Capítulo 77:

Luego, señaló un frasco de la exhibición y procedió a explicar sus virtudes.

«Esta solución ha sido empleada para aliviar los síntomas de las enfermedades respiratorias, mientras que esta otra puede utilizarse para tratar con gran eficacia el insomnio y otros trastornos del sueño», señaló.

Algunas de aquellas fragancias parecían más pociones mágicas que simples perfumes.

Observé la gran variedad de frascos y botellas que había en los estantes.

Las etiquetas indicaban que muchos de aquellos extractos y soluciones habían sido una creación de uno de los ascendientes de Lily, una mujer llamada Margaret Montenero…

Los demás trabajadores se quedaron boquiabiertos mientras nos enseñaba algunos de los libros escritos por los antepasados de Lily, los cuales incluían diversos estudios y fórmulas de aquellos extraordinarios perfumes.

Aquellas esencias eran tan vividas y cautivadoras que me vi obligada a esforzarme para concentrarme en sus palabras.

Mis sentidos parecían haberse agudizado y me sentí sorprendida ante la intensidad de aquellos aromas y la facilidad con la que lograba identificarlos.

«Aún poseemos documentos relativos al proceso de creación de fragancias de los Montenero, pero solamente las viejas generaciones de esa familia poseían la habilidad para crear perfumes que produjeran efectos tan maravillosos. Por desgracia, sus descendientes han perdido aquella increíble habilidad», observó.

Mientras disertaba, cerré los ojos e imaginé la forma en que los diferentes aromas se fusionaban en cada frasco.

Fruncí el ceño, invadida por una inquietante sensación de asombro.

Si los actuales integrantes de la familia Montenero ya no eran hábiles perfumistas, como lo habían sido sus ancestros, entonces, ¿cómo era posible que yo distinguiera instintivamente los ingredientes que permeaban el aire? De repente, uno de los aromas de la exhibición captó mi atención.

Dejándome llevar por mi intuición, seguí el rastro de aquella fragancia extrañamente familiar.

Reconocí sus fascinantes notas florales y embrujadores toques terráceos.

«Tanya», dijo de repente, plantándose ante mí.

Al hacerlo, bloqueó el rastro que yo estaba siguiendo inconscientemente.

«¿Qué crees que estás haciendo?», me increpó. Sus palabras me hicieron salir de mi ensimismamiento y desvié la mirada, intimidada.

«Lo siento, me pareció haber oído algo…», me excusé.

«Esa área de la exhibición no está abierta al público. Mantenemos allí las creaciones personalizadas de la señorita Lily.

Sus perfumes han ganado diversos concursos y son un testimonio de su maravillosa habilidad creativa en el campo de la perfumería, pero no están en venta y no se los enseñaré durante este recorrido. Espero que te haya quedado claro», señaló.

«Sí, señor, lo entiendo. Le ruego que me disculpe», repuse tímidamente antes de volver a unirme al grupo.

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