Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1702

Capítulo 1702:

Además, el examen se tomaría cuando ella tuviera ocho o nueve meses de embarazo, por lo que sería imposible hacerlo con una barriga gigante.

Y, lo más importante, estaba embarazada de gemelos, así que había una alta probabilidad de que diera a luz de manera prematura. Quizá para la época en que se rendía el examen, ella ya habría dado a luz y estaría recuperándose.

En cualquier caso, ya no estaba preocupada por el examen. Si no daba a luz en esa época y estaba bien de salud, lo tomaría; pero, si estaba recuperándose o no podía caminar, lo dejaría para otro momento.

De cualquier forma, sin importar si tomaba o no el examen, planeaba continuar leyendo el programa para no quedarse atrás, ya que necesitaba tener el conocimiento para el próximo turno de examen.

Jared no estaba ese día ya que había ido a la compañía; sino, se habría quedado a enseñarle.

Mientras, resonó una bofetada en la lóbrega habitación mientras Connor golpeaba a Tania en el rostro, haciéndola caer al piso. Estupefacta debido a la caída, permaneció extendida en el suelo sin reaccionar; miraba la alfombra con la mirada perdida y con expresión adolorida.

Acababa de realizarse una cirugía en el rostro y no se había recuperado por completo, ya que le tomaría uno o dos años sanar de la cirugía de reconstrucción facial, por lo que la bofetada le provocó que la mitad del rostro se moviera de lugar y que le doliera demasiado.

El dolor hizo que volviera en sí y se sentó, mirando a Connor desfigurada y horrorizada.

“¿P-por qué me golpeó?”.

Había cruzado sus límites hacia poco, por lo que estaba molesto y le dio una bofetada que la lanzó al suelo y dejó inconsciente apenas entró.

“¿Preguntas por qué?”.

Connor apretó la cabeza de dragón de su bastón.

“¿No te dije que permanecieras adentro por ahora? La policía está afuera, así que te dije que no causaras problemas y esperaras que se resolviera el asunto, pero saliste y provocaste un gran alboroto en la habitación de hospital de los García. Ahora han llamado a la policía y hay aún más oficiales vigilándonos”.

El objetivo inicial de Connor era que Tania causara problemas; si fuera por él, querría que ella pusiera Ciudad del Mar de cabeza; sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, la policía había comenzado a vigilarlos.

Sabía que Jared estaba detrás de eso, así que se apresuró a decirle a Tania que se comportara hasta que pensara en un plan para salir de Ciudad del Mar. Su instinto le decía que, si no se iba pronto, nunca podría salir.

No obstante, Ciudad del Mar era territorio de Jared y lo estaban monitoreando, así que no era fácil salir de ese lugar.

Por ende, había estado pensando en una solución, pero esa mujer, de manera inesperada, provocó problemas en la habitación de los García, haciendo que hubiera más oficiales vigilándolos y, por ende, que fuera más difícil salir. ¿Cómo no iba a estar enojado?

“Yo… yo no lo sé. No pensé en eso”.

Tania le temía en verdad y, después de ver su expresión asesina, no pudo evitar estremecerse.

“¿No pensaste en eso?”.

Connor rio enojado.

“¿No te dije que no salieras por ahora? ¿Mis palabras te entraron por un oído y salieron por otro?”.

Al decir eso, la golpeó con el bastón.

“¡Lo lamento! ¡Prometo que no lo haré de nuevo! Escucharé todo lo que diga…. Por favor, deténgase”.

Tania gritó con angustia.

“¿La próxima vez?”.

La mirada de Connor se tornó sombría.

“Arruinaste mis planes y ¿Quieres tener una próxima vez?”.

Su pregunta dejó a Tania sin palabras. La mirada de Connor era espeluznante y la observó, furioso.

“Será mejor que permanezcas en la casa por el momento. Si te atreves a salir de nuevo, te mataré antes de que Jared lo haga. ¿Entendiste?”.

“S-sí”, respondió Tania con temor mientras asentía y temblaba.

Si alguien que la conocía la viera así, estaría sorprendido; después de todo, solía pavonearse como si fuera dueña del mundo, pero, en ese momento, era tímida y cautelosa; aunque seguía siendo tan malvada como antes, se veía como una rata temblorosa y lamentable.

Ignorándola, Connor se puso de pie y se fue. Sin embargo, Tania se agarró a su pierna.

“Espere, llámeme un médico. Mi rostro está doblado… ¡Mi rostro está deformado!”.

Era incapaz de aceptar que se veía horrible y, además, era extremadamente doloroso.

“¿Llamar a un médico?”.

Connor se burló con maldad.

“Eso significa que tengo que pagarlo, ¿No? Gasté demasiado dinero para que trabajes para mí, pero ¿Qué has hecho? No hiciste nada por mí, y ¿Esperas que use mi dinero para arreglarte el rostro? Sigue soñando”.

Golpeó su mano y salió de la habitación, donde quedó Tania temblando y llorando de dolor como si hubiera enloquecido. No obstante, él permaneció inmutable mientras escuchaba sus gritos. Javier le entregó un cigarrillo prendido y dijo:

“Jefe, ¿Deberíamos…?”.

Mientras, deslizó un dedo por su garganta.

“No, todavía nos sirve. Cuando Jared venga por nosotros, podemos usarla como protección”, dijo mientras sacudía la cabeza.

En ese punto, era para lo único que servía; además, era como una serpiente venenosa y peligrosa y no se atrevía a hacerla parte de sus planes.

“Si, señor”.

Al escuchar eso, Javier se calló de inmediato.

“Vamos”.

Lanzando el cigarrillo, Connor tomó el bastón y se alejó de los gritos de Tania, que lloraba por su rostro y pedía un médico adentro de la habitación.

Por supuesto, Jared y Amber no estaban al tanto de eso, pero, aunque supieran, dirían que se lo merecía. Era como si un demonio se hubiera reunido con Lucifer y, después, Satanás la reprimiera.

Tania se lo merecía. Después de regresar del trabajo, Jared se sentó junto a la cama y estaba pelándole una manzana a Amber cuando de pronto recordó algo.

“Por cierto, cariño, la abuela nos pidió que vayamos a la mansión por su cumpleaños el día después de mañana”.

“¿Cumpleaños?”.

Amber estaba sorprendida.

“Sí”.

“Me olvidé por completo de eso”.

Amber se golpeó la frente. Contando los días en su cabeza, se percató de que era en dos días y preguntó:

“¿La abuela hará una fiesta de cumpleaños?”.

“Le pregunté si quería una fiesta, pero rechazó el ofrecimiento diciendo que no necesita una a su edad y que solo desea que cenemos juntos sin todo ese alboroto, así que iremos en dos días”.

“Muy bien”. Asintió.

Como la nieta política de Rosa, no podía perderse la cena de cumpleaños; sin embargo, debía buscar un regalo antes.

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