Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1694
Capítulo 1694:
De pronto, María sugirió: “Señorita Amber, ahora que la Señora García está severamente lesionada, ¿Qué le parece si la visitamos?”.
“¿P-por qué debería visitarla?”.
Parpadeó.
María sabía que se estaba comportando arrogante de nuevo.
‘Quizá si quiere visitar a la Señora García’, pensó.
“En cualquier caso, es mejor visitarla para que se quede tranquila y no se arrepienta. Incluso si todavía no los perdona, debería, al menos, intentar hacerlo para sentirse bien”.
María la persuadió.
Amber se mordió el labio sin decir palabra. Al ver que había accedido, María sonrió y le sugirió:
“Visitémosla mañana por la mañana. Prepararé algunos suplementos que sean buenos para los huesos”.
Esa noche, Jared se enteró de la lesión de Julia. No fue Amber quien le contó; de hecho, también tenía a sus hombres vigilando a Tadeo, así que le contaron lo que le había sucedido a la pareja.
Sin embargo, él estaba ocupado con trabajo ese día y no pudo responder las llamadas, así que se enteró esa noche.
Al enterarse que Ana no solo se había presentado frente a Tadeo, sino que también había empujado a Julia al suelo, se enfureció también. No le agradaban sus suegros, pero de todas formas, eran amables con Amber.
Además, sabía, gracias a María, que Julia había visitado a su esposa cada día durante ese periodo. Como resultado, Amber estaba de buen humor, lo que era evidente para aquellos que la conocían bien, aunque no lo aparentara.
Amber se deprimió cuando Julia no fue al hospital ese día, así que ¿Cómo no iba a estar enojado por lo que Ana había hecho? Como Tania había ido a ver a Tadeo de manera inesperada, las consecuencias serían fatales si el plan se arruinaba.
Por suerte, no fue allí para arreglar su relación con Tadeo y Julia, y Tadeo informó a la policía del incidente en lugar de hacerse cargo con sus medios.
Aunque había sucedido un evento tan inesperado, el resultado final seguía siendo el mismo, lo que lo hizo suspirar aliviado por el momento. Sentado en la silla de oficina como un emperador en su trono, entornó los ojos mientras le decía a Teo, que estaba de pie frente a el:
“Fortalece la seguridad allí. No permitas que Tania se acerque a la habitación de Tadeo”.
“Entendido, Presidente Farrell. Hay otra cosa”.
“Habla”.
Jared se pellizcó el entrecejo.
Había sucedido demasiados eventos y él no había dormido en los últimos días.
Había dormido la noche anterior al principio, pero, después se emocionó y preocupó por la noticia de los gemelos y estuvo despierto toda la noche; por eso, estaba apático ese día.
Acomodándose los anteojos, Teo le informó:
“María llamó mientras estaba en una reunión. Dijo que la Señora Farrell visitará a la Señora García en el Hospital Trinidad mañana”.
Jared no se sorprendió al escuchar eso; después de todo, se daba cuenta de que Amber se preocupaba por Tadeo y Julia, solo que no los reconocía como sus padres porque había rencores entre ellos; aun así, no los mantenía a la distancia.
Como era de esperarse, no había posibilidad de que no estuviera preocupada si Julia estaba lesionada. Quizá nunca dijo que quería visitar a Julia, pero no rechazaría la oferta si alguien más se lo sugería.
‘Debe querer ver a Julia porque no se negó a visitar a la Señora García cuando María se lo planteó. Es algo bueno que la visite en realidad. Al menos, puede quedarse tranquila después de verla’.
“Entendido, haz que alguien tenga los obsequios listos para mañana”, ordenó.
“Sí, Presidente Farrell”.
Teo asintió.
“También dispone a más hombres para proteger a Amber”, dijo Jared.
‘Es la prioridad’, pensó.
Teo también sabía que era la etapa final y no podían desatender ni el más mínimo detalle, así que escuchó las instrucciones de Jared con seriedad.
“En ese caso, Presidente Farrell, haré los preparativos”.
“Puedes irte ahora”.
Jared asintió.
Después de que Teo se fue, Jared sacó el teléfono y su expresión se suavizó un poco. Al ver la hermosa sonrisa de Amber en el fondo de pantalla, sintió ternura y comenzó a acariciar su rostro con el pulgar.
Como debía ser de noche en su país, ella probablemente se había acostado, sino, la habría llamado para verla y escuchar su voz, Incluso si habían hablado la noche anterior, aun así la extrañaba ya que no la escuchaba hacia un tiempo.
Al día siguiente, Amber y María desayunaron y se alistaron antes de ir al Hospital Trinidad.
Timoteo las acompañó esa vez; fue en la mañana a revisarle la vista a Amber y estaba por prepararla para la cirugía, pero se sorprendió cuando ella le contó que iba a visitar a Julia y que la cirugía debía ser pospuesta para la tarde.
Después se enteró del incidente que le sucedió a la mujer así que las acompañó porque quería saber que tan severa era la lesión. Por supuesto que lo hizo por el bien de Amber, ya que sabía que le preocupaba Julia. Si no, no habría ido.
Casualmente, Julia acababa de llegar cuando Amber pisó el hospital. En el momento en que Amber fue a la habitación, escuchó a Tadeo y Julia hablando; él le preguntaba cómo se sentía en ese momento.
Amber se detuvo y escuchó en silencio. Cuando escuchó que Julia se lamentaba y suspiraba por no haber ido al Hospital Primer Mundo el día anterior, sintió un dolor en el pecho y sus ojos se tornaron rojos. María pudo notarlo así que le dio palmaditas en el hombro.
“Señorita Amber, llamaré a la puerta”.
“Bueno”.
Amber asintió.
María dio un paso adelante y llamó a la puerta. Ella y Amber eran las únicas presentes ya que Timoteo se había ido al departamento de ortopedia para saber más de la condición de Julia y no regresaría hasta dentro de un tiempo.
Los guardaespaldas mantuvieron la guardia en cada esquina mientras vigilaban los alrededores.
“¿Quién es?”.
Una voz femenina desconocida resonó detrás de la puerta; debía ser la enfermera. Pronto, se asomó la cabeza de una mujer de mediana edad vestida en ropa quirúrgica azul. Está vio a Amber y María y les preguntó, confundida:
“¿Puedo saber quiénes son?”.
En lugar de presentarse, María solo respondió: “Somos amigas de la Señora García”.
La enfermera asintió con escepticismo y dio un paso al costado para dejarlas entrar, María entró y le sonrió a Julia y Tadeo, que estaban acostados en sus respectivas camas.
“Hola, Presidente García y Señora García”.
Ambos estaban sorprendidos de verla, en especial Julia, que estaba estupefacta.
“¿María?”, preguntó.
“¿Qué la trae aquí?”.
“Escuchamos que se había lesionado, así que vinimos a verla”, dijo María mientras le entregaba los presentes que había llevado a la enfermera.
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