Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1542

Capítulo 1542:

“Quieres ver a Jared, ¿No es así?”.

Ella asintió con timidez.

“Así es. No lo veo hace dos días, así que lo extraño. Ahora que no tengo las vendas en los ojos, no puedo esperar para verlo. Y, lo más importante, tiene la operación esta noche. Quiero estar con él”.

Si no podía ver bien, ¿Cómo podía acompañarlo?

“Muy bien. Le pediré al equipo que lo hagan, si así lo deseas”.

Accedió a su pedido sin quejarse. Después, le instruyó a la enfermera que la ayudara a subirse a la silla de ruedas para que le hicieran los exámenes correspondientes.

Amber recibió los anteojos tres horas después de la revisión. Debía darle crédito a Elías, ya que tenía ojo para los objetos hermosos.

Más temprano, le había preguntado si tenía alguna preferencia o requisito con respecto a los anteojos mientras completaba la información de la receta. Ella estaba ansiosa por tenerlos lo antes posible, así que solo le dijo que no tenía ninguna preferencia y le permitió completar el formulario como él quisiera.

Ella temía que quienes le estaban confeccionando los anteojos no pudieran tenerlos listos en poco tiempo debido a tantos requisitos; esa fue la razón por la que respondió de esa manera. No se debía a que dejó la decisión a Elías, ya que no le interesaba si los anteojos resultaban ser horribles.

En ese momento, no le molestaba verse mal; lo más importante era que pudiera ver con claridad. Además, podía conseguir otro par de anteojos después.

De manera inesperada, la elección de Elías fue perfecta. Los anteojos que le llevaron eran hermosos. Había pedido un par con media montura color dorado en los bordes. La parte de arriba no tenía marco, y ambos vidrios eran grandes y redondos.

Combinado con una cadena delicada que la hacía verse inteligente y refinada. Se sorprendió al ver su reflejo en el espejo, ya que nunca imaginó verse tan elegante.

“¿Qué te parece? Te quedan bien, ¿No?”.

Elías se apoyó en el marco de la puerta de la habitación del hospital y le preguntó de forma engreída.

Amber jugueteó con la cadena que le colgaba de los lados del rostro.

“No está mal, pero ¿Para qué es la cadena?”.

“Primero que nada, porque se ve bien. Me permitiste escoger el estilo de tus anteojos. No podía decepcionarte, ¿No?”

Entró y miró su reflejo con aprobación.

“Segundo, porque es la primera vez que usas anteojos. Necesitarás un tiempo para acostumbrarte a ellos. Sin mencionar que tienes un rostro pequeño y delicado; así que los anteojos pueden resbalarse. Por ende, añadí la cadena para que tuvieran más peso y no se movieran de lugar”.

“Ya veo”.

Asintió y se tocó el puente de la nariz. Esto se siente un poco extraño.

“Te acostumbrarás”.

Estiró la mano hacia ella.

Ella comprendió sus intenciones, así que se quitó los anteojos y se los entregó.

Desafortunadamente, comenzó a ver borroso de nuevo. Él tomó los anteojos y los examinó con cuidado. Después, confirmó que no tenían ningún defecto visible, así que tomó un pedazo de tela para limpiarlos.

“Puedo conseguirte un permiso especial para saltarte la fila para una cirugía de trasplante de córnea si no puedes acostumbrarte a ellos”.

No había escasez de córneas. Después de todo, la córnea de un donante podía ser utilizada para recuperar la vista de tres o cuatro personas. En ese caso, ¿Por qué compatibles? La razón era que había mucha gente ciega en el mundo; por ende, incluso si había gran cantidad de córneas, no podían trasplantárselas a las personas.

Esa era la razón por la que debían esperar para operarse. Si alguien estaba al frente de la lista de espera, entonces, no le tomaría mucho tiempo realizarse la cirugía; sin embargo, si estaba al final, tendrían que esperar su turno; incluso, algunas personas esperaban varios años para ello.

Como era de esperarse, Amber también iría a la lista de espera, pero con los contactos que tenía, no debía hacer fila y recibiría el trasplante lo antes posible. Aun así, no estaba dispuesta a abusar de los contactos de su amigo.

No era como si estuviera ciega, por lo que podía esperar su turno. Si se saltaba la fila por razones tan egoístas, sería injusto para aquellos que habían perdido la visión. Por ende, decidió esperar.

“A veces, está bien ser un poco egoísta”.

Elías le regresó los anteojos después de limpiarlos.

Ella los tomó y se los colocó de nuevo. Su visión cambió de borrosa a clara como el cristal en un instante.

Sonrió y le dijo: “Si no hay otra opción y me forzaran, entonces, quizá elegiría ser egoísta, pero no estoy en una situación desesperante. Debo tener más suerte que la mayoría de las personas con la vista comprometida, así que no les arrebataré la oportunidad de recuperar la visión. Eso sería inmoral”.

“En ese caso, haré lo que digas”.

Se encogió de hombros y no insistió más.

Entonces, preguntó: “¿Cómo ves? ¿Puedes ver bien?”.

“Sí”.

Asintió.

“Veo claro como si no tuviera ningún problema de visión”.

“Es un alivio”.

Mientras hablaban, apareció una enfermera.

“Director Lansdale, el corazón del Presidente Farrell ha llegado”.

Tan pronto como Amber la escuchó, saltó del sillón, emocionada. Se puso de pie rápido, haciendo que la cadena de los anteojos se moviera; como resultado, la golpeó en el rostro como un recordatorio de que fuera más cuidadosa. Aun así, ignoró el dolor que sentía y se enfocó en que el corazón de Jared había llegado.

“Doctor Lansdale”.

Lo miró rápido.

Elías la podía leer como un libro y le instruyó a la enfermera: “Guarden el corazón en un lugar seguro. Haremos los preparativos necesarios cuando salgan los resultados de la revisión física”.

“Muy bien”.

La enfermera se fue.

Amber preguntó nerviosa: “¿Cuándo estarán los resultados del examen físico?”.

“Deberían llegar pronto”.

Elías le respondió de forma incierta.

No le había prestado atención a la revisión física de Jared, así que no sabía cuándo estarían los resultados; esa era la razón por la que respondió con vaguedad.

Amber se mordió el labio.

“¿Puedo esperar ahí?”.

“Eres libre de ir a donde quieras ahora que puedes ver”.

No la restringió.

Ella le sonrió con gratitud y corrió afuera de su oficina. Amber no estaba acostumbrada a los anteojos, ya que era la primera vez que utilizaba un par.

Las cadenas a los lados del rostro bailaron mientras corría por el pasillo, golpeando sus mejillas y cuello de forma dolorosa. Al final, no tuvo más opción que tomarlas para que no se movieran; solo así dejó de sentir las cadenas golpeando su piel.

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