Capítulo 593:

«No me extraña que Francis se case de repente con Hilda cuando ya te quiere tanto. No puede ser real. Lo sabía”, dice Mindy con seguridad, dándose palmadas en los muslos.

Es fácil decirlo en retrospectiva…

Pongo los ojos en blanco y se lo hago notar.

«Lo recuerdo muy diferente cuando Francis e Hilda estaban juntas. No dijiste que lo sabías. Dijiste que era un b$stardo o algo así. ¡Un momento! Lo has vuelto a decir hace un minuto, ¿No?».

Ladeo la cabeza y finjo recordar con suspicacia.

Mindy sabe que ha hecho el ridículo.

Pero se da la vuelta y mira fijamente a David: «¿Acabo de decir eso David? No me has oído decir nada malo de Francis, ¿Verdad?».

Con mirada perpleja, David niega con la cabeza: «No os estaba prestando atención».

¿Lo estaba?

¿Cómo es posible?

Sé exactamente cuánto quiere a Mindy.

Literalmente, desea memorizar cada palabra que ella dice. ¿Cómo pudo no escuchar?

¡Esto es absurdo!

Está mimando tanto a Mindy que hasta se hace el sordo.

No puedo desmontar una mentira suya tan dulce.

¿Y qué hay de mí? ¿Todavía tengo la oportunidad de pasar el resto de mi vida con Francis?

Al pensar en él tumbado inconsciente en el hospital, siento que se me hunde el corazón.

Mindy se da cuenta inmediatamente de que algo va mal: «Jane, ¿Qué ocurre?», pregunta.

«Francis sigue inconsciente por una sobredosis de dr%gas. No estoy segura de si despertará. Mindy, me alegro de que siga vivo. Pero espero que esté bien y que no le pase nada malo. Aún tengo tanto que decirle, pero probablemente no tendré oportunidad».

Lloro sobre su hombro.

Mindy me da unas palmaditas en el hombro y me susurra: «Habrá una oportunidad, Jane. Os queréis tanto que estáis dispuestas a morir la una por la otra. El cielo será misericordioso con vosotras». ¿De verdad?

Espero que sea cierto.

Sin embargo, si todo en el mundo sucede como la gente ha deseado, no habrá tantos remordimientos.

En los días siguientes, voy al hospital a ver a Francis todos los días.

Su cuerpo está estable, pero no despierta.

Todos los días me quedo a su lado, le cojo la mano y le hablo.

Espero que pueda oírme. Espero que un día se despierte de repente, me coja de la mano y no me suelte nunca.

Han pasado dos semanas y Francis sigue sin despertar.

El veredicto de Hilda por fin se había dictado.

Fue condenada a muerte.

Es una buena noticia para los dos.

El día de la ejecución, estoy fuera del muro y oigo el disparo.

Hilda ha muerto por fin.

Todo parece haberse calmado.

Nadie podrá volver a interponerse entre Francis y yo.

Regreso contenta al hospital. Cuando llegué, vi por casualidad a alguien que recogía a Francis.

Le conozco. Es el más cercano a Francis.

Cuando me ve, me entrega un documento. «Señorita Noyes, el Señor Louis me dijo que le diera esto». Todo parece haberse arreglado.

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