Capítulo 45:

De golpe, Marco me abrazó, algo que no había vuelto a hacer desde aquella noche que pasamos juntos.

Lo miré a los ojos y advertí algo diferente en su mirada.

Siempre se había caracterizado por su autodominio; nadie podía leer en su mirada los pensamientos que cruzaban por su mente ni las emociones que se agitaban en su espíritu, pero en aquel momento estaba visiblemente molesto.

Sus ojos hervían de ira, aunque no llegó a exteriorizarla.

Cuando subieron al estrado, Marco súbitamente me apretó, haciéndome lanzar un quejido de dolor.

«Lo siento mucho», replicó, aflojando la presión que ejercía sobre mi brazo.

Luego, se volvió hacia la pareja real, que se hallaba de pie delante de nosotros.

Me intrigaba saber por qué había perdido su autodominio, pero la razón pronto me resultó obvia.

Miraba fijamente a Lily, y esta le devolvía la mirada.

No soportaba verlos juntos y el pánico que sentía era cada vez mayor.

«Hola, hermano», saludó Marco a Eric, sonriente. «Ahora es tu cuñada, ¿verdad?», preguntó luego, volviéndose hacia Lily.

De alguna manera, Marco había logrado ocultar sus emociones a los ojos de los demás, pero a mí no podía engañarme.

Sin duda, yo era la única persona capaz de advertir los celos que la presencia de aquella pareja despertaba en él, lo que me producía una mezcla de temor y tristeza.

«Hola, hermano», respondió Eric, al tiempo que una gran sonrisa se dibujaba en su rostro. «Me alegra que hayas regresado», expresó complacido.

«Estábamos preocupados; comenzábamos a pensar que jamás regresarías», rió entre dientes Lily. «Así que decidimos subastar los pendientes de tu madre con la esperanza de atraerte; espero que eso no te haya molestado.»

«Agradezco tu preocupación; era esta hermosa doncella quien me retenía», repuso riendo.

Normalmente me habría sonrojado y alegrado mucho de que me felicitara delante de tanta gente, pero, tristemente, sabía que actuaba con hipocresía.

La presencia de Lily era la única razón por la cual había hecho esa declaración.

«¿Es verdad eso?», preguntó Eric riendo. «¿Quién es ella?»

«Su nombre es Tanya», respondió Marco.

«De modo que entablaste una relación con una damisela, al igual que yo», rió entre dientes Eric, al tiempo que se aproximaba a mí. «Vamos, cuñada, dale un abrazo a tu cuñado», me instó sonriente.

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