Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 79
Capítulo 79:
Abrí los ojos con asombro al entrar y observar aquel singular ático, el cual había sido remodelado con un gran escritorio y varios estantes, en los cuales había una gran cantidad de equipos e ingredientes.
Había diversos alambiques de destilación de vidrio y cobre, así como también tubos, vasos de precipitados y goteros.
En los estantes había una gran cantidad de recipientes que contenían hierbas, cortezas y resinas, además de frascos que contenían diversos solventes.
El equipo y los materiales de aquella estancia eran completamente nuevos y sofisticados; sin duda, eran elementos de la más alta calidad.
Los aromas que permeaban el aire eran tan exquisitos que mi corazón latía de emoción.
Marco incluso me había proporcionado algunos cuadernos en blanco para hacer anotaciones relativas a las diferentes fórmulas de preparación de los perfumes.
No se trataba simplemente de un lugar donde pudiera pasar momentos de diversión, sino que era un laboratorio completamente equipado en el cual podía crear perfumes y pociones.
Aquel pequeño laboratorio que había dispuesto para mí en su casa era algo que yo consideraba un sueño hecho realidad.
Aquel espacio era perfecto para mí, ya que era muy agradable y estaba dotado de todo lo necesario para la creación de fragancias.
De manera que podría pasar allí tranquilamente muchas horas haciendo lo que me encantaba hacer.
Sentí una gran alegría en mi corazón al pensar en cuán considerado había sido.
Me había prometido un regalo del día de San Valentín, pero jamás esperé que se tratara de aquel laboratorio.
No tenía la menor idea de cuán importante era mi trabajo para él.
Allí podría dar rienda suelta a mi creatividad como perfumista, pues había muchos elementos con los cuales podía experimentar.
No solo podía valerme de perfumes comerciales, sino también de tinturas, lociones, bálsamos y toda clase de fragancias.
Me recordé a mí misma que aquel laboratorio era solo un gesto de cortesía, pues él me había dejado en claro que no sentía amor por mí, sino que simplemente quería cumplir con sus deberes y responsabilidades maritales.
Por ende, yo debía considerar con frialdad y racionalidad aquel regalo, pero en todo caso pensaba que el hecho de que hubiera dispuesto aquel lugar para mí demostraba que, en cierta forma, se preocupaba por mí.
Sentí entonces una gran alegría y gratitud.
Tercer punto de vista
La señora Carlotta no era solamente la propietaria de la tienda de modas más conocida de la capital, sino también la diseñadora de modas más prolífica y reputada del reino.
No solía visitar a sus clientas, pero en aquella ocasión se había mostrado dispuesta a hacer una excepción, puesto que se trataba de una vieja amiga.
Como preparación para el banquete con el que se conmemoraba el equinoccio de otoño, visitó a la madre de Lily, la señora Vivian Montenero, en el hogar de esta.
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