuevo no era reemplazar a su madre en ningún sentido de la palabra, pero siento que es lo que he estado haciendo porque la niña no quiere hacer nada con ninguna otra persona que no sea yo.

«Perdón, mami”

Ava traga grueso.

«Está bien, amor. Papi te ayudará con eso”, dice, volteándose rápido para subir al lado del acompañante, cerrando la puerta sonoramente.

Suelto un suspiro.

Subo a Brooklyn al asiento; conmigo no llora y mucho menos me grita.

Le acomodo todo en su lugar, aprieto sus cinturones y luego voy hacia el lado del conductor, tomando asiento.

Es imposible pasar desapercibidas las lágrimas de Ava, porque el golpe emocional que siento es más grande que cualquier otra cosa.

Le tiendo la mano hacia ella, acariciando su muslo.

Es un toque personal, pero es algo que hemos estado haciendo. Pequeños avances a los que ninguno les da importancia, pero los tienen.

Claro que los tienen.

«Tranquila, es solo una niña”

Asiente.

«Lo sé, sé que es solo una niña, pero parece que ha comenzado a odiarme”

«Ava, eso es extremo”

«¡Ya ni siquiera quiere que la lleve a dormir! ¡Si no lo haces tú, ella no quiere absolutamente nada y no es justo! Se supone que yo también haga esas cosas con ella, que… m!erda”

Esconde su rostro detrás de sus manos y me siento mal por ella.

Estuvieron cuatro años juntas, solas, y ahora que entré en el cuadro, parece que Brooklyn ha tomado más de mi lado que el de ella.

Y aunque no quiera admitirlo, yo también noté esa lejanía entre ambas.

Es solo una niña, pero es como si presintiera que Ava nos hizo algo malo al separarnos y su forma de hacerla pagar es manteniéndola alejada.

No suena bien, pero Brooklyn es demasiado inteligente.

Y por lo que veo, vengativa igual que la madre.

«Tranquila”, susurro.

«Haz de cuenta que soy el juguete nuevo en su vida. En cuanto se aburra de mí, todo volverá a la normalidad, ya lo verás”

Suelta un suspiro, frustrada.

«Solo conduce. Quiero terminar con esto, por favor”

Hago lo que me pide.

El resto del viaje, Brooklyn juega conmigo al veo veo, y aunque no es para nada buena porque a veces confunde los colores, me río a carcajadas con sus ocurrencias.

Ava va callada, mirando por la ventanilla todo el rato y sin prestar atención a ninguno de los dos.

Cuando llegamos al consultorio de la psicóloga, ella es la primera en salir y nos espera en la vereda, sabiendo que Brooklyn no quiere que sea ella quien la saque del coche.

Cuando bajo a la niña, me pregunto si hará un berrinche cuando nos tengamos que separar aquí también, pero extrañamente, se va con una sonrisa de la mano de su psicóloga infantil, saludándome todo el camino con su manito, despidiéndose.

«¡Te veo después, papi!»

«Aquí te espero, amor mío», digo sonriendo, hasta que desaparece detrás de esas puertas. Volteo a ver a Ava, quien me mira con una ceja en alto.

«¿Qué?»

«Te dije que su problema era conmigo, no con todos”

Suelto un suspiro.

«Es solo una niña…”

«¡Una niña que me odia!», grita.

Para entonces, nuestra psicóloga abre la puerta.

Observa la situación y me pide entrar primero, logrando que vuelva a rodar los ojos.

«Otra que te escoge antes que a mí”

Su comentario me hace carcajear, pero me reservo todo para no hacerla enfadar más.

«Te veré en un rato”

Ingreso al consultorio, tomo asiento donde siempre y después de tener una charla cordial con la psicóloga, noto que entra en su papel de profesional cuando cruza los tobillos y deja en sus piernas la libreta donde suele tomar notas.

«¿Cómo está todo, Adam? ¿Cómo es la vida viviendo juntos?»

«Es genial», admito.

«Tenemos días malos, como los últimos, pero todo va bien”

Frunce el ceño.

«¿A qué te refieres con días malos? ¿No se están llevando bien?»

«No, no es eso”

«¿Entonces?»

«Bueno, desde que Brooklyn supo que soy su padre, está demasiado apegada a mí”

«Es una niña que acaba de descubrir que tiene un padre, yo no lo veo nada de malo”

«Lo sé, yo tampoco, pero ¿Tiene algo de malo que no quiera nada con su propia madre?», pregunto con el ceño fruncido.

«Verá, si quiere dormir, me busca, si quiere comer, igual, si quiere hacer cualquier cosa, recurre a mí. Es como si se hubiera olvidado por completo de su madre”

Ella anota eso en su libreta, algo habitual a este punto.

«¿Y cómo te sientes con eso?»

«¿Yo? Estoy en las putas nubes», sonrío abiertamente.

«Brooklyn es tan… carajo, ser padre es tan divertido. Ella es ocurrente, graciosa, cariñosa, amable y demasiado tierna. Hace cosas tan alucinantes, da unas respuestas tan icónicas a cosas tan simples para los adultos. ¡Joder, la vida con Brooklyn es una alegría todos los jodidos días!»

Se ríe conmigo.

«Eso es paternidad, Adam. Pero, ¿Cómo se siente Ava al respecto?»

Mi sonrisa se borra.

«Bueno, ella sí está mal. Ha llorado varias veces y aunque piensa que no la veo, lo hago. No es muy buena escondiéndose para llorar”

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