Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1043
Capítulo 1043:
“No es necesario que vayas, con que tu asistente los ahuyente es suficiente, irás al hotel al que fui con Cole ayer y conseguirás las grabaciones de las cámaras de vigilancia de cuando estuvimos allí”. Amber la miró.
“Presidenta Reed, dudo que podamos conseguir las grabaciones” respondió dudosa. “Es posible que quien haya ideado esto ya haya destruido la evidencia para evitar que la consigamos”.
“Puede que tengas razón, pero pase lo que pase, tenemos que intentarlo” dijo mientras se frotaba las sienes.
“De acuerdo, ire allí cuanto antes” asintió la asistente. “Aun así, ¿No deberíamos contarle esto al Presidente Farrell?”
“Ya que esto se ha divulgado tanto, se enterará por sus hombres, incluso aunque yo no se lo cuente. En cuanto a por qué no me ha llamado aún, debe ser porque está ocupado y sus hombres no han tenido oportunidad de informarle todavía. No te preocupes, cuando se entere, me llamará”.
“Eso me deja tranquila” contestó aliviada. “Si el Presidente Farrell se entera de esto, podríamos manejar mejor la situación”.
“Tienes razón. Después de todo, este incidente también lo involucra y, si queremos atrapar al culpable, lo necesitaremos”. Amber abrió los brazos.
“Adelante, entonces. Acuérdate de informarme cuanto antes de la situación, aunque no consigas las grabaciones”.
“Entendido, Presidenta Reed”.
La Señorita Dawson bajó con su asistente y Amber se quedó sola en la oficina. Miraba la pantalla que tenía delante y se enfadó aún más mientras se desplazaba por los comentarios; cerró la página web al ver que no tenía ninguna solución.
Luego, tomó el teléfono y volvió a llamar a Medios Ardilla. El primer intento indicó que la línea estaba ocupada; supuso que mucha gente debía de haber llamado allí para confirmar la veracidad de esa historia, lo que provocó que no pudiera contactarse.
Por lo tanto, esperaba que la segunda vez tuviera suerte. Tal vez, Dios la escuchó y, por eso, un hombre atendió.
“¿Quién es?
“Amber Reed” respondió apática.
La persona se quedó en silencio; al cabo de un momento, Amber escuchó la respiración agitada del hombre. Era notorio que quien respondió entró en pánico al escuchar su nombre, lo que provocó que la Señorita Reed se burlara. En verdad son un grupo de ardillas cobardes y culpables.
De lo contrario, ¿Por qué este hombre se aterraría tanto al enterarse de quién lo llama?. Mientras tanto, la persona se lamentaba y quería darse una paliza.
En serio, ¿Por qué tenía que entrar en la oficina en este momento? Si no lo hubiera hecho, no habría atendido.
¡Qué mala suerte!. Después de quejarse para sí mismo, el hombre respiró profundo y fingió tranquilidad al responderle.
“Lo lamento, señorita; no sé quién es usted. Si no necesita nada más, colgaré.
Le deseo un buen día. Adiós”.
Estaba a punto de cortar la llamada; sin embargo, Amber hizo una mueca.
“¡Si lo hace, le diré a Jared que cierre su compañía en este momento! Y cada uno de sus empleados tendrá que vaciar las oficinas al final del día. No me desafíe” exclamó con una actitud dominante.
Por la apatía y la arrogancia del tono de voz de la mujer, nadie se atrevería a dudar de ella o a pensar que estaba bromeando; al menos el joven sabía que Amber en verdad lo haría. En ese momento, el asistente prefería estar muerto.
“Lo siento mucho, Señorita Reed” respondió con una expresión sombría y continuó: “Solo soy un asistente cualquiera, así que…
“Basta”. Amber frunció el ceño y lo interrumpió. “Por la forma en la que se dirige a mí es evidente que sabe quién soy, así que debería saber por qué lo llamo, ¿No?” Tomó el silencio del hombre como una afirmación; agarró el teléfono con fuerza y continuó: “Ya que sabe quién llama, ¿Por qué no me da una explicación en este momento?”
“Pero, Señorita Reed, yo solo soy un asistente..”. El hombre repitió lo que acababa de decirle con la esperanza de que fuera suficiente.
Amber no le creía y sonrió.
“Deje de decirme que es un asistente.
He llamado a su jefe de redacción, así que tiene que ser al menos alguien más o menos importante para poder atender. No me importa si es el asistente o la secretaria personal del jefe de redacción, sé que tiene información, así que cuéntemela”.
El hombre estaba al borde de las lágrimas. ¿Por qué la Señorita Reed es tan inteligente?. No tenía escapatoria.
“Señorita Reed, yo..”. dijo el joven angustiado.
“Suficiente. Cuéntemelo ya” gritó
Amber. “Si no lo hace, no me culpe cuando haga todo lo que acabo de decirle; no solo puedo hacer que pierdan sus empleos, sino que también puedo dejar una observación especial en sus currículums. Buena suerte en conseguir un nuevo trabajo. Como acabo de decirle, no me desafie”.
El hombre se asustó y temblaba.
“Le diré todo lo que quiera saber, Señorita Reed”.
Como no era ingenuo, sabía que no podía lidiar con esa amenaza porque todos sabían que las noticias de los sitios web eran falsas, ya que Amber nunca engañó a Jared en primer lugar; eso significaba que la pareja continuaba disfrutando de una relación sólida.
Era de esperarse que se enfadaran al ver que un medio de comunicación difundía rumores de que Amber engañaba a Jared, por lo tanto, el Presidente Farrell los visitaría tarde o temprano.
Aunque la persona le dijo al jefe de redacción que la empresa estaría a salvo, no garantizó que los empleados conservaran sus puestos. Era un simple asistente, pero, aun así, era parte del personal. Si Jared accionaba contra ellos, resultaría perjudicado de todos modos.
Eso se debía a que, por muy importante que la persona fuera, ésta no era rival para Jared, aunque les había asegurado el bienestar de la compañía y el del jefe de redacción; sin embargo, la situación no era la misma para los empleados.
A fin de cuentas, resultarían siendo las víctimas, les gustara o no. De ser así, ocurriría justo lo que acababa de decirle Amber e incluso la situación podia ser más grave.
¿Cómo no iba a decirle la verdad si eso quizás le permitía salvarse? Si eso provocaba que lo despidieran y que la compañía lo demandara, al menos su currículum quedaría limpio y podría buscar otro trabajo. De lo contrario, si no decía la verdad, lo perdería todo.
Ya que tengo un ápice de esperanza, me aferraré a ella. Mientras pensaba en eso, el hombre miró a su alrededor para asegurarse de que era el único en la oficina. Sin dudarlo ni un segundo más, se cubrió la boca con la otra mano y le habló en voz baja.
“De acuerdo, Señorita Reed. Le diré todo lo que quiera saber”.
Amber sabía que su amenaza había funcionado al oír que la persona se volvía dócil. Tal como lo esperaba, el nombre de Jared es en verdad muy efectivo.
“Digame, ¿Quién le ordenó a su compañía que me siguiera y tomara esas fotos?” preguntó apática.
Ella no le había dicho a nadie que iba a encontrarse con el Señor Alfersen en el hotel; por lo tanto, nadie podía estar al tanto de su paradero. No obstante, esa persona capturó con precisión el momento en el que ella y Cole entraban al hotel, lo que demostraba que la seguían constantemente.
De lo contrario, nunca habrían conseguido esa toma con tanta exactitud. La realidad es que jamás noté que me estaba siguiendo durante tanto tiempo; pensó mientras fruncía los labios con desprecio.
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