Esposo arrepentido -
Capítulo 17
Capítulo 17:
Para cuando termina, la maquilladora es la siguiente.
A todo esto, las horas van pasando y de la nada son las ocho de la noche para cuando terminan conmigo. El evento comienza a las nueve, por eso, mi hija es la siguiente para peinado mientras yo subo a mi cuarto a vestirme.
A todo esto, no pienso demasiado en lo que va a suceder, sino que me preocupo por estar lista para ayudar a mi bebé a vestirse, una vez que terminan con ella.
Con su cabello suelto, un sutil trenzado en su cabeza y ondas en las puntas, mi hija parece una princesa.
“¿Vamos a un baile?”
Sonrío ante su pregunta.
“Sí, amor, algo así. ¿Quieres bailar?”
“¡Bailaré con el abuelo!”, dice emocionada.
“Mami, pareces una reina”
“¿En serio? ¿Como quién?”
Termino de colocarle su vestido, subiendo la pretina.
Se voltea a verme bien y la sonrisa que trae en sus labios es tan grande, que me alegra el corazón saber que es una niña feliz.
Muy feliz.
“Como Elsa de Frozen, mami”
Beso su frente.
“Si yo soy Elsa, tú eres Rapunzel entonces. Mírate”.
La volteo para que se mire bien en el espejo, acomodando su cabello.
“Somos hermosas, hija”.
“Sí, mami”.
“Ven, vamos con los abuelos. Ya es hora”.
Para cuando salgo de la habitación tomada de la mano de mi hija, siento que la realidad me golpea con fuerza.
Poco queda de la mujer que fui cuando me marché a Londres, de aquella que quería vengarse de su esposo y demás, porque ahora mismo solo soy una mujer cubierta de miedo y vergüenza.
Las miles de preguntas inundan mi mente, todas analizando lo que puede cambiar apenas Adam sepa la verdad.
Tengo mucho en juego, él tiene mucho por saber y mi egoísmo… tiene que terminar.
Todo tiene que acabar, porque a este punto, terminaré enferma por todos los secretos que guardo.
Los cuatro años de secretos están de camino a su fin.
Y estoy bien con eso.
Sonrío a mi bebé, quien no entiende lo que está sucediendo, llevándola escaleras abajo.
Mis padres esperan por nosotras, con una sonrisa en sus labios.
Para papá, que es el más sentimental, supongo que vernos le pega con fuerza porque sonríe a través de las lágrimas que tiene que secar con un pañuelo y lo entiendo.
Pasamos cuatro años separados y no fue para verme porque se los pedí, sino más que nada porque nunca tuvimos una relación familiar normal.
Nosotros no estábamos acostumbrados a pasar todos los días juntos, a veces ellos salían de viaje dejándome atrás un mes y nos acostumbramos a hacer nuestras vidas.
Para mí, el concepto de familia cambió cuando tuve a Brooklyn, y creo que está cambiando en ellos también.
“Lucen estupendas”, dice mamá, tomando de la mano a mi hija.
“¿Estamos listos?”
Asiento, tomando aire.
“Lo estamos”.
Sé que hay preguntas entre nosotros que ninguno se atreve a hacer por miedo a las respuestas, pero hoy el asunto mayor es encargarnos de Adam.
Si bien el evento es importante, ver al padre de mi hija, cómo se mueve a mi alrededor y la forma en que se comportará, definirá por completo cómo prosigo de ahí en adelante porque de que diré la verdad, lo haré, sin importar cómo sigan las cosas.
Llegamos a la limusina que contrataron mis padres, moviéndonos hacia el lugar donde se llevará a cabo el evento.
No tenemos mucho por camino, pero utilizo el tiempo en el coche y que Brooklyn está distraída jugando con el móvil de su abuela, para tranquilizarme.
Sin importar cómo se comporte Adam conmigo, tengo que mantener la calma para no perder la paciencia.
Seguramente tendrá mucho qué reclamar, igual que su padre en su momento, y me preparo para oírlo absolutamente todo porque a fin de cuentas, la culpa aquí fue mía.
El nerviosismo va en aumento cuando nos acercamos hacia el evento.
Veo las luces a lo lejos, mientras el coche rodea la fuente principal en la entrada, deteniéndose justo en el comienzo de la alfombra azul.
Mi padre se voltea a verme.
“Estaremos en nuestra mesa, mantendremos a Brooklyn con nosotros. ¿Tú estarás bien?”
No puedo ni siquiera sonreír.
“Sí, lo estaré. Serán solo una o dos horas cuanto mucho antes de que podamos marcharnos”.
“De acuerdo. Vamos entonces”.
La puerta se abre y la primera en bajar es mi madre.
Mi padre le sigue con mi hija en sus brazos y a diferencia de años anteriores, no posan para las fotografías, simplemente se encaminan hacia el lugar principal dejándome todo el trabajo a mí.
Apenas bajo, los flashes me toman por sorpresa.
Me veo obligada a sonreír, algo a lo que estoy acostumbrada desde hace años.
Una persona me ayuda con el largo de mi capa, pues el vestido viene con una y poso en la alfombra azul sonriendo a todos y a nadie en realidad, porque con los flash no puedo distinguir nada.
“¡Ava! ¡Ava!”, gritan algunos reporteros.
Se supone que daremos conferencias, así que me acerco a una distancia prudente, intentando mantener la cabeza en blanco para poder dar las respuestas acertadas a sus preguntas.
“¿Cómo te sientes?”
Respondo a todo, dando el papel principal a Paulson y su reconocimiento de esta noche, para no desviar la atención de ellos, a pesar de que hacen preguntas acerca de dónde estuve todo este tiempo, por qué me separé de Adam, cómo mantenemos una relación estrecha después de todo lo que pasamos y cosas de las que preferí no hablar en ningún momento, mucho menos ahora.
Me despido de los reporteros ingresando al salón, donde la mayoría de los ojos recaen en mí, puede que por mi vestido platinado brillante, por su diseño tan espectacular o simplemente, porque no he dado la cara en este lugar por más de cuatro años.
Camino entre las personas.
Algunos invitados vienen a saludarme, felicitarme por los reconocimientos individuales que recibí como la arquitecta del año, por primera vez ganándole a Adam, y otros para preguntar cómo ha estado mi vida este tiempo.
Por más que hablo con esta gente, poco presto atención y al igual que esta mañana, mis comentarios son casi robóticos.
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