Esposo arrepentido
Capítulo 62

Capítulo 62:

POV Ava.

Los nervios todavía no han abandonado mi cuerpo.

Han pasado cerca de una hora y media desde que mi hija fue ingresada a la sala de urgencias.

Nadie ha salido a decirnos nada, ni siquiera a preguntar si era alérgica a otras cosas.

Adam está tan nervioso que camina de un lado al otro.

Ya ha preguntado por Brooklyn más de dos veces en la estación de enfermeras y ambas veces le dijeron que apenas tengan noticias, nos van a informar.

Por mi parte, llamé a mi abogado para preguntar si podía informar a mis padres de lo que pasó, para que vinieran a verla, pero me negaron el permiso.

La orden de la juez es demasiado específica y nadie puede acercarse a nosotros por más de un mes, así que preferí no decirles nada al respecto porque sé que vendrán y no quiero tener problemas.

Me enfoco en Adam, está genuinamente preocupado y si bien yo también me siento mal, no es como si no supiera cómo funciona su cuerpo ni cómo van a solucionar su salud porque de niña, cuando apenas era una bebé y se lo descubrieron, sucedió exactamente lo mismo, aunque no tan grave.

“Adam, ¿Por qué no tomas asiento?”, le sugiero.

Niega de inmediato.

“Podrían salir a decirnos cómo está en cualquier momento”

Suelto un suspiro.

“Lo sé, pero si no salen puedes pasar todo el rato caminando al vicio. Ven, siéntate”

Niega con la cabeza.

Con los brazos cruzados sobre su pecho, no hace más que alterarse a sí mismo con todas las cosas que pasan por su mente en estos momentos y me siento en la obligación de tranquilizarlo, por eso me pongo de pie, acercándome.

Me observa con el ceño fruncido mientras lo tomo del brazo, jalándolo hacia las sillas en la sala de espera.

Al principio se niega, pero después de verme a la cara, suelta un suspiro, cayendo en mis planes.

Lo hago sentar y yo me quedo a su lado, tomada de su brazo para impedir que se ponga de pie de nuevo.

“Esto tiene que ser una broma”, comenta en voz baja.

“El primer día que habría pasado como su padre, tenemos que estar en un hospital. Quizás no debimos…”

“Adam”, le corto.

“Esto no pasó por lo que le dijimos. Sí, quizás se asustó y no supo cómo afrontar la situación, pero tenía las paletas. Yo sabía que es alérgica y jamás las revisé, Yo también tengo la culpa”

“No….le dijimos que no las comiera, que las dejara para después”

“Es una niña, pocas veces hacen lo que quieres”, susurro.

“La primera vez que le descubrieron la alergia, fue mi culpa al cien por ciento”

Me mira con el ceño fruncido.

“¿Cómo fue?”

“Estaba apenas comenzando a comer sólidos y me pareció buena idea darle de comer un poco de gelatina de fresa”, recuerdo.

Estábamos en la sede de Londres, a solo unos metros del hospital más cercano, así que no fue la gran cosa, pero me asusté.

Era tan pequeña y comenzó a tornarse azul en segundos.

De verdad creí que iba a perderla porque para mí se estaba ahogando con algo.

Después me dijeron que era alérgica a las fresas y tuve que borrarlas de nuestras vidas.

Comencé a prestar atención a todo lo que la rodeaba y creé una guardería donde tenían prohibido llevar algo con fresas. Me obsesioné,

“La estabas cuidando”

“La estaba sobreprotegiendo”, afirmo.

“Siempre pensé que era mi responsabilidad y hoy… me preocupé tanto por mí, pensé tanto en nosotros dos que perdí ese instinto de que Brooklyn siempre esté bien cuidada. De haber seguido igual me habría fijado en las paletas, le habría contado a la doctora que era alérgica y…”

“Ambos estábamos en otro lugar”, dice.

“Se esfumó en segundos de nuestra vista. Llevaba las paletas en sus bolsillos, y es como dices, en cualquier momento las habría comido. Quizás… quizás solo que algo que tenía que pasar”

Niego con mi cabeza, acariciando su brazo lentamente. Una acción que noto estoy haciendo, solo cuando él me mira, provocando que me aleje.

Dejo la mano sobre mi pierna y ni siquiera pasan dos segundos antes de que él la tome, poniéndola en el lugar donde estaba.

“Eres una buena madre”, me mira fijo a los ojos cuando lo dice.

“Te preocupas por ella, la amas y se nota. Sé que todo estará bien, y yo también aprenderé de esto”.

Me río levemente.

“Bienvenido a la paternidad.

Eso le gusta, lo noto.

Está tan sentimental en estos momentos, que apenas puede contenerse.

Veo en sus ojos las lágrimas que se forman, las ganas que tiene de llorar como un niño pequeño y es demasiado dulce, así como también es doloroso.

Adam quería esto.

Recuerdo que antes de marcharme a Londres, me aseguró que la única mujer con la que siempre quiso tener un hijo, era yo, y más allá de todo lo que pasó, yo también lo quería.

Quizás no en el momento en que llegó, pero lo quería y ahora entiendo por qué.

Quizás sea un esposo de m!erda, pero como padre… vaya, Brooklyn se sacó la lotería.

Estos pequeños momentos donde salen de mi boca palabras dulces hacia él referidas a la paternidad, me dejan ver todo lo que terminé robándole.

Si bien la doctora dijo que nada de hablar de eso, las palabras están en la punta de mi lengua y las hubiera dicho, de no ser porque mencionan el nombre. de Brooklyn por todo lo alto.

“Familiares de Brooklyn Dawson”, dice la doctora, esperando por nosotros en las puertas por donde se llevaron a nuestra hija.

Ambos nos ponemos de pie de inmediato, acercándonos.

“¿Cómo está?

“¿Está despierta?”, pregunta Adam.

Ella nos sonríe a medias, aunque sin llegar a ser una sonrisa del todo.

“Brooklyn sufrió un ataque de alergia grave. Sus vías respiratorias se obstruyeron, pero la trajeron a tiempo. Le haremos estudios porque estuvo mucho tiempo sin respirar bien y queremos asegurarnos de que eso no deje secuelas, por lo tanto tendrá que pasar la noche en el hospital”.

«Eso es lo de menos, ¿Ella se encuentra bien?», pregunté, sintiendo un nudo en la garganta mientras esperaba ansiosamente la respuesta.

«Se recuperará. Le daremos una crema para combatir las ronchas que le están saliendo, pero saldrá adelante», mencionó la doctora, lo que me permitió soltar todo el aire que tenía contenido sin darme cuenta.

«La pusimos en una habitación privada. Síganme”

Adam parecía más relajado ahora, aunque no del todo.

Tomó mi mano y caminamos juntos detrás de la doctora, quien nos llevó en ascensor dos pisos arriba.

La habitación de nuestra hija estaba a la segunda a mano izquierda.

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