Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1496

Capítulo 1496:

El hombre al otro lado de la línea asintió al escuchar a Ben; después, guardó el teléfono y le hizo gestos a alguien cercano.

“Señor”. Se acercó un hombre.

El guardaespaldas que había estado al teléfono dijo: “Me llamó el Señor Ben. Dijo que el Presidente Farrell ordenó dejar ir a estas personas. No necesitamos seguir vigilándolos aquí, pero debemos monitorearlos en secreto. Ve y ábreles la puerta”.

“Muy bien”. El segundo guardaespaldas se apresuró a abrir la puerta de la sala privada.

Una vez que lo hizo, el ambiente sombrío se iluminó al instante. Las dos muchachas, una delgada y la otra regordeta, permanecían en el piso, pero el resto de las personas se espabilaron y saltaron de sus sillas. Entonces, se dirigieron a la entrada, entusiasmadas.

“¿El Presidente Farrell está aquí?”

“¿Vino a reunirse con nosotros?”

El guardaespaldas permaneció tranquilo a pesar del ambiente agitado. Solían parecer robots por su aspecto.

“El Presidente Farrell no está aquí.

Tampoco dijo que se reuniría con ustedes”.

Cuando los padres de las muchachas lo escucharon, sus miradas perdieron el brillo.

“¿Por qué no vendrá?”

“Él fue quien nos pidió que lo esperáramos. ¿Por qué cambió de parecer?”

“Sí. Si no está aquí, ¿Cómo solucionaremos este asunto? Estamos ansiosos por esto también”.

“¡Así es! Entonces, ¿Cuándo vendrá?”

Los cuatro hombres y mujeres no paraban de demandar que le dieran una razón por la ausencia de Jared, lo cual no eran buenas noticias. De hecho, sentían más preocupación. Al final del día, sus hijas habían ofendido a Jared; si él se negaba a reunirse, no podrían saber su postura con respecto a la situación ni su forma de lidiar con ellos.

Sin una respuesta certera, quedaban en ascuas y, por eso, estaban impacientes. Si el Presidente Farrell hubiera ido o les hubiera enviado un mensaje claro de cómo proseguir para conseguir su perdón, habrían estado menos nerviosos. Su mayor miedo era la incertidumbre.

Los guardaespaldas seguían indiferentes a su nerviosismo.

“Es demasiado tarde. No vendrá”.

Sus rostros se desfiguraron.

“¿Que? ¿No vendrá?”

“¿Por qué? ¿Por qué haría eso? Esperamos tanto para verlo. ¿Por qué no aparece?” Los cuatro se rehusaban a aceptarlo.

“La Señorita Reed está cansada y se quedó dormida. El Presidente Farrell la llevó a su casa y no volverá. ¿En verdad piensan que son más importantes que ella?”

Pasmados, los padres intercambiaron miradas. Por supuesto, nunca dirían que se consideraban más importantes que Amber Reed, incluso sí creían que su asunto era más urgente que el hecho de que ella tuviera sueño. No obstante, no expresaron lo que pensaban, ya que sabían que los guardaespaldas le contarían a Jared, dejando una mala impresión.

Por ende, el silencio era la mejor respuesta. Unos segundos después, uno de los hombres de mediana edad se adelantó y pregunto: “Sé que el Presidente Farrell no vendrá, pero necesitamos resolver este asunto. ¿No es así? ¿Dijo algo? Por ejemplo, ¿Qué clase de indemnización quiere? Siempre y cuando nos diga, intentaremos hacer lo mejor para cumplirlo”.

En ese punto, harían lo que fuera para que Jared los perdonara. Sus familias debían ser protegidas a pesar de los efectos colaterales del comportamiento vergonzoso de sus hijas.

Los demás asintieron con fervor.

“¡Sí! Le daremos lo que sea que esté a nuestro alcance. Incluso si quiere que le entreguemos a nuestras hijas, podemos hacerlo. Nuestra única esperanza es que entienda que este incidente se debió a la decisión particular de las muchachas y no representa los valores de nuestras familias.

Por favor, no vayan detrás de las familias”.

“¡Así es! Desconocíamos lo que harían estas mocosas y tampoco les dimos la orden de hacer eso. Su accionar es culpa de Norah y no tiene relación con nosotros. Pero, como familia que somos, estamos dispuestos a aceptar la responsabilidad por su comportamiento.

Incluso estamos preparados para entregarlas si él lo pide. Solo esperamos que no haya malentendidos; las familias no están involucradas”.

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