Esposo arrepentido -
Capítulo 33
Capítulo 33:
“Esa niña que está afuera acaba de cruzarme y no sabe ni siquiera cómo me llamo ni quién soy ¿Tiene idea de lo que siento? ¿De lo que sentí cuando supe que tenía una hija de tres años?», en mi voz, en lo entrecortado de ella, se puede sentir el dolor y estoy aguantando las lágrimas.
Y es difícil, porque de verdad quiero llorar a mares, contarle a Brooklyn toda la verdad, pero no puedo, porque no es el camino y el autocontrol me está costando demasiado.
Él suelta un suspiro, dejando los papeles de lado.
“Lo sabías antes de hoy ¿Cierto?”
“¿Y usted? ¿Lo sabía cuando fue a verme por la fiesta?”, lo pincho.
“¿Lo sabía cuando me miró a los ojos, exigiéndome que no me hiciera el digno después de lo que le hice a su hija?”
“No”.
“¿Qué?”
“No lo sabíamos», comenta, dejándome completamente sorprendido.
“Ava nos lo contó cuando se paró en la puerta. Apenas conocimos a Brooklyn, igual que tú”
Sacudo la cabeza.
“¿Se la ocultó también?”
“Mira, no puedo justificar a mi hija, ni lo que hizo. Sé que te quitó cosas, a nosotros también y se lo reprochamos. Todavía sigo molesto por todo lo que me perdí, pero para nosotros no hay vuelta atrás. Por eso es que no voy a entrometerme ni comentar sobre lo que vas a hacer, porque tienes derechos, como dices”
Retrocedo, confundido.
“¿Es una especie de broma?”
“No», afirma con sinceridad.
“Ava hizo las cosas mal. Cuando tú las hiciste, te obligó a tomar toda la responsabilidad por tus acciones y lo hiciste. Ahora es su turno”
POV Ava.
Como si este día no fuese lo suficientemente duro, el tener que dejar a Brooklyn a cargo de la empleada me tiene con los nervios de punta.
Obviamente no puedo traerla, y por eso tuvo que quedarse, pero me pone de los nervios pues jamás he sido tan confiada con mi hija.
Mis padres conducen y yo voy en el asiento trasero.
Esto me recuerda a aquellas pocas veces en las que viajábamos juntos a la escuela y mayormente recuerdo las veces en las que solían discutir, aunque ahora no paso desapercibido el que vayan tomados de las manos, como si fueran adolescentes.
Supongo que el amor renació en ellos cuando yo me fui estos cuatro años, haciéndome preguntar si el verdadero problema no era yo para empezar, aunque lo descarto de inmediato.
Mis padres siempre me demostraron amor, a su manera fría y calculadora, pero lo hicieron. Ahora que soy grande, lo veo.
¿Qué digo?
Estoy divagando.
A este punto prefiero pensar en cualquier otra cosa que no sea lo que está a punto de suceder y es que me costó horrores comprenderlo, asimilarlo y aceptarlo más que nada.
Durante días enteros me negué a saber de ello.
Mi madre fue la que se encargó de contratar un abogado, de fijar las fechas de la concesión y de prácticamente todo, mientras yo hacía mi duelo junto a mi hija, quien no sabe absolutamente nada de lo que pasa a su alrededor.
Me negué, pero como todo, llegó a su fin cuando dieron fecha y me vi en la obligación de tener que hablar con un abogado.
Ahí desperté, me di cuenta de que quedaba poco tiempo y con Adam presionando, el día finalmente llegó.
Hoy tenemos la primera concesión en la corte.
Y estoy de los nervios.
No he podido comer absolutamente nada.
No he desayunado, Brooklyn se ha preocupado, pero le dije que estoy mal del estómago, lo que no es una mentira después de todo.
Me levanté con pocas ganas de todo, y aunque sé que será un día duro, prefiero el silencio durante el camino, algo que le agradezco a mis padres me lo concedieran.
Estoy nerviosa, algo intranquila por lo que va a pasar, lo que mi abogado me dijo que pasaría, e intento no pensar en ello, pero para cuando mi padre se estaciona frente a la corte, no tengo otra opción que hacerle frente a todos los temores que me persiguen desde hace días enteros.
Bajo del coche, mi madre baja conmigo y esperamos a papá para entrar. Las escaleras parecen interminables, agradezco que esto no se haya filtrado a la prensa porque creo que hubiera perdido la cabeza de ser así.
“Todo va a salir bien, hija”, dice mamá.
“Demostraremos que eres una buena madre y que Adam no tiene nada para contribuir”
“Ya dijimos que no íbamos a entrometernos”
Mi padre ha demostrado una clara señal de apoyo hacia el padre de su nieta, desde el día posterior a que me dejara en casa.
No sé si habrán hablado, solo sé que papá está de su lado y lo ha demostrado en cada ocasión que ha podido.
“¿Y si quiere que viva con él? Por supuesto que vamos a entrometernos. No veríamos más a nuestra nieta”.
“No va a pasar», dice papá.
“Además, esto es solo el comienzo. Dirán lo que tienen que decir y el juez verá qué es lo mejor para Boky después de analizarlo todo. Él sabe, no va a tomar una decisión errada”
No le creo. He visto miles de casos en los que los jueces toman malas decisiones.
¿Y si quieren que Brooklyn quede a cuidado del Estado mientras termina el proceso?
No, eso ya sería extremo, aunque mi mente me recuerda que no es tan descabellado después de todo.
Con los nervios de punta, llegamos a la sala donde se llevará a cabo la sesión, encontrándonos de frente con Adam, su abogado y su padre.
El padre de mi hija intenta no mirarme demasiado, pero es su padre quien se acerca hecho una furia, completamente sacado.
“Siempre supe que eras una mala mujer, pero ¿Ocultarle una hija? ¿No tienes culpa o vergüenza siquiera?»
Mi madre da un paso al frente.
“Claro, defiende a tu hijo. ¿Por qué no te enfadaste también cuando él engañó a mi hija durante tres años?”
“¡Eso es diferente!”
“¡Claro que no!”
“Ella le ocultó a su hija!» grita el Señor Byrne.
“Tengo una nieta de la que no sé nada y ella menos de mí. ¿Querías arruinarle la vida a mi hijo? ¡Te felicito, le robaste tres años y medio de la vida de su hija que jamás va a recuperar!»
No digo nada.
No puedo.
¿Cómo podría responder a esa acusación cuando sé que es completamente cierto?
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar