Esposo arrepentido
Capítulo 15

Capítulo 15:

Arquitectura está frente a mí, y no sé cómo reaccionar, ni siquiera sé si deba reaccionar en absoluto, porque ahora mismo, solo soy una persona de pie frente a una empresa, observando todo como una acosadora.

Me digo a mí misma que tengo que salir de aquí, caminar hasta mi coche y no presionar para que todo salga bien, pues de todas formas lo veré en solo unas horas, pero todo plan queda en la nada cuando, después de no sé cuánto tiempo, las puertas se abren gracias al portero de la entrada, dejando ver salir a una mujer con una carpeta en mano, observando hacia atrás.

Es como si mi cuerpo supiera lo que está a punto de suceder y no puedo resistirme.

Me quedo allí, esperando el golpe invisible y extremadamente fuerte que me genera el ver salir a Adam, con anteojos de sol cubriéndole los ojos y un porte de hombre de negocios más impresionante que el que tenía cuando estaba conmigo.

Con un traje negro a la medida y su agenda en mano, sale de la empresa. Se detiene algunos segundos en la entrada, observa hacia ambos lados y toma rumbo hacia el estacionamiento, perdiéndose en el edificio de nuevo, solo que ahora en la parte subterránea.

Fueron solo segundos, aunque escasos, los que me hacen notar que Adam todavía me afecta y mucho. Las sensaciones que me abarcan son impresionantes y me pregunto a mí misma cómo demonios haré para tenerlo cerca si ahora mismo me tiemblan las piernas y no me ha dicho ni una sola palabra.

¿Cómo seré capaz de decirle la verdad a ese hombre que ahora parece ser un témpano de hielo peor que el anterior?

Tengo miedo de no saber cómo hablar con él, porque las personas cambian constantemente y no sé qué tanto habrá cambiado en cuatro años.

¿Todavía será alguien con quien se pueda mantener una conversación o todo terminará peor de lo que me he imaginado?

Con el pánico sembrado en mi interior, intento respirar profundo para evitar que mi ansiedad haga de las suyas en mi cuerpo.

Ni siquiera después de dos minutos soy capaz de mover las piernas, pero tengo que obligarme a hacerlo porque no puedo perder el tiempo aquí parada, mucho menos cuando veo que su coche sale.

Casi instintivo, volteo el rostro hacia abajo para evitar que me reconozca y sé que no lo hará, porque incluso el color de mi cabello cambió, y aunque lo engañé a él, no estoy segura de poder engañar a su padre, quien me mira fijamente desde la puerta de la empresa.

A él no le giro la mirada, simplemente porque no me interesa.

Sostengo mis bolsas con más fuerza y camino en la dirección en la que debí ir desde un principio, buscando desesperada mi coche, notando que jamás estuve tan lejos como creí, porque solo me toma cinco minutos a pie encontrar dónde lo dejé.

Desde lejos abro el coche.

Coloco las bolsas en el asiento trasero, apresurada por salir de este lugar y volver donde considero seguro, cuando cierro la puerta, sintiendo una presencia detrás de mí.

“Ava Dawson”, comenta alguien a mis espaldas.

Por el tono de su voz, sé que se trata del padre de Adam incluso antes de voltear.

Está más viejo que antes, se nota a leguas que los años pasan sin importar cuánto dinero inviertas en ti mismo, cosa que de seguro no le agradará demasiado.

Así como mi presencia, que también se nota en sus facciones que no le hace el mínimo de gracia.

Suelto un suspiro, intentando sonreír.

“Señor Byrne. ¿Cómo está?”

Rueda los ojos.

“¿Qué estás haciendo aquí?», preguntó con una mirada penetrante.

“Tengo el evento”, comenté, tratando de que sonara obvio.

“Eso lo sé, mi pregunta es qué haces en este lugar”, apuntó con determinación.

“El evento es mañana, no entiendo qué buscas. ¿Quieres hablar con mi hijo? Porque eso no pasará”.

Fruncí el ceño, confundida por su actitud.

“Lo siento, pero ¿acaso hice algo que le molestara?”

Alzó una ceja, como si mi pregunta fuera estúpida.

“¿Aparte de dejar a mi hijo en la nada, convertido en m!erda, sin siquiera agradecer el que casi pierda su vida por salvar la tuya? No, nada”.

Tragué grueso.

Jamás pensé que tendría que enfrentarme a su hostilidad, y la forma en que veía el pasado me preocupaba.

¿Envenenó a Adam todos estos años contra mí?

¿Podría ser que su hijo piense igual que él ahora que tienen una relación más estrecha?

Tratando de no pensar en todas las cosas que podrían salir mal, me erguí un poco más, mostrándole que no me intimidaba en absoluto.

“Eso le corresponde a su hijo, no a usted. No entiendo su rechazo hacia mí cuando, durante años, cuidé de su hijo, de un hogar y…”

Levantó la mano, cortando mi discurso.

“¿Acaso crees que no sé sobre tu estúpida venganza? ¿Crees que Adam no me lo contó todo?”

Intervino bruscamente.

“Da un paso al frente. Escucha bien, Ava Dawson, me costó ver a mi hijo tirado en la lona por tu culpa, llorando porque lo abandonaste y casi al borde de la muerte por esa herida de m!erda que se hizo al intentar salvar tu vida. No estuviste aquí, no tienes idea de cómo fue, y solo te pido que te alejes de él”.

Asentí, inhalando profundamente.

“Eso será un poco difícil ¿No cree? Lo veré mañana de todas formas”.

“Lo sé, pero espero que para entonces, estés decidida a regresar a la madriguera donde te mantuviste oculta todo este tiempo, porque mi hijo al fin está mejorando y no necesito que decaiga de nuevo. Mucho menos, si otra recaída se debe a ti”.

Rodé los ojos.

“No puede culparme por cosas en las que no tuve nada qué ver y tampoco tengo que defenderme de sus acusaciones baratas, porque, a fin de cuentas, esa historia es entre su hijo y yo. Nadie más, ni siquiera usted, por mucho que le guste creer que tiene algo que ver en todo esto”.

Cerré con fuerza la puerta trasera de mi coche, abriendo la del piloto.

Sentía una ira incontenible mientras sopesaba sus palabras porque me estaba acusando de abandonar a Adam, cuando en realidad, lo único que hice fue buscar mi propio bienestar después de toda la m!erda que tuve que atravesar.

Pero, tal como en el pasado, parecía que yo y lo que me sucediera no importaban para nada. Mucho menos para alguien que solía defender y encubrir las infidelidades de su hijo porque lo crió de esa manera.

Indignada y demasiado alterada, me coloqué el cinturón de seguridad, notando que todavía daba vueltas a mi alrededor como si fuera una maldita mosca molesta.

“Te fuiste, Ava, y no lo llamaste jamás. Yo vi a mi hijo sufrir y seguramente tú también lo hiciste, pero es mi deber proteger a mi hijo, en este caso, de ti, así que haznos un favor a todos y lárgate a Londres apenas termine el evento, porque aquí nadie te ha echado de menos”.

El Señor Byrne se largó y yo, a este punto, no sabía ni qué m!erda pensar.

Entonces llegó la noche.

Desde el primer día en que llegué a Nueva York, lo único en lo que pensé es cómo me sentiría al verlo después de tanto tiempo, y pensé tanto en ello que, sin darme cuenta, el día llegó.

A primeras horas de la mañana, ya estaba despierta.

Con los ojos abiertos, la respiración algo agitada y las manos nerviosas, tuve que ponerme de pie porque mi hija quiso levantarse temprano.

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