Embarazada de una noche con el Alfa -
Capítulo 42
Capítulo 42:
«Nadie la invitó», sonrió Alina con aire despectivo. «Estoy segura de que se escabulló dentro de este lugar con la esperanza de seducir a alguno de los dignatarios aquí reunidos».
«Sí he sido invitada», la contradije.
«Pues entonces enséñanos tu invitación», chilló Alina. «Vamos, demuéstranos a todos que no eres una cualquiera».
«No lo soy», repuse. «De hecho, mi esposo está aquí conmigo».
«¿Esposo, dices?», rio. «No eres más que una prostituta barata que se acostó con un desconocido, y ahora te voy a desenmascarar delante de todos».
No podía creer las palabras que Alina lanzaba contra mí.
Estaba tan sorprendida que no podía defenderme.
Los invitados cuchicheaban entre sí y se burlaban, dejándome sentir como la mujer más desgraciada del mundo.
Mis tímidos intentos por defenderme no tuvieron efecto, ya que la multitud seguía observándome con reproche.
«Yo he dicho que vine aquí con mi esposo», insistí.
«Pues dinos dónde está», dijo Alina, riendo.
«¿Dónde está tu supuesto esposo?»
«¡Aquí está! Yo mismo la invité», dijo una voz grave y llena de autoridad que seguramente todos oyeron claramente, pues se hizo un silencio absoluto.
La firme voz de Marco me dio una fortaleza que no sabía cómo explicar.
Al escucharla, mi corazón, que latía con fuerza, recuperó su ritmo normal.
Una sensación reconfortante de serenidad me invadió y una suave sonrisa apareció en mi rostro.
Marco avanzaba por el pasillo lentamente, con aire distinguido, llevando una carpeta en la mano.
Sus pasos firmes mostraban que era un hombre seguro de sí mismo y poderoso.
La emoción de la multitud crecía conforme se acercaba al estrado.
«¡Es el Segundo Príncipe!», exclamaban, fascinados.
«¡Marco ha regresado!»
«¡Por fin está aquí!»
«Es el licántropo más poderoso de todo el reino».
Una sonrisa glacial apareció en su rostro mientras subía al estrado y levantaba mis manos para que todos pudieran ver claramente mi anillo.
«Ella es mi esposa, Tanya», dijo con tal severidad que nadie habría osado cuestionarlo. «Y ha venido a comprar los pendientes de mi madre», añadió.
Sus palabras provocaron diversos comentarios.
«¿Qué dice?»
«¿Acaso está casado?»
«¿Quién es esa mujer?»
«¿Será rica y poderosa?»
«En todo caso, su belleza es exquisita.»
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