Esposo arrepentido -
Capítulo 64
Capítulo 64:
«No te preocupes, no le diré a nadie tu secreto», le tranquilizo.
Nos quedamos en silencio por un momento, hasta que decido volver al tema principal.
«Bueno, es una buena idea. Comenzaré a trabajar en el proyecto».
«¿Necesitas ayuda?», pregunta Adam, ofreciéndose a colaborar.
«Pensé que querrías dormir con Brooklyn», bromeo, pero él insiste en ayudarme.
«Quiero, pero te ayudaré, así ambos podremos ir a la cama temprano», responde con una sonrisa.
«¿Qué proyecto quieres hacer primero? ¿Esencia o procedencia?»
«Me río levemente, tendiéndole un lápiz.
«Son buenos nombres. ¿Qué tal si hacemos ambos y que ellos decidan? Las propuestas son excelentes».
Nos ponemos al trabajo, colaborando en los proyectos de planificación.
Aunque me toca trabajar en la procedencia, Adam me ofrece su ayuda y juntos logramos avanzar más rápido de lo esperado.
Es como si estuviésemos destinados a trabajar unidos, complementándonos en cada paso del proceso.
Cuando terminamos, ya es tarde en la noche.
Adam se estira en la silla mientras yo me levanto para tomar un vaso de agua, sintiéndome agotada pero satisfecha por el progreso realizado.
«Hace tiempo que no terminaba un proyecto tan rápido», comenta Adam, y mi comentario en tono de broma desencadena una respuesta más seria de su parte.
«Es lo único que me mantuvo cuerdo», admite, y su confesión me hace reflexionar sobre todo lo que ha pasado desde que nos separamos.
«Creo que deberías bajar un poco la intensidad. Ahora tienes una hija y ella requiere de tiempo. Tu tiempo», le sugiero, preocupada por su bienestar.
«Quizás, ya veremos qué sucede», responde Adam encogiéndose de hombros antes de proponer ir a la cama.
Mi respuesta provoca una serie de comentarios que me hacen recordar la complicada relación que compartimos.
«No soy tu esposa», le recuerdo, pero él insiste en sus sentimientos, confesando sus emociones de una manera que me hace cuestionar mis propios sentimientos.
«Dije que jamás amaría a otra mujer que no sea a ti y fallé, Ava», declara Adam, dejándome sin palabras ante su sinceridad.
«Adam»
Intento alejarme mientras él se acerca, pero sus palabras me hacen detenerme. La pregunta que lanzo lo desconcierta, cambiando el tono de la conversación.
«¿Qué? Solías trabajar en empresas, ahora en casas. ¿Por qué?»
Parpadea, pensativo.
«¿Tengo que responder?» pregunta Adam, a lo que respondo con un firme:
«Sí».
Él rueda los ojos con exasperación.
«Tú no respondes a ninguna de mis preguntas, pero yo sí tengo que responder a las tuyas. Eres injusta ¿Lo sabías?».
Frunzo los labios, conteniendo la risa.
La libertad y la ligereza que siento estando junto a él ahora no se compara en nada a cómo me sentí cuando apenas llegué, y sé que la psicóloga tiene bastante que ver en ello. Pero también comprendo que somos seres humanos que tomamos decisiones, y al decidir seguir adelante, supongo que comencé a sanar. Aunque sea un poco.
«Bueno, te diré esto», comento mientras me alejo hacia la salida, abriendo las puertas dobles.
«Cuando tú estés listo para responder por qué trabajas en casas ahora, yo te diré qué pasó con esos papeles de divorcio», añado, dejándolo sorprendido.
Antes de que pueda decir algo más, me despido con un
«Buenas noches, esposito».
POV Adam:
Caminamos juntos, Brooklyn tomada de mi mano, mientras Ava nos espera junto al coche, lista para subir a nuestra hija a su asiento.
Es increíble cómo una mañana puede parecer tan hermosa, con el sol brillando alto y nuestra pequeña familia sonriendo desde el momento en que nos encontramos para desayunar.
Las cosas en casa han estado mejorando bastante.
Hoy tenemos nuestra tercera sesión a solas y la tercera conjunta está a unos días. Ava y yo hemos estado teniendo conversaciones esporádicas donde no discutimos, y la verdad es que nos ha sentado de maravilla.
Al menos ahora somos capaces de tener conversaciones durante horas enteras.
He llegado a conocer tanto de ella, cosas que nunca pregunté o nunca contó, como las vivencias que tuvo de niña y cosas así.
Me impresiona la fuerza que tuvo durante tantos años.
«¿Lista para el paseo?», le dice Ava a nuestra hija, quien alarga los brazos para que la suba.
«¡Paseo! ¿Vamos por paletas de fresa?», pregunta Brooklyn.
Ambos la quedamos mirando.
Después del susto que nos dio cuando se ocultó a comerlas, Ava casi enloqueció, así que cerró el acceso al sótano para ella.
Además de nada de dulces por haberse desobedecido.
«Bromis”, dice Brooklyn, encogiéndose de hombros.
Le beso la frente antes de dejarla con su madre.
«Tus bromis me van a dar un infarto”, comento, haciéndola carcajear.
«Ve, hazle caso a tu madre”
«¡Quiero ir contigo, papi!»
Ava bufa, molesta.
Durante todo este tiempo, Brooklyn ha creado una especie de apego conmigo.
Quiere ir donde yo voy, quiere hacer lo que yo hago y quiere estarme vigilando todo el tiempo, como si temiera a que si salgo de su radar no volverá a verme, y eso me jode.
«Vamos todos en el mismo coche”
«¡Quiero ir con papá!»
Aunque amo que me diga papá, la revelación que tiene hacia su madre no es buena.
No quiere ni que la toque algunos días, solo quiere estar conmigo.
Y aunque Ava no ha mencionado nada, sé que ese comportamiento la hiere, así que antes de subir al lado del conductor, regreso a mi hija tomándola por los hombros.
«Vamos todos en el coche, pero tienes que ir aquí por seguridad. Ese asiento impedirá que te lastimes si alguna vez tenemos un accidente, y no queremos que eso pase ¿Cierto?»
Con un puchero en sus labios, niega.
«Y ¿Qué dijimos sobre gritarle a mamá?»
«Que no se hace”
«Exacto. Lastimas sus sentimientos cuando le gritas, ella no lo hace contigo”
«Pero es grande, ella no llora”
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar